Corazón abandonado

Ellos siempre habían sido el centro de atención en sus fiestas privadas, en aquellos lugares de lujo, donde la gente de clase alta asistía hablando de sus superficiales pertenencias, de sus tantas operaciones y de los grandes chismes de los demás, sí, así era la vida de Rachel, una mujer de mediana edad, en la flor de la vida, rodeada de gente de buenos gustos pero de acciones podridas.

Al principio de aquella pequeña historia de amor, todo había sido rosas y claveles, se habían conocido en la universidad a la cual ella había entrado con honores y esfuerzo de su parte; aunque su familia era de las que podían darse aquellos lujos, ella había sido criada con humildad, cosa que no pasaba en el caso de Harry. Él había sido un chico desinteresado y aburrido, siempre mantenía esa cara de nada en cada clase y en cada lección, no le interesaba, sin embargo aprobaba, inclusive aquellos trabajos grupales en los que él no se llevara con nadie, aunque no hablara ni arreglara los encuentros y temas, él terminaba salvando la clase. Todo aquello era como un misterio para ella, era algo que con extrañeza atraía a la joven dama, llevado a Rachel a interesarse en él. Rachel se había animado a hablarle y él, demostrando no ser un sabueso rabioso comenzó a platicar con ella, entablando una buena relación, terminando en un noviazgo que duró hasta que se recibieron de abogados.

Siempre se relataba la misma historia, luego se habían casado, huyendo de la sociedad a una isla paradisíaca del Caribe, donde pasarían su esplendida luna de miel, toda una envidia. Y si que lo eran; cada vez que aparecían en escena murmullos los rodeaban, a Harry mucho no le importaba, al contrario era como una alabanza para él, era algo que lo había comenzado a hacer sentir superior. Exactamente, Harry se había convertido en uno de ellos, y Rachel no hacía nada para cambiarlo, había soportado largos meses de angustia por aquel tema, notando como la relación que mantenía con Harry se desvirtuaba por el dinero. Se había convertido en el típico hombre cegado por el trabajo y eso a Rachel no le simpatizaba.

No obstante, todo cambió. Los roces se hicieron inevitables comenzando a discutir entre las paredes de su casa, callándose en la calle ya que Harry no quería escándalos, siendo  aquella pura apariencia otra de las características detestables para Rachel. ¿Por qué debían ocultar sus problemas? ¿Por qué debían aparentar ser felices cuando todo se había ido por el excusado? La joven prometida no podía entender, ahogándose en disgustos en cada pelea, deseando nunca haberlo conocido o simplemente que aquello nunca hubiese pasado.

— ¿Por qué, Harry, por qué?— preguntaba ella, desconsolada. — ¿Por qué debes aparentar lo que no eres? ¡Tú no eras así, Harry!— decía, comenzando a elevar su voz. — ¡Tú eras la excepción!— repetía enojando más al hombre.

— ¡Siempre lo mismo, mujer! ¡Siempre! ¡Deja de mirar al pasado! Deja de pensar en ese Harry perdedor que ya no existe, por eso. — Le sostuvo el mentón con la mano, haciendo una fuerza salvaje, obligándola a mirarlo. — Mírame, y presta atención porque no quiero volver a hablarlo. Yo te amo, siempre te amé, pero ese niño irresponsable ya no está. Me tienes a mí y eso debería bastarte. — agregó, convencido que su nuevo yo era mejor que el anterior y que aquello sería el punto final al tema y las discusiones se acabarían.

Hubiera sido genial que fuera así, un final feliz para la mayoría, menos para Rachel, pero ciertamente ella nunca más volvió a tocar el tema y tampoco la volvió a ver llorar en las noches. Al principio Harry se detenía a pensar en aquello, pero con el paso de los días aquellas preguntas quedaron en un simple “Mejor así”, dejando pasar lo obvio frente a sus ojos. Sin embargo no estaría ciego de por vida, aquella misma noche en que pensaba que todo estaría mejor, sucedió.