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MERIDA LE DABA PEQUEÑOS MORDISCOS a su sándwich mientras leía y releía sin parar una y otra vez sus apuntes en el cuaderno de historia. Ashton comía su almuerzo delante de ella, observándola con detenimiento.
La pelirroja estaba muy nerviosa esa semana. Era la semana de los exámenes finales y todo el instituto estaba estresado, pero los niveles de estrés de Merida llegaban casi al límite. Llevaba unas dos semanas estudiando para ese examen y ahora era incapaz de recordar una frase.
－Mer.－la llamó el chico.－Mer. ¡Merida!
Levantó la vista con el ceño fruncido.
－¿Eres consciente de que tengo examen en menos de una hora y que lo voy a suspender porque no me sé nada, verdad?
－No vas a suspender, exagerada.－sonrió Ashton, cogiendo su mano.－Lo vas a hacer genial.
Merida asintió y resopló, cerrando su libreta.
－Estoy harta, ¿sabes?－habló ella.－Harta de que me digan lo que tengo o no tengo que hacer. Llevo desde niña cumpliendo órdenes que no quiero seguir. No quiero ser lo que estoy destinada a ser, o lo que se supone que tengo que ser.
－¿Y qué se supone que es eso?－preguntó el castaño.
La pelirroja dejó su comida a un lado y apoyó la barbilla en su mano, poniendo el codo sobre la mesa.
－No sé, supongo que casarme con alguien, tener hijos y un trabajo aburrido.－dijo.－Yo no quiero casarme, no porque alguien me diga que ese es mi destino.
－¿Y qué quieres hacer?
－Quiero ser actriz, eso ya lo sabes.－sonrió Merida.－Cuando tenga dieciocho, me escaparé y perseguiré mis sueños. Aunque todos me digan que no voy a conseguirlo, lo haré de todas formas. Escaparé.
Las palabras de la chica dejaron pensativo a su mejor amigo. ¿De verdad renunciaría a todo por un sueño? Claro, era Merida. No le tenía miedo a nada, estaba dispuesta a arriesgarse por cualquier cosa.
－Si apareciera con un billete de avión, ¿huirías conmigo?－preguntó Ashton.
－Claro que sí. Me iría ahora mismo si me lo pidieras, Ash.－respondió la chica.－Me iría hasta Madagascar para huir de lo que tengo que ser. No quiero ser una víctima más de la sociedad. Y contigo me iría a cualquier sitio. No me hace falta nada más si te tengo a ti.
El timbre que indicaba que la hora del almuerzo había acabado sonó, y Merida se puso a recoger sus cosas con extrema rapidez. Ashton se levantó y se acercó a ella. Puso sus manos en los hombros de la pelirroja.
－Lo vas a hacer genial, ¿vale? Lo tienes todo controlado.
－Vale.－besó su mejilla con prisas y salió corriendo de la cafetería.－¡Espérame en mi taquilla después, te quiero!
El chico se quedó allí plantado, sonriendo mientras veía a su mejor amiga abrirse paso entre la multitud de alumnos. Después, negó con la cabeza y recogió sus cosas para ir a la siguiente clase.
Las palabras de Merida fueron ciertas. Escapó, aunque no a los dieciocho. Se fue de la ciudad y no miró hacia atrás. Se olvidó de todo, y se centró en su sueño.
Ahora, viviendo en los Ángeles con su novio, cumpliendo su sueño de ser actriz, callaba las bocas de todos los que le habían dicho que nunca triunfaría, de los que le decían que siempre sería parte de la minoría.
Cuando en las entrevistas le preguntaban quién le había ayudado a perseguir sus sueños, siempre decía lo mismo, y la gente lo encontraba muy romántico, pero era la verdad.
Ashton.
Él, de cierta manera, le había ayudado a no rendirse, le había salvado de lo que se suponía que debía ser, y estaría siempre agradecida por eso.
Le había salvado de ser esa víctima de la sociedad que tanto temía ser.
Y nunca podría parar de agradecerle por salvarle la vida. Lo amaba por eso.
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Soy consciente del asco que da esto, lo siento. Social Casualty deserves better y este relato también porque apesta.
Pooor cierto, irwincute, thinwhitelies- y yo tenemos una cuenta juntas (5sosart), y vamos a subir una historia, por si queréis seguirnos y tal jsjsjsjs.
Espero que os haya gustado mucho, porque esto se acaba :(
¡Os espero mañana en Never Be, os amo con mi vida!
