Capítulo 13

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-Muy bien, Emilia. Vamos a llegar a la verdad de otra forma, ¿te parece?

-Ya te he dicho la verdad. Ayer comí algo que me sentó mal.

-¿Por qué no bebiste champán anoche?

No podía saberlo, se recordó Emilia con firmeza.

-Nunca bebo alcohol cuando estoy trabajando –explico con calma- .A pesar de que era una fiesta, para mí seguía siendo trabajo.

-Ahora tampoco has querido vino.

-Voy a tomar un avión más tarde…

-Emilia -la interrumpió-. Mientras estabas en el baño he estado pensando –y la conclusión a la que había llegado lo había dejado paralizado.

Ella respiró entrecortadamente.

-Creo que es hora de que me vaya.

-¡Siéntate!- exclamo Claudio.

Sus ojos brillaron al mirarlo.

-¿Cómo te atreves a decirme lo que tengo que hacer?

Claudio torció la boca con impaciencia mientras atravesaba el salón para quedarse frente a ella.

-Creo que vas a descubrir que me atrevo a hacer muchas más cosas, Emilia. Por última vez, ¿Cuándo me lo ibas a contar?

Era tremendamente intimidante, allí frente a ella, con la furia reflejándose en sus ojos. Emilia rompió la intensidad de su mirada y empezó a darse la vuelta.

-Tengo que tomar un avión.

-Hoy no vas a ninguna parte.

Emilia se giró lentamente para mirarlo de nuevo. El rostro de Claudio tenía una expresión dura, implacable, y sus ojos plateados brillaban como fragmentos de hielo. Tenía los hombros y los músculos de los brazos en tensión y parecía un tigre dispuesto a saltar sobre su presa.

-Por supuesto que voy a volver hoy a Inglaterra.

-No –replicó sin alterarse.

-No tienes ningún derecho a decidir...

-Emilia –la interrumpió-, estoy a punto de perder la calma. No quiero arrancarte la verdad por las malas pero, si lo tengo que hacer, lo haré.

A Emilia le empezaron a temblar las piernas, tanto que se acercó a tropiezos a una silla y se sentó.

Después alzó la vista y miro a Claudio con angustia.

A Claudio no le estaba gustando nada esa conversación, especialmente ahora que veía los efectos que estaba teniendo en Emilia. Pero no tenía intención de dejarla ir.

Ella cerró los ojos un instante antes de volver a abrirlos y murmurar:

-Estoy embarazada, Claudio. De ocho semanas, para ser exactos -añadió con actitud desafiante.- Pero tú ya lo habías adivinado, ¿verdad?

Sospecharlo y confirmar esas sospechas eran dos cosas completamente diferentes, -pensó Claudio-. Ahora sentía una revolución de emociones nuevas. Primero, sobrecogimiento al saber que Emimka estaba embarazada de su hijo. También ternura al pensar en la criatura que crecía dentro de ella. Pero pronto volvió a sentir la furia al preguntarse cuándo pensaba decírselo. Pero no. Si penaba en eso ahora la furia sería la principal emoción y, aunque estaba justificada, no le iba a ayudar en esa tensa situación. Por eso, optó por ser frío y controlado

-¿Has ido al médico? –preguntó sin dejar de mirarla.

-Sí. El bebé está bien, y yo también –se encogió de hombros-. Y no se prevé ninguna complicación.

Estaba sorprendida por la calma de Claudio. Tenía que saber, ya que ella había dicho que estaba embarazada de ocho semanas, que el bebé era suyo.

¿Cómo se sentía Claudio en realidad? Emilia lo miraba, pero no podía saber lo que sentía. Su expresión era completamente impenetrable. ¡Pero tenía que sentir algo al saber que iba a ser padre! Se había quedado estupefacta cuando el médico le había dicho que sus síntomas, cansancio, nauseas, falta de apetito, un retraso en el periodo, podían atribuirse a un embarazo.

¡A ella no se le había ocurrido! Probablemente porque, estúpidamente, no había pensado que con una sola noche de sexo sin protección podría quedarse embarazada.

-Esto está bien –dijo Claudio con calma-. Muy bien. Aunque, evidentemente, me gustaría que vieras a algún médico aquí lo más pronto posible.

-¿Por qué? –pregunto ella bruscamente
Él enarcó una ceja.

-Emilia, estoy seguro de que tu médico es muy capaz, pero preferiría que vieras a algún especialista que yo elija.

-Tal vez deberíamos aclarar algo ahora mismo, Claudio. Es mi bebé y…

-Y el mío también.

-Sí –asintió ella-. Pero yo decidiré a que médico quiero ir durante el embarazo.

-Los dos sabemos que eso no es verdad

Emilia se quedó muy quieta mientras lo miraba con cautela.

-¿Qué quieres decir?

Claudio se dio la vuelta y se metió las manos en los bolsillos para no tocar a Emilia. Si lo hacía, sería un terrible error.
Emilia estaba embarazada. De él. En circunstancias normales, sería una razón para celebrarlo, pero no tenía idea de lo que Emilia pretendía hacer.

- ¿Claudio? 

Su rostro estaba carente de expresión cuando se giró para mirarla.

-Ese bebé es el heredero de los Meyer

-¿Y si es una niña?

-Ya te he dicho que soy el único nieto de mi abuelo, así que, sea niño o niña, en cuanto nazca será automáticamente el heredero de los Meyer. Estoy seguro de que eres consciente de lo que eso significa.

Emilia tenía la sensación de que no le iba a gustar el resto de la conversación. Frunció el ceño.

-Para mí, lo único que significa es que el padre de mi hijo se llama Claudio Meyer  tercero.

-¡Nuestro hijo será el heredero de los Meyer!

-Eso ya lo has dicho. Pero será sólo hasta que tengas otro hijo legítimo.

-¿Qué te hace pensar que no quiero que este sea legítimo?

Emilia lo miró con incredulidad. La única forma de que ese niño fuera legítimo sería…

-¿No creerás que quiero casarme contigo?

-Estoy seguro de que en este momento yo tampoco te tengo demasiado cariño. No es un buen comienzo para un matrimonio, ¿verdad?

-¡No voy a casarme contigo! –repitió Emilia, furiosa.

-Pronto descubrirás que eso es exactamente lo que vas a hacer.

-No.

-Esto no es negociable, Emilia.

-¿Estas sordo? ¡Te he dicho que no quiero casarme contigo! –repitió, frustrada.

-Eso deberías haberlo pensado antes de quedarte embarazada.

Emilia ahogo un grito.

-¿Crees que me he quedado embarazada a propósito?

-Admito que ha tenido que ser más suerte que cálculo –se encogió de hombros-. Pero tuviste mucha suerte.

Era increíble que pensara que lo había planeado pero, evidentemente, lo pensaba. Ella apenas se había hecho a la idea de estar embarazada y ahí estaba Claudio, acusándola de haberlo hecho a propósito.

-La gente ya no se casa hoy en dia porque la mujer este embarazada -protestó ella.

-Yo lo haré –contestó Claudio, mirándola fríamente.
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¿Qué opinan de la actitud de Claudio?
Las leo 👀

~Embarazada de un millonario~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora