◜minhee◝
A veces deseaba que sus esfuerzos valieran la pena.
No esperaba una felicitación por cada una de las cosas que hacía, claro, pero que de vez en cuando alguien notara alguno de sus triunfos no estaba de más. Desde niño, ansiaba con llegar a casa cuando sus padres recibieran sus notas en el correo y que le felicitaran por ser el más destacado de clase, o que fueran a alguno de sus partidos de baloncesto y se dieran cuenta que había progresado mucho hasta llegar a ser capitán; realmente, esperaba ser notado de una u otra forma.
Suspiró una vez más, apoyando su frente contra el escritorio del aula, cerrando sus ojos para que la luz del sol no lo molestara. Había terminado su jornada de estudio, once horas se habían pasado con más rapidez de la que esperaba, pero que el reloj marcara las siete de la noche no significaba el final de su día, aún había mucho por hacer, se supone que hora de estudio había empezado hace media hora y lo correcto sería que fuera para no perder el hilo del tema de ayer. Pero ¿qué caso tenía? A él no le interesaban las relaciones internacionales, ese era un interés propio de su padre que Minhee había querido estudiar para tener un tema de conversación con él a la hora de la cena; sin embargo, todo había tomado un rumbo distinto al que le hubiera gustado, pues tanto interés en ello hizo creer a su padre que por fin estaba decidido a una carrera universitaria y que su hijo estudiaría la carrera que fue su sueño en la adolescencia. Sí, no había tenido el resultado que deseo.
Su celular vibró una, dos, tres, hasta cinco veces, pero lo ignoró por un momento. En la pantalla se leía el nombre de su mejor amigo, y a pesar de querer mucho a su amigo, no estaba con humor de leerlo en ese momento; seguramente le diría más tarde que estaba estudiando y por eso no tuvo oportunidad de responder. No le gustaba mentir, menos a la única persona que le hacía compañía, pero a veces quería despejarse un poco y su mejor amigo vivía por atención constante. Después lo compensaría.
Observó por la ventana una vez más, a lo lejos divisó una figura que le había provocado un enorme dolor de cabeza por la mañana, y que lo seguiría haciendo si no lo resolvía en ese momento. Así que tomó sus cosas con rapidez y salió disparado a la puerta por donde el chico estaba retirándose, para su suerte el otro caminaba lento y despreocupado, y sus largas piernas lo hacían veloz aunque un poco torpe.
—¡Ham Wonjin! —gritó en medio de un tropiezo, logrando que el otro frenara sus pasos para reconocer su voz—. Ni un paso más, tengo que hablar contigo.
Cuando Wonjin se giró a verlo con expresión aburrida, Minhee se dio cuenta que no estaba feliz de verlo. Nunca lo estaba, realmente, podía decir con seguridad que no era del agrado del otro, pero sus caminos siempre se cruzaban de una u otra forma, por lo que se veían constantemente.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, presidente? Si es así, dime ya que tengo algunos pendientes.
—Necesito tu confirmación para entrar al Comité, eres vicepresidente —anunció Minhee acercándose unos pasos.
Tal vez no hubiera tenido que informárselo personalmente si el otro se hubiera presentado el día de las elecciones.
—Ya avisé que no quiero y no voy a formar parte de eso, deberán buscar un sustituto —no le dirigió la mirada al murmurar eso—. Ahora, si me disculpas...
Dio media vuelta y retomó su camino, no dándole tiempo a Minhee de entregarle la carta del rector donde le informaba que no podía haber sustitución. Era un mérito que el bobo de Ham se había ganado por sus buenas calificaciones, al igual que él, al igual que todo el Comité, ¿por qué no podía aceptarlo y ya? ¿No era ese su propósito al ser el mejor de su clase?
Con un poco de frustración se decidió por irse a casa, yendo por el lado contrario de Wonjin, caminando lentamente viendo el atardecer. Era una de las pocas cosas que le gustaban, y una de las que casi no tenía oportunidad de ver porque siempre estaba encerrado en la biblioteca a la hora que se daba, por eso su humor se levantó esta vez, por fin podía admirarlo. Una sonrisa pequeña duró en su rostro hasta que llegó a su edificio, donde todo era paz, tranquilidad y maullidos de las mascotas de una de sus vecinas que se asomaban a la ventana, a veces llegaban a su balcón y podía acariciarlos mientras hacía su tarea, era otro de sus pequeños placeres de la vida. Al entrar a casa la encontró vacía, tal vez había llegado más temprano de lo habitual, pero seguramente no tardaban en llegar.
Le gustaba ese ambiente de tranquilidad, solo en algunos días. Así que decidió aprovecharlo, dándose un baño rápido para relajarse de su ajetreado día en la escuela; ser presidente del consejo no era fácil, debía estar siempre presente en las discusiones que involucraban a los alumnos, tenía que proponer, aceptar o rechazar ideas para que el espíritu académico llegara hacia los demás, sin contar que era otro estudiante y debía de sacar las mejores notas para mantener su puesto. Era agotador, pero esperaba buena recompensa por ello.
Cuando salió del baño, dio un vistazo a su mochila, recordando la carta del rector para el vicepresidente, quien curiosamente era el chico del apartamento frente al suyo. Si bien no se lo pudo entregar antes, dejárselo en la puerta podía ser buena opción; alguna de sus hermanas lo podría ver y entregárselo, o si las encontraba de casualidad se las daría, de todos modos ellas eran más agradables con él que su compañero. Al no ver a nadie en el pasillo, como era habitual a esa hora, decidió dejarla en una pequeña rejilla de la puerta, haciendo que se notara y regresando a casa.
Minutos más tarde llegó su hermana mayor, como era costumbre, con aquella energía inigualable que no sabía de donde había sacado. Ese día decidió que no estaba para escucharla hablar de un tema que llevaba arrastrando ya hace días, era algo de su clase, Minhee no entendía y ella recolectaba información nueva todos los días, queriéndola compartir siempre con él, aunque pocas veces la escuchaba. Fue directo a su habitación, dejándose caer contra sus almohadas. De nuevo su celular vibró, era su mejor amigo con otros cuantos mensajes sin sentido.
No respondió, de nuevo. Mañana tal vez se pondría al día con él, por el momento todo lo que esperaba era que la noche durara más de lo que normalmente hacía.
ESTÁS LEYENDO
Vagón 9「Cravity」
FanfictionCuando se conocieron, realmente no esperaban que sus vidas se conectaran tanto entre sí, ni tampoco que terminarían haciendo de una estación abandonada algo así como su hogar. CRAVITY AU¡! @-xoney 2020