Capítulo 4

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De repente, de entre el fuego se pudo distinguir una silueta, después otra, después otra, y otra, y otra, y otra, eran once personas, vestidas todas de la misma manera: túnica verde, pantalones negros, y una bandana también verde. En las túnicas había dibujado un símbolo, era un meteorito, y alrededor tenía inscripciones en latín.

-¡Asamblea! - gritó uno de ellos - ¡Os ordenamos que paréis, o si no, os daremos muerte!

-¿¡Que paremos de qué?! - chilló el organizador.

- De actuar, de planear, de investigar. ¡La tierra será destruida, y nosotros no dejaremos que paréis esa destrucción! ¡Debe suceder!

- Pero, ¡¿por qué?!

- A la tierra le ha llegado su hora, la naturaleza ha hablado, y no podéis detenerla.

-¿¡Quienes sois vosotros?! - Preguntó Yoel, que, por suerte, había sobrevivido. No todos habían tenido esa fortuna.

- Somos La Luz del Nuevo Mundo.

- Sois unos sectarios, ¿eh? - dijo el organizador.

- No, somos defensores de la naturaleza. ¿Pararéis de investigar?

- No, no lo haremos - dijo Yoel.

- Entonces moriréis.

De repente, detrás de ellos, salieron 40 guardias de seguridad, disparando y noqueando a los sectarios.

- ¡No nos pararéis! - gritó uno - ¡Somos muchos más! ¡Moriréis todos!

Los guardas se llevaron a todos de la sala, y los que quedaron vivos de la asamblea, también salieron, puesto que estaba ardiendo.

Días después, se reunieron en otro sitio aislado de todo para que no les encontrase nadie.

- ¿Cuantos han muerto? - preguntó el organizador.

- 40 - dijo uno de ellos - Entre ellos... Tracer.

-Bueno, no es tiempo de lamentos - dijo - Debemos buscar otro voluntario enseguida.

- ¿Acaban de morir 40 personas y eso es lo único que te preocupa? - preguntó otro.

- Si no devolvemos la tierra a su órbita, no solo serán 40 personas, sino toda la humanidad - dijo Yoel - Yo lo haré, yo iré a América.

- ¿Seguro? - preguntó el organizador.

- Sí.

- Bien, pues, por favor, técnicos, poneros a trabajar.

- Sí, intentaremos tener el sistema listo lo antes posible.

- De acuerdo, pues os proporcionaremos los materiales necesarios.

El sistema estuvo listo 4 meses más tarde. La esperanza de vida en ese entonces, había disminuido mucho, puesto que escasas personas llegaban vivos a los 70 años.

El mundo estaba en crisis, y solo Yoel podía salvarlo.

El día finalmente llegó, Yoel estaba preparado para lo peor, debía estarlo, no podía estar seguro de que sobreviviría, o de que conseguiría instalarlo, pero debía hacerlo. Lo iba a hacer.

Ese día, Yoel no pudo dormir. El día anterior, había hecho pruebas con un traje especializado que le permitiría estar allí sin respirar el gas. El traje le recordaba a algo, pero no era capaz de adivinar a que.

Por la mañana, cuando se despertó y le hizo el desayuno a Krista, no podía dejar de temblar.

Se sentaron a comer, y Krista dijo:

- Papá, vas a volver, ¿verdad?

- Sí, claro - respondió Yoel, con la voz rota.

- ¿Y qué pasa si no?

- ¿Si no qué?

- Si no vuelves.

- Krista, te aseguro que volveré.

- Vale - dijo ella, sonriendo.

Al llegar el mediodía, Yoel se preparó para irse. Se despidió de Krista y se dirigió hacia Barcelona, donde se pondría el traje y cogería un avión que le llevaría a América.

Una vez allí, se encontró con toda la asamblea.

- Yoel ¿estás seguro de lo que vas a hacer? - preguntó Jason, ese era el nombre del organizador.

- Si, lo estoy - respondió.

- Está bien. Tengo que preguntarte algo, solo por seguridad.

- ¿El qué?

-Tienes... ¿Tienes el testamento hecho?

En ese momento, un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Yoel.

- Sí, pero espero que no sea necesario - dijo, esbozando una sonrisa falsa, intentando no parecer nervioso.

- Sí, claro, espero que no - dijo Jason - Bueno, ha llegado la hora.

Yoel entró en una habitación, se puso el traje, y volvió a salir. Cuando lo hizo, vio que toda la asamblea estaba en frente suyo.

Jason se acercó a Yoel, con algo en la mano.

- Yoel, en tu memoria, o sea, me refiero, en conmemoración a la hazaña que estás a punto de llevar a cabo, te hemos hecho una medalla.

- Ah, gracias.

- Está hecha con el fragmento del meteorito que investigaste. Yoel, tú descubriste el asteroide, trabajaste como nadie para detenerlo, gracias a ti, hemos descubierto muchas cosas sobre él, nos has dado la solución para salvar la tierra, y estás poniendo en juego tu vida para llevarla a cabo. Eres, sin duda, nuestro salvador.

Yoel no sabía que decir, era cierto que él había hecho todas esas cosas, pero no se había dado cuenta hasta ese momento. Cogió la medalla, agradeció a todos y se dispuso a entrar en el avión.

Detrás de él, lo seguía Jason.

- ¿Qué haces? - Preguntó Yoel.

- Tengo que explicarte como instalar el sistema. Vamos, entra.

Una vez en el avión, cogieron asiento. Cinco minutos después, despegaron. Yoel estaba nervioso por lo que iba a hacer. Decidió mirar por la ventana, para ver el paisaje, y así relajarse. Pero lo que vió, no hizo más que ponerle peor. En la pista de despegue, vio a la Asamblea, despidiéndose, pero detrás de ellos, docenas de personas vestidas con una túnica verde, unos pantalones negros, y una bandana verde. Eran La Luz del Nuevo Mundo. Estaban todos cargados de armas hasta los dientes, y apuntaban hacia la Asamblea.

-¡NO! - Gritó Yoel - ¡Paren el avión! ¡Paradlo! ¡Volved!

- Yoel, no. No podemos volver - Dijo Jason.

- ¿Qué? ¿Por qué?

-Ya es demasiado tarde, no podemos hacer nada para ayudarles, debemos cumplir la misión.

- Entonces, ¿vamos a dejarlos morir?

- No podemos volver, si lo hacemos, nos matarán.

Yoel asintió a regañadientes. No pudo evitar ver como la secta mataba a sangre fría a todos, eso le dolió en el alma.

IMPACTOWhere stories live. Discover now