Epílogo.

18 2 1
                                    

Baek Ho.

Dos semanas después...





Acomodo mi traje viéndome en el espejo, y respiro hondo cuando mis ojos turbios y preocupados me devuelven la mirada. Me aseguro de que el cuello quede prolijo y de nuevo respiro tratando de calmarme.

Siento el corazón en los oídos, y sé que es por los nervios, y eso solo me hace pensar en que esto tiene que salir bien, esto realmente tiene que llegar a un fin, porque ya no podré soportar otro ataque por parte de Seung, simplemente sé que esta vez no habría marcha atrás y tendría que matarlo a lo que de lugar.

—¿Estás listo, cariño? —Mi madre me sorprende entrando en mi habitación. Yo me doy una última mirada en el espejo, pero más bien es para darme coraje a mi mismo de que seré capaz de hacer esto.

—Eso creo —Ella me impide salir de la habitación cuando trato de pasar por su lado y me toma de las manos.

—¿Qué pasa, cariño? Mírame —Enfoco sus ojos y veo lo amorosos que se ven, igual que siempre cuando de niño no sabía que hacer y ahí estaba ella guiándome y dándome el apoyo que siempre necesitaba —Cuéntame que pasa, amor, veo el tormento en tus ojos —Su mano suave me acaricia la mejilla y siento que las lágrimas se acumulan en mis ojos.

—Tengo miedo, mamá, miedo de que esto no sea suficiente y que él quede libre —La voz se me quiebra al final y ella me envuelve en un abrazo, de esos que sientes que puedes descargar todo lo que sientes.

La cara de Kit me pasa por la cabeza, y eso solo lo empeora todo. Necesito que esto funcione, que esto sea suficiente, porque no puedo dejar a lo que amo desprotegidos, no puedo permitir que él quede libre, eso no puede pasar.

—Debes ser fuerte, hijo, estás formando una familia y debes ser fuerte por ellos —Me seca las lágrimas con el dedo pulgar y me acaricia las mejillas —Recuerda que mamá está aquí para ti, siempre —Asiento y ella me da otro abrazo antes de irse.

Yo respiro hondo y cierro los ojos. Cuando me siento mejor, me palmeo las mejillas y salgo de mi habitación. Kit está en la sala de estar con sus padres, cuando me ve, se levanta y viene caminando hacia mí. Él sonríe y ese simple gesto hace que mi mundo sea mejor.

—¿Cómo te sientes? —Me pregunta, mientras acaricia mi mejilla —Sé que es una pregunta que yo y tu familia te preguntamos muy constante, pero solo quiero asegurarme de que estás bien —Sonrío y beso su frente, envolviendo su pequeño cuerpo en mis brazos.

—Estoy bien, tú estás aquí y eso me da las fuerzas y la voluntad que necesito para hacer esto —Parece complacido y asiente mirando mis manos, Las entrelaza con las suyas, y casi veo como los engranajes en su cabeza comienzan a moverse.

—Te amo —Me dice subiendo la cabeza y mirándome directo a los ojos. Es increíble ver lo fuerte que ha sido, y como ha estado conmigo en esto —Te amo demasiado —Repite en un susurro, y su voz se quiebra al final.

—Te amo yo a ti. No tienes ni idea de cuanto —Se abraza a mi pecho casi como si tuviera de que fuera a desaparecer. Soy yo quien tiene de que vuelva a desaparecer.

Esparcidos por su cara, aún algunos moretones, que aunque no sean visibles, parece que yo no puedo dejar de verlos. La imagen de su rostro lastimado hace que sienta un dolor indescriptible. Como me dijo mi madre, el amor hacia alguien que el dolor de esa persona sea tu dolor, y que si esa persona es lastimada, tu seas el más afectado.

Volando Más Alto ©Where stories live. Discover now