Capítulo 22

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Aunque en este momento dormía, me sentía más cansada que nunca en mi vida. Me moví algo inquieta en lo que parecía ser una cama. Quería abrir los ojos pero me pesaban tanto que no podía hacerlo completamente, apenas los entreabría un poco.

Por lo que pude alcanzar a ver, estaba en una habitación blanca y muy poco espaciosa. A mi lado había un pequeño mueble, con una lámpara que iluminaba la habitación, sobre el descansaba en agua un ramo de mis flores favoritas, Camelias, estas eran amarillas y tenían colgada una nota, con la letra suficientemente grande como para que pudiera leerla desde aquí, ‘’Amarillas, como el color de tu blusa cuando nos conocimos. ’’

La puerta se abrió y Derek entro, aun en traje solo que sin chaqueta y sin corbata.

—Despertaste —me dijo sonriendo mientras se acercaba.

—Humm —me moví hacia un lado algo incomoda.

De pronto recordé porque estaba aquí.

Lleve mis manos a mi vientre y al sentir mi abdomen plano mire a Derek buscando respuestas.

— ¿Dónde está? —pregunte con urgencia.

Sonrió y tomo mi mano mientras se sentaba a mi lado.

—En una incubadora en la sala de cuidados —acaricio mi palma con el pulgar. —Hacemos bebes muy lindos.

Sonreí, mucho más animada e intente incorporarme.

—Quiero verlo —exigí.

—Estás muy débil… —empezó diciendo.

—Necesito verlo —tome su mano y lo atraje a mi poniendo la mejor cara de convicción que tenia. —Vamos, vamos, vamos.

Sonrió divertido.

—Sam, no creo que sea buena idea.

—Vamos, no puedes no dejarme verlo —tire más de su brazo, como una niña pequeña haciendo una rabieta.

—Bien, veré que puedo hacer.

— ¡Sí! —sonreí y bese su mejilla. —Gracias.

El acaricio mi cabello y movió un mechón de cabello hasta colocarlo por detrás de mi oreja.

— ¿Cómo es? —pregunte.

—Es muy…llorón —rio suavemente.

Sonreí. Me esperaba cualquier descripción menos esa.

Mire sus lindos ojos cafés pero mi mirada bajo a las ojeras que tenia debajo de ellos.

— ¿Cuánto ha pasado?

—Cuatro horas desde que lo tuviste, son las tres de la mañana —respondió.

— ¿No has dormido? —tome sus rostro preocupada.

—No, pero estoy bien, linda —sonrió. —Estoy así por el viaje de ayer —explico sus ojeras.

—Duerme —ordene.

—Después de que veas a nuestro hijo, duermo aquí, contigo.

—Bien —evite su mirada.

Me gustaba esa idea.

Derek tomaba mi cintura ayudándome a caminar. Mi doctor dijo que por ninguna razón podía caminar y menos aun salir de mi habitación, pero como ambos éramos unos tercos y como no sacarían a mi hijo de la sala de cuidados yo tendría que ir hacia allá. Sobre mis hombros estaba la chaqueta de Derek intentando, de alguna forma, camuflar el camisón de hospital. Ambos mirábamos a ambos lados constantemente, algo asustados de que una enfermera o doctor apareciera.

No es mi vida, es solo una misión más 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora