En el coche

25 5 8
                                    

Te amaba sin saber que significa eso.
Aún lo sigo haciendo, pero con el paso del tiempo fui aprendiendo lo que es amar y que yo te amaría incondicionalmente.

Ya fuera solo por escuchar tu risa, tu voz diciendo mi nombre u observarte en la distancia, una sensación cálida inundaba mi pecho con el potente fulgor de mil hornos industriales.

Pasaba horas relatándote mil y una historias alocadas sobre cualquier cosa que se me ocurriera. Te daba los regalos hechos con el corazón y mucho amor para demostrarte cuanto te quería.

Más de una vez entré en cólera sin ni siquiera tener un motivo o por algo que no conseguí. Eso provocó más de una pelea en nuestro mundo perfecto, pero no lo era . Solo me envolvías en una burbuja para que no viera más allá de ella, para que los problemas de afuera no la rompieran. Pero nada es para siempre.
En algún momento a la burbuja le sale una grieta y empiezan a entrar los problemas poco a poco. Como una brecha en una presa de agua. Entran poco a poco hasta que cogen impulso y abren más la grieta hasta que todo se inunda.

La brecha fue que te echaran de tu trabajo. Eso lo dificultó todo. Las deudas se acumulaban, mientras subsistíamos con trabajos en los que el dinero era fácil. Siempre que el dinero es fácil es algo malo.
Después la brecha se continuó abriendo hasta que un día llegó una carta de desahucio, nos dieron una semana para desalojar el inmueble. Tú todo el rato me decías que saldríamos de esta, que saldríamos adelante y que nos iría bien. Hasta yo supe que era mentira.

Pasamos los siguientes días haciendo maletas y vendiendo todo lo que se pudo para conseguir dinero de forma rápida.
Cuando terminamos no conseguimos recaudar ni siquiera la cantidad del salario mínimo y nuestras cosas iban en dos bolsas de basura grandes, el doble de grandes que yo. Lo peor fue ver como todo lo que tenía en la vida cabía en una bolsa de basura.

Estuvimos pasando de sofá en sofá lo que creo que fueron siete semanas, hasta que ya no quedaron sofás para ocupar. Después descubrí un sitio en el que había coches abandonados, algunos todavía funcionaban.
Recuerdo ver el coche por primera vez y pensar en que no sabía si era de color rojo o marrón, tiempo después descubrí que era de color rojo, pero con partes marrones por el óxido. Lo descubrí después de pasar cinco días durmiendo dentro de él.

Pasábamos el día sentándonos en distintos sitios de las calles con un cartel que pedía dinero o comida. Recuerdo que la gente nos echaba un total de una docena de monedas. Los días en los que no había suerte me quedaba en el coche hasta que volvieras con comida. Entonces nos íbamos a dormir y así todos los días durante lo que parecieron dos meses.

Cuando la brecha de la burbuja se rompió del todo fue rápido, acabé con el agua al cuello.
Fue un día cuando desperté y ya no estabas.
Esperé lo que se asemejaba a una eternidad, pero creo que fueron cuatro horas. Entonces empecé a buscar algo con lo que salir de allí, como si pudiera haber algún tipo de agujero mágico que me sacara de aquél coche. Miré bajo los asientos y en el maletero al que podía acceder desde los asientos traseros, hasta en la guantera y no encontré nada.

Pasaron dos días. No volvistes. Me sentía mareada y hambrienta. El día anterior me terminé lo que tenía de comida. Me sentía como si pudiera flotar, mi mente estaba anestesiada por el calor y la falta de alimentos. Por eso tengo lagunas de aquel día.
Recuerdo a alguien llamarme desde fuera del coche, pero estaba demasiado débil para responder, después mi mente acabó en el limbo, pero sentí como era llevada en brazos para ser tendida en unos cómodos asientos mientras el rugido de un motor me llevaba a un destino desconocido.

Luego oí varias voces distintas hablando una jerga que no entendía, diciendo palabras como deshidratación, anemia, desnutrición severa o golpe de calor.
El final de mi limbo fue cuando me desperté en una habitación blanca como la nieve recién caida, con un olor desgradablemente quimico y una aguja unida a un gotero unida a mi brazo. Mis ojos tardaron en acostumbrarse a la luz cegadora que había sobre mí, pero observé a una mujer al otro lado de la habitación anotando algo en papeles, tenía el pelo castaño atado en una coleta baja y su piel era ligeramente morena y llevaba ropas de color azul celeste.
Me removí incómoda por la sensación de no haberme movido en un largo tiempo, mis movimientos alertaron a la mujer.
Lo que ocurrió después pasó tan rápido que apenas me dí cuenta cuando unos hombres vestidos de negro con móviles con antenas aparecieron para hacerme preguntas.
Respondí como supe.

Tiempo pasó. Al principio preguntaba por tí a diario, a todo el mundo. Nadie me respondía dónde estabas.

Ahora soy alguien diferente. Me he hecho a mi misma sin tu ayuda gracias a personas que me quieren y se preocupan por mi.

Ya no me aferro al pasado.

Pero hay días en los que rememoro los momentos felices que pasamos antes de que todo se desmoronara. Parecen lejanos y cálidos a la vez. Como si tuviera la sensación de que son posibles de recuperar o revivir, pero no.
Sólo los recuerdo con tanto cariño porque fueron los mejores y últimos recuerdos felices antes del desastre.

Ya no pienso en dónde estarás, ni siquiera si te arrepentistes de dejarme.

Ya hace tiempo que dejé de ser esa niñita que preguntaba donde estaba su mamá.

●●●
Buenas a tod@s los que lean esto.
Os invito a votar los relatos, comentar cosas bonitas y seguir mi perfil para estar pendiente de las actualizaciones.

Saludos LadySmile112.

Simples RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora