Trabajando juntas

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Acabábamos de entrar a la clase de formación ética de la profesora Yzma. Yo estaba hablando con mis tres amigas cuando ella entró al aula de clases. La profesora, como era de costumbre cada vez que iniciaba su clase, golpeó sus manos unas tres veces para que dejáramos de hablar y le prestáramos atención.

-Alumnos, haremos un trabajo en grupo de tres personas que yo formaré. Les daré un tema a cada grupo, tendrán que realizar diez preguntas, sacar fotografías, hacer encuestas y luego tendrán que hacer un vídeo explicando el tema y ahora se reunirán para hacer un informé sobre el mismo. Al final de la clase les explicaré el modo de entrega de todo el proyecto. 

"¿No quiere además que la hagamos la lista del supermercado?"

Maldita vieja chiflada, solo a ella se le ocurre hacer un trabajo tan extenso. Lo peor es que yo no era buena trabajando con personas que no eran mis amigas, y eso era porque todos me creían rara.

Yzma nos pidió que escribiéramos nuestros nombres en un papel y que lo pusiéramos en el frasco que dejó en el escritorio. Después, ella fue sacando cada uno de los papeles y leyó los nombre de cada alumno y les decía el tema que tenían que investigar. Los ya mencionados buscaban con la vista a sus compañeros de trabajo. Paso siguiente, se levantaban para reunirse en grupo.

-Mérida- nombró y buscó otro papel para poder leerlo-, Elsa.

Las dos chocamos nuestras manos. Con Mérida sería más fácil trabajar en grupo.

-Anna- nombró Yzma después de sacar el último papel-. Las tres trabajaran sobre seguridad vial.

Mi rostro comenzó a tornarse rojo y tenía la necesidad de golpear mi cabeza contra un libro. ¿Que hice para merecer esto? Desde el partido de fútbol no he vuelto a hablar con ella.  Para Mérida tampoco era fácil, Anna la odia... o no tolera tenerla cerca... o lo que sea que sienta cuando están juntas.

-Hola- saludó Anna una vez que se acercó, acomodando un mechón rojo detrás de su oreja.

El saludo tardo en llagar a mi mente y mis ojos fueron hacia la pizarra. 

-Hola- saludó Mérida por las dos, dándose cuenta de mi reacción, y eso me trajo a la realidad.

Me puse de pie, pasé por al lado de Anna sin mirarla y me dirigí al escritorio de Yzma. Ella estaba anotando algo en un libro y no se dio cuenta de mi presencia.

-Profesora Yzma- llamé.

La vieja levantó la cabeza, acomodándose los anteojos en el proceso.

-¿En qué puedo ayudarla señorita Cold?

-¿Cree que pueda cambiarme de grupo?

-¡¿Cómo?!

 Ni yo puedo creer lo que estoy haciendo. Soy candidata a una paliza por esta estupidez.

-Es... que... hay un pequeño problema con una de mis compañeras y...

-Escuche señorita Cold- me interrumpió Yzma-, no puedo hacerlo porque de ser así tendría que cambiar a todos los que estén en la misma situación que usted y eso sería un problema. Ya debería saberlo.

Por supuesto que lo sabía, pero tenía la esperanza de que quizá pudiera hacer una excepción por esta vez.

-Ahora- siguió hablando la profesora-, vaya a sentarse. El informe se entrega al final de la clase y no querrá que sus compañeras hagan todo el trabajo.

Resoplé en voz baja. Me giré para ver a mis compañeras de grupo, mi asiento estaba entre medio de Anna y el de Mérida. Por la cara que Anna tenía creo que se dio cuenta de lo que le dije a la profesora.

Tu amor, mi dolorWhere stories live. Discover now