Beso. [AoSaku] [KagaKuro]

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—Ho-Hola.. Aomine san, lo siento! Te desperté? —sonrió de lado y le respondió a la torpe voz al teléfono.

—Nah, estaba por ir donde Kagami.. Pasa algo?

—Ah! Um.. Lo siento! Lo interrumpí! —Colgó.

Aomine echó la cabeza hacia atrás mientras veía la llamada terminada. Sakurai era demasiado extraño, o bueno, lo era para el intrépido y desganado moreno.

Metió el teléfono en su bolsillo y estaba caminando a la salida cuando volvió a sonar.

—Honguito?

—Estas enojado? Porque de verdad no sabía que estarías ocupado.. Ugh! Lo siento!

—Alto, alto, alto. Dónde estas?

—Umm.. Por qué quieres saber?

—Solo dime..

—En.. En mi casa..

—Bien, voy para allá.

Colgó antes de prestar atención a su respuesta, se pasó una mano por el corto cabello azul y salió finalmente. Sólo tuvo que caminar un rato hasta llegar, fue bastante rápido gracias a su buen estado físico.

—A-Aomine san?! —Exclamó al abrir la puerta. El moreno lo miró sin expresión alguna, incluso parecía aburrido.

—Dije que vendría, no? Parecías preocupado.. Que sucede?

—Yo?! No! N-no! Para nada.. Lo siento! Siempre estoy molestándolo! —Hizo una reverencia y se mantuvo así, Aomine tuvo el ademán de sacudirle sus claros cabellos castaños, pero se contuvo.

—Como sea.. Andando, estoy llegando tarde.

—A.. a dónde? —Le echó una molesta mirada y el castaño dio un brinco— Ya vuelvo!

Tomaron el tren, la mayoría de los asientos estaban ocupados, así que cuando uno se liberó el más alto dio dos pasos y se dejó caer con las piernas abiertas. Notando que el castaño se mordió los labios y miró a otro lado, se estiró y con su largo brazo tomó la muñeca ajena, lo jaló fácilmente y éste perdió el equilibrio en sus piernas.

—Quieres sentarte? —preguntó sonriendo de lado, sus iris azules chispeaban como lapislázuli.

—No creo que sea correcto. Voy a molestarlo —se sonrojó poniéndose de pie, Aomine lo jaló de nuevo, consiguiendo que se sentara de espaldas— Aomine san! —exclamó en un susurro.

—Que? Así puedo dormir un rato en tanto llegamos.

Conforme hablaba, acomodó la mejilla en la espalda ajena y cerró sus ojos, afirmando el estómago del castaño con ambos brazos. La parada más cercana a la casa del pelirrojo sólo estaba a media hora de viaje, por lo que sólo era un corto descanso. Su respiración se aletargó, su cuerpo se relajó, y la calma percibida a partir de sentir aquél cercano calor corporal, se intensificó al sentir su aroma a jengibre y limón.

—Ahh.. Ryou.. Eres buena almohada —murmuró sobre su hombro, sintió el cuerpo ajeno tensarse, abrió un iris y vio al castaño con el rostro enrojecido— ja.. Es un halago.

—Ah, claro.. Gracias.. Aomine san.

Podía sentir su corazón palpitando hasta en la espalda, podía precisar cada respiración dada por el castaño, la suave piel de sus manos se encontraba enredada con sus dedos, casi como si Ryou tratara de mantenerlo en su lugar y que no tocara más de lo necesario, pero el intento salía al revés, pues sus manos estaban tocándose en un encuentro intimo.

Cuando el moreno abrió los ojos notó que ya estaban llegando y que había montones de asientos vacíos, pero el castaño seguía entre sus brazos, con sus delgadas piernas sobre las suyas.

Sólo mirame.Where stories live. Discover now