29. ¡Como no pelear por ella!

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Sophia Pavanelli.

¡Que rico!

Siento como el cuerpo se alivia cada vez que mis articulaciones se estiran, es como cuando andas con unas ganas de ir al baño, y bum te sientas y relajación, se siente tan bien.

Me gusta mucho estar acostada en mi cama y pensando en lo que me tengo que poner para esta noche. Hoy saldremos con todos los muchachos a comer por la manía de Tahira de salir en grupo, así es ella, le encanta tener a todos sus amigos cerca. Eso la vuelve muy especial.

Estoy, me levanto o no me levanto, es que se siente tan bien estar acostada en la cama y más cuando el colchón es bien suave. De grande me van a decir Doña pereza.

Quedo viendo la mesita que tengo a mi lado y me fijo en el libro que compré aquella vez con Alexandro. (Los deseos del jefe) y les contaré que me pareció, resulta que el amor todo lo puede, bueno a él le termino gustando mucho la chica, después de tanto sexo desenfrenado y como a ella siempre le gustó, se unieron en pareja vivieron felices, y sí, siguieron con el sexo salvaje, algo que me pareció muy bueno. Soy fanática a novelas eróticas, me encantan y digamos que yo también Soy un poco Onfire.

¡Como todos!

Y adivinen, resulta que tiene segundo libro y yo tan feliz que estaba con este final, pero bueno.

Para concluir, la novela me gustó mucho, creo que sí, la reeleria y que más digo, me gusta mucho el cliché.

—¡Sophia! —dentra Tahira a mi cuarto —. ¿Ya tenes que ponerte? —pregunta y yo solo con tres toneladas de algodón encima y sonrió por que no he alistado absolutamente nada.

—Adivino, ni siquiera has visto tu ropero —dice volteando los ojos tapándose el rostro.

—Es que estaba cansada —digo haciendo bochinche y poniendo una almohada en mi cara —. De todos modos solo es ropa, escojo algo rápido y ya —termino.

—¿Como? ¡sabes lo que cuesta escoger una mudada! —reacciona como si lo que había dicho, hubiera sido algo grave. Tahira si es exagerada.

—Un ratito más y ya —digo sabiendo que Tahira se va a negar por completó. Me gusta mucho molestarla.

—No, no no ahorita te levantas —dice tomando la manta de una punta para después arrancarla de mis brazos, quedando mi cuerpo al descubierto.

—Hoy tenemos que vernos hermosas y tu no serás la excepción.

Me queda viendo y se fija en un punto en mi pierna —. ¿Que tienes ahí? —toca mi pierna, observando el gran manchón morado y rojo que tengo.

—¿Tienes un chupón en tu pierna? —dice poniendo una sonrisa maquiavélica.

Abro los ojos por que ni yo me había dado cuenta de eso, maldito Ibrahîm, seguro fue él. Con razón estaba a todo besar esa parte, bueno tampoco me voy a quejar de eso.

El Hijo del Jeque ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora