Contrademanda

921 66 43
                                    

Una semana más tarde Draco había recuperado la gerencia de la empresa que hasta el momento había sido ocupada por su madre quien, por lo general, era asistida por un profesional de confianza. El aviso del cambio de jefatura se había hecho oficial a todos los empleados el día viernes anterior, en una reunión en donde Narcisa comunicó a la plana directiva que, a partir del día lunes, retomaba sus funciones al mando de Malfoy Company, su hijo, para que estos mismos bajaran la información a sus subordinados. Nadie dijo nada, al menos no delante de ella. Sin embargo, era consciente de los numerosos comentarios que este cambio acarrearía, pero no estaba dispuesta a dar pie atrás. Draco, en los años posteriores a Hogwarts y mientras estudiaba para ser medimago, estuvo al frente de la empresa, logró expandirse y recuperar bastante terreno perdido debido a la mala gestión de Lucius. Hoy, su hijo regresaba y estaba ilusionada con que lograra revertir los magros resultados obtenidos últimamente al ceder espacio ante la competencia. Draco era inteligente y estaba convencida que su hijo tendría más de alguna idea para repuntar los índices de producción y posicionar a la empresa en el sitial que nunca debió perder.

Por toda la confianza puesta nuevamente en él por su madre y también por Lucius, quien desde la Azkaban había celebrado su divorcio y su retorno a la gerencia, Draco había pasado el fin de semana ideando una nueva estrategia para retomar el negocio y repuntar en las ventas, las que, debido al poco manejo de Narcisa, muy chapada a la antigua sumado a mediocres asesoramientos, habían descendido ostensiblemente. Tenía que basar su gestión en estrategias nuevas de mercadeo, renovación de tecnología y lo más importante, una mejora en los canales de comunicación.

Se hallaba frente a su plato de leche con cereal que Ginny le había servido a la hora del desayuno mientras su vista se había pegado en la taza de té humeante y en su mente agendaba horas de reunión con el equipo técnico para analizar...

—Draco —fue Ginny quien, vestida todavía con bata de levantarse, se sentó a su lado, trayéndolo de regreso al departamento que ambos compartían. Él meneó la cabeza de un lado hacia otro como para centrar sus sentidos en ella, pero seguía pensando en quién sería su asistente directo. De seguro no sería la secretaria que tenía su madre pues no era de su confianza—. ¿Cierto? —preguntó ella y en ese instante se dio cuenta de que no había escuchado absolutamente nada de lo que Ginny había hablado.

—Lo siento, Gin... este... —se encogió de hombros y tomó un poco de té, que le quemó los labios. Rápidamente lo puso de nuevo en la mesa—. No tiene azúcar.

—Te lo acabo de decir, pero como siempre, no me escuchaste.

—Es que...

—Desde la semana pasada que te estás acostando quién sabe a qué hora... anoche la última vez que vi el reloj eran las tres de la mañana y hoy no he escuchado levantarte, ¿dormiste algo? No, no me respondas... tal vez ni siquiera quiera saberlo... —soltó echándose atrás en la silla.

—Sabes por todo lo que estoy pasando. No quiero discutir nuevamente.

—No se trata de discutir, amor. Se trata de nosotros. Desde la visita de Ron que estás cambiado conmigo, ya casi ni me hablas. Te pasas horas sentado aquí leyendo informes, sacando cuentas...

—Trabajando, querrás decir.

—¡Ah, vale! Entiendo. Y yo soy el ama de casa que no se debe de meter en los asuntos del «macho proveedor» —gruñó con rabia cruzándose de brazos.

—Vamos, Ginny. Sabes que no soy así. Creí que el tema de tu trabajo lo teníamos zanjado, que ibas a esperar un tiempo antes de buscar en algún otro hospital mágico de Inglaterra en donde ejercer tu profesión. San Mungo no es el único, hay clínicas privadas... también vimos la posibilidad de instalar una consulta particular.

No Se AmabanWhere stories live. Discover now