Capítulo 38: De mal en peor

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De un salto, Ace se coló en el pasillo del calabozo. Sacando la llave del bolsillo de su pantalón para poder abrir las cerraduras. ¡Demasiados presos! Y no se fiaba de la mitad de ellos, pero la realidad era que cuantos más liberase, mayor sería la revuelta y mayor la probabilidad de escapar para ellos. Esa gente, esos piratas... debían estar furiosos con Kaido o atemorizados. Era un riesgo abrirles la puerta, pero también era un hecho que necesitaba el revuelo que ocasionasen, aunque sólo fuera por que todos tuvieran que ir a buscarles de nuevo para encarcelarles.

Muchos de ellos posiblemente, no tendrían valor alguno para Kaido. Estaban allí muriéndose lentamente, en unas condiciones inhumanas. ¡No podía dejarles en esa situación! Él no era así. Siendo comandante... los habría liberado, ahora siendo capitán, velando por la seguridad de toda su tripulación, dudaba. ¿Qué habría hecho Barbablanca en su lugar? ¡No estaba seguro!

Abrió primero la puerta de Oars, al fin y al cabo, era su aliado, su mejor amigo, si algo iba mal, Oars se lanzaría a protegerle y ayudarle, así que al menos sabía que con él estaba a salvo.

La puerta empezó a abrirse en un chirrido metálico que denotaba la gran oxidación por la humedad de allí abajo, pero no fue eso lo que sorprendió a Ace, sino el terrible abrazo que Oars le dio al verle sano y salvo. ¡Para lo grande que era, también era demasiado sensible! Notaba las lágrimas caer sobre él.

- Oars... me estás duchando – se quejó Ace al notar sus lágrimas sobre él.

- Es que... te he echado de menos. Creí que habías muerto.

- Ya... yo también – sonrió Ace.

- ¿Cómo...? – pensó Oars. Él mismo lo vio morir en esa plaza, era imposible que estuviera vivo ahora mismo frente a él.

- Law – susurró su nombre.

- ¡Qué tierno! – sonó a burla la frase por parte de Kid -. ¿Ahora podéis abrirme? Querría marcharme de aquí.

Oars bajó de nuevo a su capitán al suelo tras el terrible abrazo. Sin embargo, Ace le pasó las llaves directamente a su aliado. Él debía volver cuanto antes. Todavía tenía unos minutos de arrastrarse por ese estrecho conducto para llegar de nuevo a la sala. Esta vez le costaría más, porque tenía que ir hacia arriba.

- Libéralos. Yo tengo que volver.

- ¿Por qué?

- He dejado a Law allí arriba y además, Marco y el resto de comandantes están también en el gran salón. Vuelve al barco, Oars, te alcanzaremos. ¿Podrás caminar? – preguntó al ver su pierna y preocupándose por el plan.

- Yo le ayudaré – se quejó finalmente Kid – supongo que te debo algo por sacarme de aquí.

- Vale. Oars, necesito que me levantes hasta ahí de nuevo – le señaló Ace la trampilla por la que había venido, lo cual hizo sonreír a Oars antes de que tomase su diminuto cuerpo y lo elevase hasta el techo para que pudiera irse.

Nada más irse Ace, Oars aprovechó para abrir la puerta de Kid. La verdad era que él nunca había tenido dotes de gran líder, de hecho, siendo comandante de su división, teniendo a los suyos, siempre acababa haciendo caso a las sugerencias de su segundo al mando. Kid parecía un hombre competente, un buen capitán. Seguramente, él sería capaz de mantener en orden a todos los presos que soltarían.

- Gracias – agradeció Kid al verse libre, mirando entonces a la trampilla por la que Ace se había marchado – es un chico muy raro.

- ¿De verdad? – se extrañó Oars ante aquello. Nunca había pensado que Ace pudiera ser raro.

El cirujano de la muerte (One piece: Law-Ace)Where stories live. Discover now