13| Final inesperado.

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Dean Morrison

Fui un imbécil.

No debí confiar en ella, en que no se escaparía.

Era obvio que en la primera oportunidad que se le presentara lo haría, pero su falsa amabilidad me segó, de verdad, soy un idiota.

Salgo del agua mirando el camino por el que se ha escapado.

Lo único que me tranquiliza es que, este lugar está desierto y que por la dirección que tomó, la encontraré en la calle 45.

Oh dulce Kiara... ¿De verdad creíste que te escaparías de mi así como así? 

Que equivocada estás.

Decido esperar unas horas para que la chica tenga falsas esperanzas de libertad, a veces soy mala persona, lo admito.

Pero es que ella debió pensarlo dos veces antes de hacerlo, no sabe lo que le espera después de esto. 

Esa chica es realmente irritante cuando se lo propone pero he de admitir que hay algo en ella que me hace querer tenerla cerca, es como si fuera un imán para mí.

Deja de pensar idioteces. — me regaño mentalmente.

Me dispongo a ir hacia el auto. Cuando llego a este lo abro y me siento en el asiento de piloto mirando hacia la puerta del carro, el atardecer se ve hermoso entre los árboles.

Nuevamente la recuerdo, pero no a Kiara sino a...

Sus ojos grises que me miraban con intensidad, su pequeña y fina nariz, sus labios carnosos y rosados, su piel bronceada, ella era perfecta.

Cuanto la extraño, como quisiera tenerla aún a mi lado.

Me paso alrededor de dos horas pensando y recordando hasta me doy cuenta que ya ha oscurecido, ahora en bosque tiene un aspecto tenebroso, oscuro, si algo a alguien se me acercase desde allí no me daría cuenta, pues, no se ve más nada que la silueta de los grandes árboles.

Me acomodo correctamente en el auto y cierro la puerta a mi lado. 

Enciendo el vehículo y conduzco hacia la única parte dónde podría llegar Kiara.

Narra Kiara Thompson

Llevo más de quince minutos esperando a que un auto pase, pero nada. Es como si hoy, el universo, estuviera en mi contra.

Estoy a punto de darme por vencida, cuando a lo lejos observo un auto acercarse. Aleluya.

No logro distinguir su color, o siquiera su modelo, esta parte del bosque es  demasiado oscura e incluso hay neblina. Por lo que distinguir ese auto es tarea difícil, lo único que se ven son sus luces delanteras.

Hago señas con mis manos para que el conductor pare el auto a medida que se va acercando y al parecer comprende porque detuvo el auto justo frente a mi.

Las luces molestan en mis ojos así que llevo mi antebrazo al lugar para que deje de molestar, segundos después siento que las luces se apagan y alguien baja de auto.

— Muchas gra-

— Sube al auto ya. — esa voz retumba en mi cabeza, esa voz que tanto conozco. La voz de Dean.

Ha sido muy rápido en encontrarme. Y es cuando caigo en cuenta.

Esta no sería mi salvación, sería mi muerte.

Empiezo a correr carretera abajo, no dejaré que él me agarre tan fácilmente, quiero ser libre. Mis pensamientos de libertad se ven frustrados en el momento en el que él me alcanza y me carga como si fuera un saco de papas.

— Maldita sea, suéltame. — grito y pataleo, he llegado hasta a golpear su espalda, pero nada lo hace perder el equilibrio. Él me carga como si no pesara.

Cuando llegamos al auto y me puso el cinturón de seguridad, me di por vencida. Al parecer este si era mi destino real, lo cual me molestaba.

Dean arrancó el auto a toda velocidad luego de dar la vuelta.

— Créeme que te vas a arrepentir de esto. — dice frustrado y enojado a la vez.

No le respondo, no tengo ganas de hacerlo, solo me dedico a observarlo. Aún sigue algo mojado, su pelo se pega a su frente y su camisa blanca se transparenta un poco, miro el reloj que hay en la esquina inferior del panel del auto.

Son las siete y cincuenta de la noche, sin mal no recuerdo lo tiré al agua a eso de las cinco de la tarde. Le dará un gran resfriado, lo deduzco.

Una parte de mi se siente mal porque hoy es su cumpleaños y seguro se lo arruiné pero mi otra parte dice que intentar escaparme fue lo correcto.

Había estado tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta cuando llegamos a la casa de Dean, me bajo del auto y camino hasta la puerta. Él la abre y veo todo como esta mañana.

Subo las escaleras e intento encerrarme pero Dean se cuela en "mi habitación".

— ¿Qué mierda quieres ahora? — digo irritada, odio verlo.

— ¿En qué demonios estabas pensando? — espeta molesto.

— En escapar de ti, es obvio. — digo rodando los ojos.

— Eres una estúpida. — dice enojado.

— Tú eres un idiota. — digo furiosa, volteandome y yendo al closet para cambiarme la ropa que tengo puesta. — ¡Sal de mi habitación! — grito desde adentro.

— ¡No hasta que salgas! — lo ignoro y me cambio de ropa.

Unos shorts de algodón grises y una camiseta ancha color hueso es lo que visto. Salgo de nuevo.

— No quiero hablar contigo, no te soporto. — digo ya cuando estoy frente a Dean.

— ¿Qué me dejas a mí? Eres insoportable y te comportas como una niña malcriada. — sus ojos irradian enojo y algo más que no puedo descifrar.

— ¡No te soporto! — grito exasperada.

— ¡Yo no te soporto a ti! — grita él de la misma forma.

— ¡Te odio! Eres mandón, egocéntrico estúpido, idiota y-

Nuestra discusión tiene un final inesperado cuando siento sus labios contra los míos de forma demandante.

Pero lo que más me sorprende es que...

Yo le seguí el beso.



Inesperado.Where stories live. Discover now