2. ¿El Diablo?

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¿El Diablo?

Intente abrir los ojos los cerré al instante en que la luz llego a ellos.

Al fondo se podía escuchar voces pero me tomo un momento para entender lo que decían.

—Gabriel, ¿Y si te pasaste de cloroformo? —cuestiono alguien muy preocupado —. ¡Ya es para que hubiera despertado!

Escuche pasos acercarse y luego sentí dos dedos en mi cuello.

—No, aún no está muerta —afirmo otra voz que conocí muy bien, es el sujeto con que me había raptado. Al parecer su verdadero nombre es Gabriel pero creo que Rambo le sienta mejor.

—El señor nos va a matar—afirmo el otro muy nervioso —. venderá nuestros órganos en el mercado negro así reunirá el dinero que necesita porque tú mataste nuestro boleto de vida —puedo asegurar que lo dijo llorando—. Esto fue una mala idea, no debí hacerte caso.

¿Quién es el señor? ¿Y porque le tenían tanto miedo?

Abrí los ojos para ver quién al sujeto que lloraba nerviosamente, me costó pero poco a poco mis ojos se acostumbraron a la luz.

El llorón estaba caminado de un lado a otro, no es igual que Rambo este es un flacucho de piel muy blanca y con rasgos asiáticos, desde sus dedos hasta su cuello estaba cubierto por tatuajes triviales.

—Puedes calmarte Daniel, porque nuestro boleto aún vive —dijo señalándome — Ya despertó.

Pude ver la emoción de Daniel en sus ojos, casi me emociono también pero recordé que su boleto de vida soy yo.

Mire a mi alrededor intentado orientarme para saber dónde estaba, pero solo veía paredes manchadas por la humedad sin ventanas, moví mis manos tratando de buscar forma de liberarme, habían hecho un gran trabajo con el elaborado nudo, en mi cuello tenía una almohada de esas que se usa para viajar (si me preguntan les doy 5 estrellas por excelente servicio) me encontraba amarrada en una silla con un espaldar muy cómodo sin posibilidades de gritar porque tenía una cinta en mi boca.

—Avísale al señor que ya despertó — le ordenó Rambo a Daniel.

Este último salió rápido del cuarto, parecía un niño pequeño corriendo a abrir sus regalos en navidad.

Mire fijamente la puerta por donde había salido el flacucho, con él ahora entraba otro sujeto.

—Señor ya podemos empezar con nuestro plan —dijo con gran emoción Daniel.

Ignore por completo sus palabras, ahora mi concentración estaba en el señor que no tenía nada de señor, si acaso triplicaba mi edad.

Lo repase de arriba hasta abajo, a diferencia de los dos tipos que ya había visto antes este sí que es agradable a la vista. Los otros de seguro tenía su belleza por adentro, muy adentró.

Él tenía esa belleza oscura que describían en algunos libros, llevaba puesto un jean, zapatos deportivos y una camisa negra aunque sencilla se ajustaba bien a su torso esbelto y musculoso, en su brazo izquierdo tenía dos líneas gruesas y una delgada tatuadas, su rostro estaba adornado por unos ojos marrones muy comunes pero en su rostro parecía como ver la octava maravilla del mundo, tenía una sonrisa en su rostro adornaba por dos hoyuelos en sus mejillas, su cabello es la cereza del pastel, castaño, abundante y rebelde.

Admito que soy de las que no se fija en lo físico, mi ex puede dar fe de ello pero soy fiel admiradora de la belleza masculina.

El chico que seguramente es la reencarnación del mismísimo Adonis, avanzó hasta mí quedando tan cerca que podíamos respirar el mismo aire, con suavidad me quito la cinta de la boca.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora