Epílogo

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EPÍLOGO

~*~

Después de esa primera vez, la relación entre los hermanos Winchester simplemente había mejorado notoriamente. Reían más, bromeaban y estaban de nuevo en esa envidiable sintonía que casi parecía que se podían leer la mente.

Los casos, por supuesto, no han frenado, tampoco los problemas que venían cada día con el cielo y el infierno metiendo la nariz donde no debían. Conocieron al abuelo Winchester y aquel encuentro removió ciertas inquietudes en el rubio, que pronto el castaño supo diluir recordándole que la decisión que han tomado es la correcta, no se trata de bien o de mal, sino de ser felices.

Lo bueno que les dejó conocer al abuelo Winchester ha sido el legado como Hombres de Letras, y el búnker que pronto se convirtió en su hogar.

― Este sitio es fabuloso, Sam. ― Se regodeó durante todo un día el mayor, y su hermano se encontró enternecido por la actitud del rubio.

Y es que en muchas formas era justificado. Porque después de toda una vida, finalmente tenían un sitio al que considerar hogar de nuevo.

Era un hogar particular, que los remetía al trabajo cada dos por tres, pero el sitio perfecto para ellos. Hasta escoger cuarto se había convertido en una odisea, Dean hubiera querido ocuparlos todos, para cosas distintas, y sí, cierta motivación sexual iba de por medio. Por supuesto, se conformó con uno solo, donde acomodó sus cosas y añadió algunas para sentirlo como su espacio personal. Algo que no recuerda haber tenido desde los cuatro años.

El mayor Winchester estaba actuando como adolescente en algunas formas, desde la jovialidad con que estaba acogiendo este lugar, hasta el entusiasmo lascivo con que asaltó a su hermano en más de un rincón del búnker. Terminaron teniendo sexo incluso en las escaleras de acceso ¡y fue incómodo! Las rodillas del castaño lo torturaron cuando se sobrepuso a su orgasmo.

― Las escaleras están fuera de la lista de sitios donde coger, Dean.

― No estabas quejándote mientras te follaba, Sammy.

― Vete a la mierda, ¿qué me iba a enterar de nada si estaba en el séptimo cielo? Puesto así, es tu culpa.

― ¡Qué!

― Follas como los dioses, Dean.

― ¿Y tú que puta idea vas a saber sobre cómo folla un dios?

El castaño se palmeó la frente cuando captó el tono de voz de su amante.

― Dean, te estoy halagando imbécil, no te pongas celoso.

― Oh, sí. Cierto.

El rubio aclaró la garganta, sonriendo con galantería mientras empujaba a su amante en la ducha.

― Y tú te vas a encargar de limpiar las escaleras.

― Sí, sí. Dios, te estás volviendo un mandón, Sammy.

― ¿Apenas te das cuenta?

La sonrisa compartida hace eco en los azulejos del amplio cuarto de baño. Y ni bien entran debajo del chorro de agua, comienzan una nueva ronda de caricias y besos. Por supuesto, era hora de hacer el amor ahí, de nuevo. Como cada día desde que se mudaron al búnker hace ya dos semanas.

Pero como son los Winchester, y el cielo y el infierno siguen siendo unos idiotas, llegó el día en que Kevin compartió una gran noticia para ellos. Ha encontrado la forma de cerrar las puertas del infierno para siempre.

Ahí comenzó otro camino lleno de espinas, las tres pruebas necesarias para concederles la oportunidad de cerrar el infierno. Y aunque Dean quiso, como siempre, ser el sacrificado, esa vez el destino le jugó una mala (para variar) y fue Sam quien terminó siendo el portador del estandarte.

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