Chat noir sonrió al escuchar su manera de expresarlo: por fin estaba preparada para ver su rostro sin el antifaz, y deseaba sellar su compromiso disfrutando por primera vez de la intimidad compartida sin la barrera de su identidad heroica entre los dos.
Tomó una manta ligera que había a los pies de la cama para cubrir a ambos: no le apetecía vestirse, pero tampoco quería que Marinette se sintiera incómoda frente a Plagg, o que este pudiera hacer algún comentario desafortunado sobre su apuesta, o lo que fuera.
La rodeó con sus brazos, besó suavemente sus labios, y la miró de frente. Parecía tan nerviosa como expectante.
--¿Estás lista?
--Creo que sí.
--Está bien. Habrá un resplandor cuando diga las palabras: no te asustes. --Ella asintió con la cabeza--. Plagg, garras fuera.
La misma luz verdosa que lo rodeó se concentró también sobre su traje, abandonado en el suelo. Desnudo como estaba, la destransformación no suponía un gran cambio: sus orejas gatunas se desvanecieron, al igual que el antifaz, y sus ojos tomaron su apariencia convencional.
Marinette cerró los ojos en el último momento, y le pareció que contenía la respiración. Acarició su rostro para animarla a abrirlos, pero ella apretó los párpados con obstinación.
--Vamos... Solo soy yo.
Por fin pudo ver cómo los iris celestes de la chica se posaban en los suyos como si lo viera por primera vez. Paradójicamente, parecía intimidada por tenerlo tan cerca: su respiración era rápida, y sus mejillas competían en color con las rosas que le había regalado.
--Oh, dios mío --gimoteó, cubriéndose el rostro con las manos--. Eres tú... ¡De verdad eres tú!
--Soy yo, Marinette; ¡pero eso ya lo sabías! --rio.
--¡Es que no es lo mismo saberlo, que verte frente a mí, en mi cama, y sin ropa!
--Pues te recuerdo que me la quitaste tú, princesa --dijo Adrien en tono seductor, acercándose a su oído--. Y, desde luego, no parecías tan tímida hace solo un momento, cuando me tenías... hmm... contra las cuerdas.
Marinette separó los dedos lo justo para mirarlo entre ellos, todavía colorada como un tomate.
Plagg soltó una risilla rasposa, y la chica se giró hacia él.
--Oh, disculpa, Plagg; encantada de saludarte --mantuvo la expresión contrita, pero se repuso lo suficiente como para hablarle con tono formal.
--Lo mismo digo, Marinette. Me alegra conocerte por fin. Y no seas muy dura con mi portador; después de todo, la mayoría de los malos consejos se los he dado yo --dijo, haciéndole un guiño--. ¿A que soy genial?
--¡Sin duda! Un auténtico genio: te lo agradezco de verdad --dijo Marinette, con un tono que incluía una promesa de "ya hablaremos más tarde" que solo captó la criatura mágica--. ¿Puedo ofrecerte algo de comer?
El pequeño kwami negro hizo una pirueta alborozada, revoloteando a su alrededor. Si en algún momento sintió algo de preocupación por lo que le diría la guardiana, esta se desvaneció de inmediato ante la perspectiva de disfrutar de un buen trozo de queso.
--Un poco de camembert sería estupendo, gracias. ¡Y un montón, ya sería perfecto! Por favor, no te molestes en levantarte: yo mismo buscaré la nevera, que vosotros tenéis mucho de lo que hablar. Y, muchacho --se dirigió a su portador--, como se te ocurra volver a estropear las cosas con esta señorita, te las tendrás que ver conmigo --amenazó.
--¡Pero bueno! Lo que hay que aguantar... --masculló Adrien, mientras Marinette reía al fin. Él acompañó su risa; al menos, la intervención de Plagg parecía haber logrado que se disipara parte de su tensión.

YOU ARE READING
En mi balcón (Olvidando a Adrien)
FanfictionHa pasado el tiempo, y Marinette y Adrien han tomado caminos diferentes: se han centrado en sus estudios y sus respectivas relaciones, y su amistad se ha ido diluyendo. Sin embargo, al volver a verse, todos esos sentimientos que parecían enterrados...