Escuchador de Historias

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Existen personas a las cuales les es fácil narrar historias. Con su encanto y magia, nos llevan a otras realidades, otros lugares, otros tiempos, otros planetas. Donde todo es posible. conocidos como Narradores de Historias. Estas bellas personas, causan sensación en su audiencia.

También, existen quienes cuentan con una habilidad, poco vista y en muchos casos poco apreciada. Siendo esta la escucha, el ser Escuchador de Historias, y hoy serán narrados algunos de los acontecimientos de un sujeto, cuya peculiar habilidad, se encontraba el prestar oído a los demás, brindando confianza y certeza. Un oído, donde desechar tanto dolor y sufrimiento. tanta insatisfacción de vida.

Entendiendo la necesidad de un mundo agonizante. Decidió realizar un experimento. Tomó un par de sus butacas y con letrero en mano, buscó el parque más concurrido de la ciudad. donde estuviesen niños y jóvenes jugando, gente adulta, gente dolida, gente con aparente felicidad, pero, con sufrimiento por dentro.

Encontró el lugar según lo requerido. Buscó un sitio con sombra, colocó un butaco enfrente del otro y garabateó en el letrero algo que decía:

«SE ESCUCHAN HISTORIAS GRATIS»

Todo aquel que pasaba por el lugar, mirándolo extraño como bicho raro, comentaba al aire con intención de que escuchase.

- Este imbécil ¿Qué pretende? Venir y contarle mi vida, mi historia ¿Cómo para qué?

Paciente y elocuente, siempre daba la misma respuesta (también al aire).

- Para sanar un poco la tierra y la mente.

Esperó una buena cantidad de horas. Nadie se acercó, ni siquiera para comentar el estado del clima. Esa conversación básica conocida por todo adulto.

Perdiendo la esperanza. Cansado de esperar. Deseando pasarán los cinco minutos, que se había dicho aguantaría. Los cuales, venía postergando hace una hora. Se acerca una mujer, tímida y con lágrimas en sus ojos a preguntar.

- Esta como fría la noche ¿cierto?

- Hoy el viento de occidente, nos viene a saludar. Cosa que casi no se ve - dijo él.

- ¿Qué clase de historias escucha usted? - preguntó ella.

- De todas, pero especialmente la que usted me quiera contar ¿gusta sentarse?

Ella, lo miró con aire de desconfianza. Preguntándose ¿Qué clase de loco vendría a un parque a escuchar historias de toda clase? Mas, la agonía en su alma era tal, hizo aparte sus temores, tomó asiento y empezó a hablar.

Le contó sobre su último desamor. Como se había conocido. La ilusión de tener a quien amar y la esperanza de un futuro prometedor. Cuando fue su primer beso y la primera vez al tener sexo. Con lágrimas y a veces risas. Como un rió fluyendo, después de estar mucho tiempo estancado, apestando. Sentía como su alma era libre de las ataduras a una relación sin futuro. La cual en principio estaba llena de ilusión, pero ahora, rebosando de violencia, heridas y odio, llegaba por fin a puerto.

El hombre, escuchó apacible y sincero. sin juzgarla, mostrando interés. En silencio respetuoso. Le escuchó con sus cinco sentidos, bien puestos a favor de aquella chica. Quien necesitaba sanar y liberar su ser de un yugo mortal.

Al final del relato, él le agradeció su tiempo y sinceridad. El haber confiado en un completo extraño. Ella, le abrazo y con lágrimas en sus ojos, dio el más sincero de las gracias y se fue por donde vino.

Aquel escuchador de historias, pudo ver en la mirada de aquella mujer, una nueva fuerza para continuar en la vida. Se puso contento, entendiendo había ayudado a sacar un poco la oscuridad de este mundo.

Al paso de los días, decidió repetir el experimento. Buscando un parque concurrido, para prestar sus servicios, como ahora lo llamaría. Con la esperanza de encontrar luz para si y liberar oscuridad en el otro.

Como un ritual, tomó sus sillas y letrero. Buscó la sombra más grande de un árbol. Colocando sus instrumentos de guerra, empezó la espera eterna, por quien necesitará su ayuda...

Así, transcurrieron varios años. Acumulando historias. Escuchando y escuchando. Sin cansancio, ni fatiga. Pasaron por sus sillas, cientos de personas, de toda clase, de todo tipo, de todo gusto, pero con algo en común, un corazón necesitado por sanar y un alma necesitada por volver a la vida.

La fama de este escuchador de historias, tomó fuerza. Se decía milagros operaba, quien, con su mirada apacible, transmitía sanidad y libertad. Hubo quienes dijeron, fueron sanados con solo ser escuchados por aquel sujeto. Pero, la verdad era un simple mortal y solo se dedicaba a escuchar sinceramente.

Prestar su oído, ser un amigo, para quien se siente oprimido. Era, un escuchador para dejar en esta realidad algo de amor, luz y esperanza.

Escuchador de HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora