"Lluvia de ángeles"

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Los personajes no me pertenecen, son del mundo Supernatural. No espero ofender a nadie, solo escribo por diversión y son fantasías mías.

Las ilustraciones la hizo Morla y son muy lindos. Los pueden encontrar aquí @carolinasacco https://carolinasacco.tumblr.com/post/620208859843330049/mis-ilustraciones-para-el-fic-los-elegidos-del

Capítulo 1: Lluvia de ángeles.

El Apocalipsis venía con todo el arrebato bíblico de los sellos, sin ser necesariamente, los sellos exactos de la Biblia, ni el sentido exacto de ellos, pero, aunque eran bastante llamativos, nadie se dio cuenta de eso, porque el mundo estaba en caos desde hace muchísimo tiempo, así que cuando los peces comenzaron a morir y a plagar las playas con su fetidez, nadie los tomó como algún signo divino. Al igual con los terremotos en enjambre, eso era cosa de todos los días, un tsunami por aquí por allá, cada uno más devastador que otro. Los volcanes activos estaban siempre en erupción, y aunque murieran muchos vulcanólogos o turistas por estar en ese momento equivocado, no pasaba de unas noticias semanales, hasta que se calmaban las cosas. Los fenómenos atmosféricos que arrasaban ciudades importantes, tanto como la guerra y la hambruna, las cuales bailaban al ritmo de la muerte desde casi el principio de la humanidad, tampoco eran noticia, lo mismo que los megaincendios de continentes enteros. Solo una pandemia mundial fue lo único que paralizó un poco el mundo, pero después que fue superada por el país de origen, ya las cosas no se veían tan malas, así que siguieron como siempre. El calentamiento global, para algunos solo era ciencia ficción llevada varias veces al cine de catástrofe, junto con los meteoros que caían en el mar y mataban las especies marinas, haciendo varar todo en la playa. Y así, un ciclo interminable de hechos desafortunados, pero que desde hace bastante tiempo estuvieron presentes, y que nadie les daba importancia. Siempre estuvieron ahí, ahora estaban un poco intensificado, pero se debía a esto o a esto otro, tratando de justificar las cosas, acostumbrados a una vida con un futuro irreal.

Tampoco era que no tuvieran razón, después de todo, no podían hacer nada al respecto. Aparte de algunos fanáticos religiosos que pregonaban el Apocalipsis desde la época de los descubrimientos, cuando misionaban a los indiecitos en un mundo conquistado, nadie sentía que pudiera hacer algo al respecto para cambiar las cosas, salvo seguir viviendo como siempre. La costumbre era una de las cosas con más fuerza en la especie humana, y nadie quería salir de su zona de confort por unas cuántas formas misteriosas que amenazaban al mundo, aunque estas cosas gritaban dentro de ellos en el interior de su sangre. La sensación fatalista, los seguía como la sombra inoportuna que trataba de ahogarlos, así que por eso, no podían dejarlo ser, ya que esto significaba perder lo valioso de vivir.

Sin embargo, cuando las ciudades tan conocidas empezaron a ser arrasadas por una lluvia de fuego inexplicable, las cosas se alarmaron hasta el pánico. Algo fuera de este mundo estaba pasando y lo que vino a confirmar esto, fue una esplendorosa lluvia de ángeles sobre la Tierra.

Esta lluvia de seres celestiales tenía sus propios movimientos, ya que después de caer como estrellas fugaces, dejaban de hacerlo, para circundar el espacio como una turba de aves, entre doradas y plateadas, iluminadas por las nubes con divinidad. Las ráfagas pasaban a ras del suelo, por aquellas ciudades y pueblos destruidos, para luego elevarse con movimientos rápidos, demasiado rápidos para el ojo humano. Ellos solo lograban captar una luz dorada o plateada antes de desaparecer en el cielo. El humano objetivo de esa luz, también desaparecía sin dejar rastro, pero en el aire podía verse sus piernas, buscando algún punto de apoyo sin encontrarlo. Luego desaparecía en un punto brillante que se achicaba a medida que se alejaba del mundo entre los demás ángeles. Estos últimos, estando en los altos, eran visibles, porque tomaban su tiempo, como los halcones que volaban en círculos durante largos, duraderos ratos, antes de lanzarse sobre su desprevenida e inocente presa. Sus alas enormes eran el doble de sus cuerpos luminosos con forma humanoide, por lo tanto, sus rostros estaban cubiertos por esa luz, haciendo imposible identificarlos los unos de los otros ángeles. Planeaban como si se deslizaran entre las nubes y podían ser visibles para los humanos desbastados por el Apocalipsis. Las formas no cabían en dudas, ya que las representaciones durante siglos los unieron bastante al consciente colectivo de cada mente humana, así que no había duda al respecto sobre la naturaleza de esos seres celestiales.

Los Elegidos del Cielo (Destiel-Sabriel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora