Two.

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Rayos de luz. Era la palabra más acertada para describir lo que emanaba el pequeño rubio con su enorme sonrisa animada, mientras que sus orbes azules peleaban una guerra contra el cielo, para dictaminar quién poseía el azul más divino. Una vez Naruto ganó la batalla y el cielo perdió contra su deidad, fue que el menor notó que se habían detenido, justo frente a un grupo de gente apilada que veía emocionada lo que ocurría en la calle. Fue como se acercaron sin perder el tiempo, hasta que los tres Uzumaki quedaron en primera fila frente a las carrozas que hacían su recorrido con tranquilidad.

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Si de sinceridad habláramos, ahora mismo, Sasuke preferiría estar recostado en el césped de su lugar escondido, pero no podía quejarse, las luces coloridas y decoraciones eran bonitas. Estar en los hombros de su hermano le daba la seguridad que le faltaba para estar ahí, entre una multitud tan grande de gente que se apilaba y empujaba de vez en cuando.
Itachi giró su cabeza y le sonrió suave, Sasuke rió también y se rindió en su espalda. Ponía empeño en disfrutar del desfile, miraba a las chicas con trajes tradicionales y se cuestionaba a sí mismo el por qué no le llamaban la atención, las ignoró también; veía pasar carroza tras carroza, había contado 6 hasta ahora, cada una con sus detalles que las hacían visualmente especiales.

Tambores sonaban de todas direcciones, mientras que los bailarines interpretaban un baile particular.

—Esa es la danza del león Shishimai— comentó Mikoto, quien se había mantenido en silencio, admirando el trabajo y empeño que ponían en este festival cada año, no había cambiado nada desde que se fue.

Sasuke esperó que su madre relatara más sobre la festividad, pero ella se perdió entre los movimientos que los bailarines lograban hacer.
Devolvió su vista al frente, pasaba otra carreta más, pero al paso de esta, divisó algo detrás.

Un niño rubio como de su edad lo miraba de vuelta, con una mirada azulada que no sabía si brillaba por el sol, por las luces del festival, o si ya eran así, de cualquier forma, el azul le gustaba. ¿Qué hacer en situaciones así? Sasuke siempre había sido un niño muy reservado, los demás niños no eran capaces ni de mirarlo, su sola presencia marcaba un silencio repentino, la gente temía de su padre y de los problemas que podría ocasionar el acercarse a su hijo, siendo un reconocido empresario, bañaba de miedo a los padres, y las gotas residuas caían en sus hijos.

Sasuke nunca entendió por qué todos podían ser tan naturales con todos excepto con él, aún a su corta edad podía darse cuenta. La compañía de su hermano fue su suporte que lo acompañó todos estos años. Itachi era el barco que lo sacaba a flote sin importar la cantidad de veces en que estuviera por hundirse en el mar de la nada pura.

Pero ahora, justo ahí frente a él había un niño de cabello de oro que lo miraba, y sus iris celestes no se apartaron, no expresaron miedo ni mucho menos desprecio alguno, esperó unos segundos a que la misma mirada que todo el mundo marcaba, apareciera en su rostro, y frunció el ceño cuando no lo hizo. Simplemente lo miraba. Más ese mirar que no cargaba falsedad latente, fue obstruido por otra carroza más que los dividió, haciendo que, sin remedio, el saludo que el de ojos ónix planeaba compartir, quedara en el olvido.

De pronto la música pareció bajar su intensidad, supo que era cosa suya cuando el baile no cesó y las carretas siguieron su curso, dejando al descubierto al niño de cabello desordenado y marcas en sus mejillas, quien, al verlo de nuevo, le sonrió grácil; el gesto había hecho que las mejillas de Sasuke se ahogaran en calor, sintió una vibración recorrer su cuerpo y se encogió, el viento lo envolvió y quiso esconderse de la luz, pero en su rostro sus labios se curbaron, y supo que todo estaba bien.

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Naruto se había olvidado de las carrozas, el ruido de los gritos y los aplausos se había alejado hasta disolverse, la música había caído en un lugar tan lejano que terminó por sucumbir, y la curiosidad reinó.
Había tardado, pero la sonrisa fue devuelta, y llegó hasta él acompañada de una brisa que lo acogió. Su corazón latía con fuerza. Latía tan fuerte.

blue in the end of the world. Where stories live. Discover now