Malum quidem nullum esse sine aliquo bono

2.2K 248 146
                                    

Capítulo 5.

Malum quidem nullum esse sine aliquo bono
(«No hay ningún mal sin algo bueno»)

[Una frase que recuerda a la vieja idea del Yin y el Yang]

. . . . .

—¡Tu varita! —dijo la chica con premura—. ¡Dame tu varita!

Draco hizo una mueca de dolor cuando se giró un poco para que viera dónde la tenía. Hermione Granger palpó la zona trasera de sus pantalones hasta que dio con lo que buscaba. Cuando tuvo la varita en su poder, se puso en pie y empezó a caminar hacia la casa con paso decidido.

—¿Qué? ¡No! —gritó Draco al darse cuenta de lo que hacía—. ¡Vuelve! ¡Tenemos que irnos!

Pero Granger ya estaba esquivando los ataques lanzados por su amigo, dispuesta a enfrentarlo una vez que ambos estuvieron en igualdad de condiciones.

—¿Por qué estás haciendo esto? —le espetó, su voz furiosa y dolida a partes iguales—. ¿POR QUÉ?

Ambos se enzarzaron en un intercambio indiscriminado de ataques mientras Draco intentaba ponerse en pie, gritando de dolor en el proceso. La daga le había alcanzado la zona del omoplato y, además, aún tenía una gran herida abierta en el abdomen.

Cayó al suelo de nuevo, preocupantemente mareado. Había perdido mucha sangre.

Más allá, un choque de hechizos consiguió que la varita en poder de Potter resbalara de sus manos y cayera hacia adelante, rodando un poco sobre el porche de la casa. La chica esperó para que la recuperara antes de volver a atacar, pero para su sorpresa, este no cruzó el umbral para hacerlo. Por el contrario, se quedó allí de pie, mirándola colérico con esos ojos tan abiertos que parecían a punto de salírsele de sus órbitas.

Hermione Granger dio un cauteloso paso en su dirección, haciendo rápidas suposiciones sobre lo que podría estar pasando.

Por su parte, Draco no podía evitar albergar gran cantidad de angustia en su pecho al verla aproximarse hasta quedar literalmente frente a su amigo. Sin embargo, y al contrario de lo que hubiera esperado, este no se abalanzó sobre ella ni hizo nada para impedir que recogiera su propia varita, que descansaba a tan solo pocos centímetros de sus pies.

Hermione parecía tan desconcertada como Draco, pero no tardó en volver rápidamente a su posición, arrodillarse junto a él y devolverle la suya.

—Tengo que sacarte eso —le informó, señalando la zona de su espalda herida. Antes de que pudiera reaccionar, sostuvo el mango y tiró de él con fuerza para desincrustar la daga de su cuerpo.

Draco, en un movimiento maquinal provocado por el dolor, agarró con fuerza la muñeca de la chica mientras esta la apartaba. Ambos se miraron un momento a los ojos con excesiva intensidad, con demasiada carga emocional. En un momento dado, ella hizo una mueca de dolor y él aflojó su agarre, liberándola.

Quiso decir algo para romper el incómodo silencio que se había formado entre ambos, pero pareció quedarse sin palabras. Por suerte, ella tenía preparadas las indicadas.

—Déjame echar un vistazo —le dijo, soltando la daga en el suelo y llevando las manos a su cuerpo, levantándole la camiseta con extremado cuidado. Sabía que tenía que actuar rápido si quería salvarle la vida.

—¡Ah! —se quejó el chico.

—Lo siento, lo siento.

—¿Por qué no nos persigue aquí fuera? —preguntó Draco, en parte por pura curiosidad y en parte para distraerse del dolor mientras Hermione pasaba la punta de su varita con lentitud cerca de la herida, intentando cauterizarla.

SeisWhere stories live. Discover now