3. Summers y Kinney

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Estaba consciente, pero al mismo tiempo no podía moverse. Sentía agujas insertarse sobre su piel mientras el movimiento a su alrededor se veía frenético, los gritos de varias personas se escuchaban y Amelia no podía reconocer ninguna, quiso hablar, pero no pudo y entonces volvió a cerrar los ojos.

Nunca supo cuánto tiempo pasó, a su alrededor sintió tranquilidad y escuchó la máquina que media sus constantes vitales emitiendo un sonido monótono acompañado de unos susurros con palabras que no entendía completamente. Por fin abrió los ojos, pero las personas que ahí estaban no se daban cuenta de su consciencia.

—Es el escudo —escuchó al profesor— le hemos estado dando medicación para intentar ralentizarlo, pero cada vez es más fuerte. Intenta tomar el cuerpo de Amelia y al hacerlo está utilizando toda su energía.

Después de eso hubo silencio y Amelia pudo ver a su padre apoyado de frente uno de los muebles con la cabeza abajo y el semblante pensativo.

—No entiendo, esto no había pasado antes de que descubriera el poder.

—Es porque estaba desactivado, pero cuando ella murió —una tensión se reprodujo después de esas palabras— el escudo quedó intacto, solo algo frágil por el material con el que fue herido, pero seguía activo. Y esto va a seguir empeorando, es por eso que es importante regresarle a Amelia el control sobre él.

Amelia intentó hablar, pero las palabras no lograban salir de su boca y fue una de las enfermeras que entró en ese momento quien se dio cuenta de que estaba despierta. Se acercó a ella con cuidado y con una pequeña sonrisa.

—Está bien —dijo insertando un líquido en su catéter— todavía debes descansar.

Los adultos voltearon a verla y Amelia sólo pudo conectar sus ojos a los de su padre por un segundo antes de caer en la inconsciencia una vez más.


[...]

—Estoy harta de esto, Pietro —susurró Amelia estando de vuelta en la cama de la clínica de la base y segundos después las lágrimas comenzaron a caer— ya no puedo más.

El hombre la tomó entre sus brazos y la abrazó fuerte mientras ella continuaba derrumbándose con su rostro escondido en su pecho e intentó buscar un refugio con él. Ninguno de los dos se dio cuenta en ese momento de que Peter observaba todo desde el marco de la puerta mientras sostenía un ramo de flores, le mataba verla así y peor le ponía no ser él el que la abrazara de esa manera para reconfortarla porque sabía que el único que podría comprenderla en su totalidad era Pietro Maximoff.

Peter sintió una mano apretar su hombro y al voltear pudo ver a Tony Stark observando la escena de igual manera hasta verlo directamente a él.

—Tengo que hablar contigo —Peter asintió y ambos se fueron del lugar no sin antes dar una última mirada a Pietro y Amelia.

[...]

Durante los días siguientes Tony se había mostrado distante, apenas le dirigía la palabra. Incluso había mandado a Happy para comunicarle que su traslado a la mansión de los mutantes estaba arreglado y se iría ese mismo día. Peter no había ido a visitarla desde que perdió la consciencia y en el momento pensó que era mejor así, pero le dolía no haber podido verlo.

—Supongo que se terminó —se encogió de hombros mientras doblaba la ropa para ponerla en la maleta— incluso antes de que empezara de manera oficial.

—No lo creo, la gente no desaparece de la nada —intentó Pietro tranquilizarla.

—Él lo hizo —contestó en calma— tal vez es lo mejor, necesito una concentración completa si quiero terminar con esta pesadilla.

Amelia: La venganza del pasadoWhere stories live. Discover now