35. La Hermandad Oscura

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Corrió hacia los demás chicos que le esperaban  con sus miradas fijas en él, al llegar junto a ellos, Fargan ya había aterrizado y traía nuevamente su collar al cuello. Vió a lo lejos a la Ninfa sumiéndose en el bosque, debía hacer lo que le había dicho, no podría dejar que se arriesgara en vano por ellos, se volteó para ver a Fargan.

— Fargan, necesito que nos lleves a la guarida de la Hermandad —, habla determinado, la expresión de Fargan cambió de inmediato y su piel se volvió blanca como el papel.

— ¡¿Qué?! —, exclama Lolito con sorpresa.

— Tenemos que ir allí y refugiarnos, Frances detendrá a lo que sea que esté allá en el Bosque pero ese es el único lugar donde estaremos a salvo —, menciona Auron sintiendo su corazón retumbar con fuerza en su pecho.

— Yo... yo no se de que hablas —, miente descaradamente aún sin recuperarse del shock.

— ¡Vamos, Fargan! No tenemos tiempo, debemos ir ahora mismo o esa cosa acabará con nosotros —, le riñe como un intento desesperado de que cediera.

Los ojos de Fargan se dirigieron hacia Ruben que se mantenía al margen con los brazos cruzados mirando todo con expresión demasiado analítica para no conocer nada sobre el tema, asintió en un leve y casi imperceptible gesto logrando que Fargan tomara una decisión, le llevaría al refugio, después de todo había visto lo que había en el bosque y sabía que era algo chungo.

— Bien, síganme.

Atravesaron el pueblo lo más rápido que pudieron ignorando el ruido de las explosiones que aún se escuchaban en el bosque, con cada explosión que surgía, Auron debía combatir con el impulso de ir corriendo a auxiliar a Frances pero sabía que ella lo prefería así, eso no quitaba que encontrara sumamente injusto que ella debiera poner su vida en peligro solo para ayudarles a ellos. Una nueva explosión hizo que se detuviera al seco, esta de escuchó diferente, al voltearse y mirar hacia el bosque vio un gran destello blanco en el medio de todas aquellas llamas, sentía un hormigueo en todo su cuerpo que le decía que fuera, Frances estaba allí luchando para mantenerle a salvo y él estaba huyendo como un cobarde.

— Auron, vamos —, le llama Luzu volviendo a por él, los ojos de Luzu siguieron el curso de su mirada —. ¿Qué ocurre?

— La Ninfa me dijo que jamás podríamos vencer a eso que estaba en el bosque —, explica en un suspiro —. A ido a darnos tiempo para dejarnos escapar.

— Entonces escapemos.

— No puedo —, habla sinceramente —. No puedo dejar que se arriesgue por nosotros, necesito ayudarla.

El chico guardó silencio y le miró atentamente como si estuviese pensando en algo, apretó los labios y frunció el ceño. Desvió la mirada hacia el bosque observando lo mismo que Auron veía unos minutos atrás, la luz blanca luchando con el fuego ardiente, los árboles cayendo en llamas, los gritos de algo que no parecía ser algo que conocieran.

— Eso siempre me ha gustado de ti —, menciona Luzu por lo bajo —. Que siempre haces lo correcto.

Comprendió perfectamente que significaba eso y se sintió sumamente agradecido de tener a Luzu a su lado, le dejaría ir a ayudar a Frances porque ambos sabían que se lo debían, la Ninfa no había hecho más que ayudarle desde que llegó a Karmaland, era su turno de ayudarla a ella, después de todo, ella sola jamás podría contra lo que fuera que eso sea. Miró a Luzu y le sonrió, el chico, aunque no correspondió la sonrisa, pareció hacer un gran esfuerzo por no sonreírle de vuelta.

— ¡Levantaos, pringaos! —, habla Luzu golpeando el suelo repetidas veces con su pie.

Rápidamente el suelo comenzó a temblar y nuevamente salieron esqueletos de la tierra, pero, esta vez, el ejército de esqueletos era inmenso, eran tantos que cubrían todo el valle y veía algunos que seguían saliendo por entre el bosque, al mirar a Luzu pudo ver en su rostro cansancio reflejado y, claro, había invocado a un ejército inmenso de esqueletos, supuso que aquel era el número más grande de esqueletos que alguna vez había invocado en su vida. Cuando todos habían acudido al llamado y le miraban expectantes, Luzu se tomó un segundo para recuperar el aliente y se limpió la frente sudorosa con las mangas de su suéter negro.

— Vuestra prioridad es proteger a la Ninfa, salvadla de lo que sea que esté en el bosque —, orden con voz autoritaria, rápidamente todo el ejército corrió hacia el bosque desapareciendo entre los árboles con las espadas alzadas —. Bien, ahora debemos irnos.

— Vale —, asiente Auron siguiendo a la figura de Fargan que se había adelantado con los demás chicos.

Cuando llegaron al río que bordeaba el pueblo, vieron un puente de madera que llevaba a una cueva artificial que estaba en la montaña opuesta al pueblo, Fargan los llevó hacia ella y, al ingresar, vieron que se trataba del bar de Karmaland, aquello no parecía ser una guarida ni nada parecido, era un simple bar, había una barra a un lado de esta, un pequeño escenario con un piano y un micrófono, el lugar era iluminado con una luz tenue que casi los dejaba sumidos en la oscuridad. Fargan caminó hacia un lado y llegó a la pared opuesta al escenario, posicionó la mano en la fría pared de piedra y, de pronto, esta se movió hacia un lado dejando ver un pasadizo secreto, ingresar allí y, cuando ya todos pasaron, la pared se volvió a cerrar, el interior estaba muy iluminado, había una mesa redonda en el centro y tres sillas, en el fondo se podían ver esqueletos colgados de cadenas y tres cuadros inmensos con tres rostros familiares, Ruben, Fargan y Willy.

— ¿Pero qué...? —, habla Alexby con los ojos fijos en los cuadros —. ¿Vosotros eran parte de la Hermandad Oscura y jamás me reclutaron?

— Fue hace ya mucho tiempo —, comenta Ruben sentándose en una de las sillas —. Y no hacíamos mucho tampoco, un par de minas y cosas por el estilo pero eso era todo.

— Vale, Auron, controla a tu perro que si me sigue gruñendo así yo le doy un espadazo, eh —, le advierte Fargan señalando al lobo que estaba a su lado con el pelaje engrifado y sus dientes al aire.

— ¿Cómo que su perro? —, inquiere Luzu de mala gana, Auron simplemente apoyó su mano en la cabeza de Vegetta logrando que dejara de gruñir por la sorpresa.

— Tenemos unos trajes de repuesto allá atrás por si te quieres transformar —, habla Fargan señalando una habitación pequeña que estaba pasando aquella sala de reunión —. No tenemos nada morado eso sí, pero es mejor que ser un perro.

Sin dejar de poner mala cara, Vegetta camino con sus ojos fijos en Ruben y Fargan hasta que desapareció en la sala continúa. Sinceramente, Auron desconocía que era la Hermandad Oscura, cuando él todavía estaba allí aquello no existía por lo que no veía el tema con que ellos formaran parte de eso, claramente había comprendido por el nombre que no eran muy de hacer el bien pero tampoco comprendía lo que habían hecho o la importancia de ellos en Karmaland. Por otro lado, aquella era la menor de sus preocupaciones en aquel momento, no podía dejar de pensar en Frances a pesar de que los esqueletos estaban ayudándole, sinceramente aquello le había dejado un mal sabor en la boca, sabía que aquella amenaza era muchísimo más grande cualquier que hubieran podido ver antes.

La puerta de la parte trasera se abrió de pronto atrayendo la atención de los chicos, allí detenido en el umbral del puerta de retina había un chico alto que vestía ropas verdes y una boina del mismo color cubriendo su cabello blanco, cuando notó que no estaba solo en aquel lugar, su rostro cambió indicando notoria sorpresa al igual que el resto de los chicos.

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Me ha costado muchísimo escribir este capítulo, esta es la tercera versión ya que estaba debatiéndome entre que Auron y Luzu fueran a ayudar a Frances o que se quedaran, lo malo es que si iban a por Frances no verían a Willy y si no iban entonces Frances moría, creo que este es el equilibrio entre ambas opciones así que lo he dejado así, espero os guste mi decisión.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Where stories live. Discover now