Capítulo XVI

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"Nos llevamos una sorpresa en Miami Beach..."

— Percy, despierta.

El agua salada me salpicaba en la cara. Skylar me sacudía por el hombro.
A lo lejos, el sol se ponía tras los rascacielos de la ciudad. Divisé una carretera flanqueada de palmeras junto a la playa, escaparates de tiendas con deslumbrantes neones y un puerto abarrotado de cruceros y barcos de vela.

— Es Miami, creo. — dijo Skylar — Pero los hipocampos se están comportando de forma extraña.

Era cierto: nuestros amigos habían aminorado la marcha, relinchaban y nadaban en círculos husmeando el agua. No parecían muy contentos. Uno de ellos estornudó.

— No van a acercarse más. — dije — Demasiados humanos, demasiada polución. Tendremos que nadar hasta la orilla.

A ninguno nos gustaba la idea, pero tuvimos que resignarnos y a Rainbow y a sus amigos les dimos las gracias por el viaje. Tyson derramó unas lágrimas y desató el paquete que usaba de asiento a regañadientes, donde guardaba sus herramientas y un par de cosas que había logrado salvar del naufragio del CSS Birmingham.
Cuando las crines blancas desaparecieron en el mar, comenzamos a nadar hasta la orilla. Las olas nos empujaban, y en muy poco tiempo estábamos de vuelta en el mundo de los mortales. Recorrimos el puerto entre mucha gente que llegaba de vacaciones, mozos tirando de equipajes y carros tirando de maletas. Los taxistas hablaban a gritos en español y se colaban entre las filas para recoger a los turistas.

Ahora que estábamos de nuevo entre mortales, el único ojo de Tyson se camuflaba gracias a la niebla. Grover se había vuelto a poner su gorra y sus zapatillas. E incluso el vellocino se había transformado y ahora era una chaqueta de instituto roja y dorada, con una Omega resplandeciente bordada sobre el bolsillo.
Skylar iba al frente con Grover, que asintió varias veces y cruzó la carretera mientras ella avanzaba hasta un expendedor de periódicos.

— ¡Dieciocho de junio! ¡Hemos estado diez días fuera del campamento!

— ¡No es posible! — dijo Clarisse.

Yo sabía que sí lo era. El tiempo transcurría de otro modo en los lugares monstruosos.

— El árbol de Thalia debe de estar casi muerto... — murmuró Skylar — Tenemos que llegar allí esta noche.

Clarisse se dejó caer en el pavimento, abatida.

— ¿Cómo demonios se supone que vamos a hacer? — dijo con voz abatida — Estamos a miles de kilómetros, sin vehículo y... ¡Ni se te ocurra, Sky! — la azabache se cruzó de brazos al ver que no iba ni a escuchar su idea — Es exactamente lo que dijo el Oráculo. ¡Tú tienes la culpa, Jackson! Si no te hubieras entrometido...

— ¡Ya está bien! — zanjó.

Clarisse se agarró la cabeza con las manos y Skylar se sentó a su lado. Grover regresaba con dos bolsas llenas de comida para un ejército y se las dio a Skylar, que sacó una cajita con patatas fritas y se la tendió a Clarisse.

Casi se me había olvidado, pero esa búsqueda era suya. Durante un minuto espeluznante vi las cosas desde su punto de vista. ¿Cómo me hubiera sentido yo si un puñado de héroes se hubieran entrometido y me hubieran dejado en mal lugar?
Pensé en la conversación que había oído en la sala de calderas del CSS Birmingham: Ares hablándole a gritos y advirtiéndole que no fallara. A él le traía sin cuidado el campamento, pero si Clarisse lo hacía quedar mal...

— Clarisse, — pregunté — ¿qué te dijo exactamente el Oráculo?

Ella levantó la vista. Pensé que me iba a mandar a paseo, pero recitó la profecía:

𝐒𝐄𝐀 𝐎𝐅 𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑𝐒 || PJO 🔱Where stories live. Discover now