La madrugada

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—Por favor, no hablemos por ahora del tema —dije

—Como quieras —respondió él —ahora continuemos el trabajo.

Fue la última charla que tuvimos antes de retomar la actividad.

2:33 — El ambiente se había tornado tenso y silencioso, no sabía que pasaría después, no soportaba más, necesitaba un beso suyo, quería volver a romper el hielo, así que lo besé, desde ahí, cada 3 respuestas iba otro largo y apasionado beso, no sabía que estaba haciendo, o siquiera el porqué, pero no me interesaba, no por el momento, quería que siguiéramos así.

3:18 — Llegamos a la pregunta 359, no faltaba mucho, nos había rendido muchísimo, pero ya no quería eso, confieso que quería pasar el mayor tiempo con él, necesitaba atrasar el taller, pero ¿cómo lo hacía sin que fuera obvio? Estaba pensando eso, y de repente él tomo mi mano, pero cuando la soltó, había un papel en ella, mire a Juseb y él sonrió un poco, se veía sus mejillas rojas, sin duda estaba nervioso.

"Hablándome de ti...

Mis ideas son aleatorias, pero quiero escribir, a ti, la que pasa por mi mente cada instante. 

Te anhelo como a un tesoro, cuya existencia es incierta, más su valor hace morir por encontrarlo. Te sueño, como ese deja vu que da vueltas en las noches y termina haciendo sonreír mi alma. Te pienso, como se piensa en la nada, cuando camino, cuando veo el pasto, cuando escucho a la gente, cuando respiro, cuando existo. Te quiero, como se quieren los sueños, cerca, cálidos, verdaderos. Te escribo, porque sé que es lo único que puedo darte, porque no quiero que me olvides, que mis palabras se las lleven las olas de tu corazón ansioso de cariño, sediento de verdad; porque no estás conmigo, porque deberías estarlo, porque deseo despertarme todas las mañanas a tu lado, porque te amo."

Lo leí casi con lágrimas en los ojos, definitivamente ésta semana había sido la de los detalles más lindos, podría acostumbrarme a esto.

Lo miré, estaba ansioso, y  yo con una asquerosa sensación en la boca del estómago.

—¿Tu... tú lo escribiste?, Esto... esto es maravilloso, es tan perfecto, tan tierno, tan especial, no imaginé que tuvieras esos dotes para escribir, de verdad que me has sorprendido.

—Sí, bueno, de hecho hay muchas cosas que no sabes de mí, pero hay tiempo, tenemos toda la vida para conocer nuestros mayores secretos, porque yo no espero dejarte ahí, yo quiero algo tan serio contigo que lo daré todo, todo por ti, todo por nosotros, pero por ahora concentrémonos en el trabajo, toca entregarlo en menos de 3 horas, y tenemos que dormir así sea  un rato.

—Sí, tienes razón, pero promete que luego hablaremos de esto, necesitamos hablar de todo. — dije casi murmurando, si, cambie mi opinión.

Reanudamos el taller, de aquí en adelante las respuestas fueron más mediocres, cosas como si, no, tal vez, ya estábamos agotados, las tazas de café ya no servían, nuestro cuerpo estaba presente pero nuestra alma no.

—¡Por fin! —Dije —acabamos.

— Si, casi que  no.

— Juseb, esto...ya es muy tarde, son las 4, quédate conmigo —hice una pausa —por favor. — terminé susurrando.

—¿de verdad eso quieres? —dijo con cara de sorprendido.

—Sí, es más que querer, creo que es necesidad —dije mirando el suelo, ¡Vaya! sí que estaba nerviosa.

—También necesito de ti, bueno, con esto estas cumpliendo uno de mis sueños más anhelados, así que gracias Cassie.

Inmediatamente sonroje, y sonreí un poco, recogimos los cuadernos, libros, lápices, todo lo dejamos organizado para el otro día, tomé mi pijama que estaba debajo de mi almohada y busque entre las cosas de mi papá, una pantaloneta de su tamaño y una camiseta proporcional.

—Fue lo mejor que pude encontrar, perdona — reí, mientras se lo lanzaba a su pecho.

Entré al baño y me cambié, salí y él ya tenía puesto lo que le había pasado, todo le quedaba gigante y aun así se veía tan lindo y tierno, deseé tocarlo, abrazarlo, besarlo, sentirlo, deseé que nuestros latidos se sincronizaran, sentí cosquillas en mi parte baja, nunca lo había sentido, ¿qué era eso?, ¿quería perderla con él?

Corrí las cobijas y me metí dentro.

—Ven, acuéstate aquí. —dije, mientras le daba dos suaves golpes al lado mío.

—Dale —dijo mientras se acomodaba a mi lado.

Me acosté de medio lado, y sentí como él hacía lo mismo, sentí su pecho en mi espalda, sus piernas junto a las mías,  estábamos abrazados en posición fetal y él, detrás mío, de pronto se acercó un poco más y en mi oído escuché

—Dulces sueños, pequeña.

Mis ojos ya estaban cerrados, te dije, estaba tan cansada, no tenía nada de energía, pero sonreí, y con mi última fuerza y dije:

—Lo mismo, Ju.

Profundos, así estuvimos hasta que a las 5 de la mañana el despertador sonó, no puede ser, estaba tan cómoda, tan calientica, y éste pinche aparato suena, bueno, ya es hora, me levante e inmediatamente él también lo hizo.

Su temor, mi mayor deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora