Prólogo

3.2K 252 179
                                    

A Gustabo y a mí nunca se nos tuvo confianza, y a pesar de que estamos en pleno siglo veitiúno mi orientación sexual seguía siendo un chiste, un tabú, un "algo" incómodo. Al menos aquí en mi ciudad, en Los Santos.

Vivir aquí era un desafío, y eso lo sabíamos muy bien Gustabo y yo. Dos bandos, dos putos bandos el cual elegir. Y elegimos los maderos, al principio era sólo cachondeo, una forma para librarnos de los problemas, de todos modos solíamos ser unos capullos.

Pero con el pasar del tiempo nuestra confianza afloró en un tipo malhumorado, un viejo que con dos cojones insultaba y decía las cosas con franqueza a cualquiera. Un hombre con muchos problemas pasados que atormentaban su alma. Sin esperanza.

Y yo, un huérfano, gay, pobre y chulo, vió, no, sintió que junto a ese hombre -Jack Conway- nunca me pasaría nada. Sentí preocupación, y apego frente a una figura paterna, un hogar, una familia, a pesar de ser bastante disfuncional. Y sé, os aseguro, que Gustabo sintió lo mismo. Siempre fuimos los dos, a todos lados juntos, cuidándonos como hermanos desde el orfanato de Sevilla, España. Nunca hubo un Gustabo sin Horacio, y viceversa.

Hasta que un día, de esos que crees que la vida por fin comienza a sonreírte, Gustabo fue asesinado.
Habíamos logrado entrar al cuerpo policial. Después de bastantes pruebas y entrenamiento, semanas más tarde, cuando papá -Como solíamos llamarle a Conway-, tuvo que viajar fuera de la ciudad...

-Por favor, cuidaos mucho- Se despidió con la puerta de su auto abierta, el cigarrillo en manos temblorosas, dedos rojizos por el frío-. Si algo les llegase a pasar...

-Ánimo Conway, ni que nos fuera a secuestrar un puto alien-Gustabo rió, pasando un brazo por encima de mis hombros.

-O una mafia... Sexy -Burlé, sujetando a mi amigo por la cintura.

-Capullos -Refunfuñó-. Es lo que me temo...

-Horacio -Vociferó Gustabo-. ¿Qué hacemos con los problemas?

-NOS LOS COMEMOS- Grité, soltando una carcajada al final. Fastidiar al superintendente nos encantaba, y en el fondo sabía que el hombre también lo agradecía. Le dábamos un poco de sentido a su vida.

-Capullos -Repitió con su gruesa voz, entrando al auto no sin antes escuchar las burlas de Gustabo.

-La tengo inefable, ah -Burló, gimiendo suavemente al final. Rompí en carcajadas junto a él, y si no fuera porque a papá se le hacía tarde se hubiese bajado, con la porra en mano, y a ambos nos hubiera golpeado, a ver si así recuperábamos una neurona, o al contrario, perdíamos otra.

Esa tarde se marchó, cerca de las tres, y el resto del día lo pasamos patrullando. Multando y deteniendo robos de autos.

-Mira nada más, Horacio, quién nos vió y quién nos viera ahora. Agentes de la Ley. Quién lo diría, ¿No? Los basureros huérfanos ahora los próximos Jack Conway -Sonrió mientras conducía, en la radio del auto policial -zeta-, se reproducía una canción de Shakira. Comencé a bailar, sólo porque sí, porque era así-. ¿Recuerdas la primera vez que nos hablamos?

-Eh, ¿Sí? ¿Al tercer día de tu llegada en el orfanato cuando no querías hablar con nadie...? -Recuperé la postura, mirando por la ventana.

-La verdad es que nunca te lo dije, pero salvaste mi vida, Horacio-Comentó, serio, y suspiró-. No quería nada de esta vida, sólo quería estar con mis padres muertos...

-Gustabo- Susurré-. Sabes que si fuera necesario daría mi vida por ti mil veces. Tú le diste sentido a mi mundo, hermanito.

Me sonrió con melancolía- Por ti también daría la vida sin pénsarmelo ni una sola vez.

THIS IS ME, HORACIO [Volkacio] Where stories live. Discover now