Itzá

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Cada paso era más difícil que el anterior, cansado de su andar, de caminar sin ningún destino fijo. Un niño huérfano que solo va de pueblo en pueblo, sin un lugar a donde ir ni llegar, con un vacío en su interior. El rostro de sus padres era difuso en sus recuerdos, tampoco recordaba si lloró en el funeral de ellos, solo podía recordar su nombre y que su casa ya no existía.

Cuando sus frágiles pies lastimados por el trayecto estaban por ceder al cansancio, vio una pequeña aldea que estaba situada cerca de un lago. Un campesino que andaba sobre una carreta llena de paja, tirada por un viejo caballo, vio al niño y ofreció llevarlo hasta el pueblo, movido quizás por la simpatía o lástima que sintió por él, le ofreció un lugar para dormir.

—No es una habitación, pero es mejor que nada —dijo el campesino, abriéndole la puerta de su granero. Después de descargar toda la paja y acomodarla en un rincón le tendió un par de sabanas.

—Gracias —El castaño se acomodo en un hueco, al menos por esa noche no tenía que preocuparse por dormir en la intemperie

El campesino una vez terminado de instalar al pequeño le advirtió —Ten cuidado esta noche es plenilunio, te recomiendo irte a dormir temprano, cerrar bien y hacer oídos sordos a cualquier cosa que trate sacarte de aquí. —Al ver el rostro de desconcierto del niño continuó con la explicación —Solo no salgas cuando la luna esté en lo alto, es peligroso.

Unas horas después la luna salió, los grillos desde el atardecer ya empezaban a escucharse, pero lo que irrumpió la noche no eran ellos, era una hermosa melodía la que sonaba. Un cántico acompañado de una flauta, la melodía que era entonada por diversas voces invitaban a todos a unirse a la fiesta

El niño escuchó la melodía, sabía perfectamente que precisamente eso era lo que tenía que evitar —¿para qué evitarlo? No es como que alguien lo extrañase solo era un viajero de paso. Sabía que el granjero solo había dicho esas palabras a cambio de las pocas monedas de oro que le habían entregado a cambio del lugar para dormir, no era su deber velar por su seguridad. Sin más abrió el cerrojo, siguió la música, mirando a su alrededor vio a dos niños que salían de sus casas y tomaban el mismo camino que él, directo al lago.

Los niños bailaban y aplaudían al ritmo, todos menos el —Que extraño

Llegaron a la orilla, era sorprendente lo que sus ojos veían, pequeños seres alados bailaban y cantaban, había mujeres de cabelleras largas tocando instrumentos, estas mujeres vestían túnicas blancas casi traslúcidas, con movimientos llenos de gracia, con sonrisas encantadoras, no eran las brujas que describen en los libros, feas, horribles, ancianas, estas eran hermosas. A su alrededor había luces proporcionadas por extrañas luciérnagas que hacían de aquel lugar tan fantástico y encantador.

Todas en medio del lago, con señas invitaron a los recién llegados a unirse a la fiesta, los niños hicieron fila india, uno detrás de otro caminaron a su dirección.

El primer niño con paso firme camino y camino hasta que su cabeza se perdió en la superficie del lago, el segundo tuvo el mismo destino. Hasta que llegó el momento de castaño, en el fondo de su corazón sabía que tendría el mismo destino que ambos niños —Da igual — dio sus primeros pasos —Nadie me extrañara.

Cerró los ojos y camino con la idea de aceptar ese destino, pero fue una sorpresa descubrir que cada uno de sus pasos no tocaron el fondo del lago, su cabeza estaba fresca y nada húmeda, abrió los ojos y se dio cuenta que estaba caminando sobre el agua

Las brujas al notar esto se acercaron hasta él, lo rodearon entre risas, una que otra le tocaba la mejilla y le daba leves pellizcos, otras le lanzaban pétalos de flores.

¿Qué pasa?¿ acaso uno de cada tres niños tenía el derecho de vivir?—Nuevamente la muerte lo evadía, al menos eso era lo que pensaba.

Los cantos dejaron de sonar, las brujas lo tomaron y arrastraron al fondo del lago, mientras descendía vio los cuerpos sin vida de los niños ahogados —Al menos ellos tienen quienes le lloren —La luz de la luna empezó a alejarse, oscuridad acuática lo rodeaba —Que extraño el lago parece más profundo de lo que parece aún más extraño era que el aire no se me ha acabado.

Una luz empezó a brillar, conforme descendía esta empezó a hacerse más grande —¿Es la famosa luz al final del túnel?, ¿realmente he muerto?.

Sus pies tocaron una superficie lisa, se podría decir que incluso suave, sus ojos se acostumbraron a la extraña luz, vio una pequeña ciudad con grandes edificaciones, calles, casas y un gran palacio.

—¿Dónde estoy?, ¿es el paraíso o algo así?

Una de las brujas que lo había arrastrado a ese lugar soltó una leve risa —No, no estás muerto, estás en Itzá.

—Sabes, eso no me ayuda mucho a entender esta situación.

Otra bruja, que había mantenido un perfil serio todo el trayecto —Es nuestro reino, todas las preguntas te serán respondidas más adelante, por ahora tenemos la orden de llevarte ante nuestro rey.

—¿Ante el rey?

El palacio era increíble, estructuras de conchas marinas, grandes piedras que parecieran que fueron cuidadosamente talladas y cuidadas —Un momento, ¿Por qué no hay agua?- mirando más a su alrededor notó que había un gran domo que separaba el agua de la ciudad.

—Es la magia de nuestro rey, él hace que todo aquí funcione en orden.

Llegaron a la sala del trono, ahí un hombre de negra cabellera y ojos magentas sentado en un trono de mármol

—Te estábamos esperando




Aquí vamos de nuevo con este fic

Reinos [FIC BSD]Where stories live. Discover now