9.

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Julieta.

— Entonces, hoy a la tarde paso por tu casa.

Nicole se acerca a mí, asiento con mi cabeza mientras espero a que todos salgan del aula. Me pide mi teléfono y anota su número en el. Me regala una sonrisa y se cuelga la mochila en los hombros para irse del salón.

Cuando el aula queda vacía, también salgo de ella. Empiezo a caminar por el pasillo hacía la salida. Cierro los ojos al sentir una mano agarrarme del brazo. Sé que se trata de Tomás y suelto un suspiro al verlo frente a mí cruzado de brazos.

— ¿Qué hacías hablando con mi chica?

— ¿Tú chica? — pregunto, él asiente completamente convencido y yo suelto una carcajada — Creo, que es la chica de otro, amigo. — miro a Nicole, quien está con la cabeza gacha y abrazada a su novio, Tomás traga saliva y también baja su cabeza — Tranquilo, no soy lesbiana.

— ¿Qué sabes? Si nunca te gustó nadie, tarada.

— Tenes razón, ahora que lo decís yo también siento cosas por Nicole, me la voy a levantar. — digo, con sarcasmo en mis palabras, él me fulmina con la mirada y niego con la cabeza — Imbécil, tengo códigos y también buenas noticias pero, no sé si te las mereces.

— ¿Que noticias?

Pregunta. Salgo del colegio y pasando caminando al lado de Nicole quien me regala una sonrisa; Hasta ahora, no es la mala persona que creí todo este tiempo que era. Tomás corre detrás mío y yo acelero mis pasos. Como se le hizo costumbre, me sigue hasta mi casa. Todo el camino me insiste en que le cuente que es lo que hable con Nicole. Freno mis pasos y él se pone frente a mí.

— ¡Pará, un poco! — le grito cuando empieza a mover mi cuerpo de un costado a otro, definitivamente, tiene la energía de una criatura de cuatro años — Si me soltas, te cuento. — me suelta al instante y respiro, acomodo mi ropa la cual arrugó Tomás y lo miro a los ojos — No tengo idea porque me contó que alguien le escribió una carta y ahora quiere ser mi amiga igual que vos porque me pasó su número.

— ¿Ves? No sos invisible, morocha.

— Ojalá lo fuera, no te soporto. — digo, sigo caminando hacía la puerta de mi casa la cual me queda a pocos metros pero, Tomás vuelve a agarrarme del brazo — No podes venir a mi casa, Nicole va a venir a la tarde; Quiere que la ayude con una tarea.

— ¿Me reemplazas por Nicole?

— ¿Te vas a poner celoso de la chica que te gusta? — pregunto, una sonrisa de oreja a oreja aparece en su rostro al recordarle a la rubia, detesto a la gente enamorada — Lo único que te voy a decir, es que estés atento a tus mensajes. — él abre un poco sus ojos, parece no haberme entendido, dejo un beso sobre su mejilla y me doy la media vuelta una vez más — Chau, insoportable.

Escucho un grito de su parte antes de entrar a mi casa. Mi papá está durmiendo, intento no hacer ruido ya que ahora trabaja toda la noche.

Me encierro en mi habitación y dejo mi mochila sobre la cama. Busco el contacto de Nicole y le mando un mensaje para pasarle mi dirección.

Rubia hegemónica.
¿podes venir a mi casa? mis papás se fueron y me pidieron que no salga.

Julieta.
pasame la dirección y en un rato voy.

No tarda en enviarme su dirección. Me cambio de ropa y salgo de mi habitación para irme directo a la casa de Nicole.

— ¿A dónde vas, vos? — pongo mis ojos en blanco al escuchar la voz de Tomás, realmente es una pesadilla, se encuentra sentado en la vereda de su casa, no vivimos a más de diez cuadras — Muy corta la pollera, me parece.

— Capaz, en el año 1610, me hubiese importado tu opinión. — respondo, él también revolea sus ojos, costumbre que se pegó de mí — Cambio de planes, tengo que ir yo a la casa de Nicole.

— ¡Te llevo!

Exclama. Se levanta de un salto del suelo y se acerca a su moto. Agarra un casco y me lo entrega, niego con mi cabeza. Está completamente loco si piensa que voy a subirme a esa cosa.

— No, definitivamente no.

— Queda a mil cuadras la casa de Nicole, no te voy a dejar caminar tanto y menos vestida así. — apreto mis dientes ante su último comentario, me entrega el casco y muerta de miedo me lo pongo — Te prometo que no te va a pasar nada, yo te voy a cuidar.

— Sos la persona más irresponsable que conozco, no puedo confiar en vos.

— ¿No confías en mí? — pregunta, hace puchero y niego con mi cabeza, baja su cabeza, suelto una pequeña risa, no puedo creer lo infantil que es — Me rompiste el corazón.

— Vamos, tarado.

Se sube a su moto y yo me subo atrás de él. Con lo que odio el tacto humano, tengo que agarrarme de su espalda. Arranca la moto y me aferro fuertemente a él. Mi estómago vuelve a removerse y apreto mis ojos.

"Te va a terminar gustando, te esforzas mucho en negarlo."

No. Abro los ojos y suelto la espalda de Tomás para agarrarme de la moto. Es imposible. Es solo un pensamiento, no puedo hacerme esto.

— Agarrame, te vas a caer. — tomo aire y vuelvo a abrazarme a su cuerpo, una vez más mi estómago se revuelve, intento convencerme de que comí algo que me cayó mal y por eso el malestar estomacal pero, no comí nada — Me contas absolutamente todo ¿Ok? — asiento con mi cabeza cuando me deja en la esquina de la casa de Nicole, me bajo de su moto y le devuelvo el casco — Estás linda vestida así, eh.

Dice y arranca su moto. Lo veo desaparecer junto con esta y apreto mi estómago.

Me metí en un juego de cartas del cual tengo que salirme cuanto antes sino quiero terminar con el corazón roto porque, Miriam tiene razón. Me esfuerzo mucho en negarlo.

Estoy descubriendo que las famosas mariposas son reales y que me está empezando a gustar Tomás.

Una carta para Nicole | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora