Luminiscencia

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Sábanas arrugadas con olor a petricor cubriéndola. Cuatro muros descarapelados custodiándola. Ella siempre en medio del estruendo. La soledad es su único amigo; el silencio, su prisión. Día su tormento y noche su isla en el océano. La felicidad solo es una etérea bruma lejana que cuesta recordar. La paz, una sombra, un vacío que no puede ser llenado. Para ella el amor es tan inefable como inalcanzable.

Sobre aquel colchón acartonado, yace desplomada, casi sin fuerzas. Sus nudillos magullados, su cabello enmarañado y sus mejillas con el trazo de sus lágrimas. Su piel, lienzo que no ha salido impune de las batallas y bajo sus párpados, ventanas cuarteadas muestran un desierto infinito y rojizo.

Su garganta podrá estar desgarrada, pero su alma, abatida en un rincón de su ser, titila débilmente. Como una luz a punto de extinguirse.

Se encuentra en el estado en que cualquier alma se encontraría después de años de ser silenciada, para después permitirle hablar y gritar hasta quedarse sin voz, pero sin llegar a ser escuchada. Sin ser tomada en cuenta ni una sola vez. Sin que sus palabras por elocuentes o fuertes que fueran tuvieran algún sentido en alguno de aquellos a quienes se dirigían.

Por todas esas palabras que primero fueron reprimidas y después ignoradas, pero que nunca dejaron de ser importantes para ella. Eran como flechas que lanzaban a un objetivo, esperando dar en el blanco, esperando hacerse notar. Después se convirtieron en mensajes de auxilio. Como un mensaje que atas a una paloma esperando que este llegue a alguien, a quien sea, y que esta persona decida leerlo y hacer algo al respecto.

Pero nunca dio en el blanco. Nunca leyeron su mensaje de auxilio y ella, en su prisión, cada día perdía fuerza. Cada mensaje olvidado era una grieta en su corazón y cada flecha errada lo resquebraja un poco más y más.

Aguantando cuarteaduras que ella remendaba con cuidado aunque nunca quedaran como antes. Pero siguió aguantando, remendando y parchado cada cuarteadura y siguió y siguió hasta que un día no tuvo más fuerzas, no pudo más y sucedió: su corazón se rompió.

Estaba tan destrozado, que no hubo una gran explosión. Su corazón de cristal se partió en un millón de pedacitos, pero los fragmentos no salieron volando, ni alcanzaron a los demás ni dejaron en ellos un montón de pequeñas heridas.

Su corazón se rompió, pero nadie lo notó. A ella ya no le quedaban fuerzas. Sólo se derrumbó y su cuerpo resonó contra el piso con un ruido sordo, al igual que su corazón que se resquebrajó hasta que se desintegró, dejando un montoncito de vidrios en donde antes, muchos años antes estuvo aquel brillante y nuevo corazón.

Finalmente ella yace desplomada en aquel rincón sobre aquel colchón acartonado, bajo aquellas sábanas con olor a petricor, entre aquellos cuatro muros descarapelados, con la soledad como su único amigo y el silencio como su prisión. Su alma moribunda apenas titilando y su corazón convertido en un montoncito de vidrios rotos.

Esa es la realidad, ella ya no puede más.

Sigue sin importarle a nadie. 

Excepto que no es todo lo que hay, falta algo, falta un detalle que ella siempre pasó por alto. Algo que ella ignoró cada día, y mientras se debilitaba, seguía sin verlo.

Y es que cada flecha que lanzaba, daba en el blanco. Cada mensaje soltado, llegaba a alguien que lo leía y hacía algo al respecto. Porque entre aquellos cuatro muros descarapelados, se encontraba ella, sí, pero también estaba yo.

Yo recibía cada flecha, y leía cada mensaje. Estaba listo para actuar, para hacer algo al respecto. Y es que ella realmente nunca estuvo sola. Nunca fue silenciada. Nunca fue ignorada.

Cada vez que se sentía sola yo estaba a su lado. Cada vez que era callada, yo estaba para escucharla y mientras era ignorada por el mundo yo le prestaba toda mi atención. Pero ella nunca se fijó en mí.

Sin importar cuanto le hablara y le dijera que todo estaría bien nunca pudo verme. Sin importar todas las veces que me ofrecí para ser quien le diera fuerzas y en quien encontrara refugio cada vez que se sintiera desfallecer nunca me llamó por mi nombre ni pensó en mí. Para ella nunca existí. Ella se debilitaba cada día por no ser escuchada, por ser ignorada y yo siempre estuve a su lado. Pero ella nunca me escuchó, nunca pudo verme y eso hacía entristecer mi corazón. Calaba hasta lo más profundo de mi ser.

Ahora, desplomada, su corazón está roto y su alma titila moribunda, pero yo sigo a su lado y seguiré por siempre. Espero pacientemente el día en el que abra los ojos y me vea. El día en el que me llame por mi nombre y exista para ella. Yo volveré a dar vida a su alma y restauraré su corazón. Seré quien le de fuerzas, y quién siempre esté para ella. Derribaré los muros que la aprisionan y ella será libre. Estaremos juntos por la eternidad, y ella podrá ser feliz. Ella conocerá el amor más profundo que existe y volverá a soñar.

Su alma podrá estar apenas titilando, pero puedo verla, puedo ver ese leve resplandor en medio de la oscuridad, y casi puedo ver cómo ella abre sus ojos y por primera vez, se fija en mí. Ella me ve, me llama y hay lágrimas en sus ojos. Yo seco sus lágrimas y le digo que todo estará bien, intento consolarla y estar a su lado, pero esta vez es diferente. Ella me escucha, ella puede oírme y verme. Me llama por mi nombre y soy tan feliz. Me pide consuelo, y ahora soy su sostén. Ahora puedo restaurar su corazón y devolver toda la fuerza a su ser. Puedo tomar la luz de su alma, débil resplandor, y hacer que brille más que nunca, hacer que todos puedan verla y que nunca más sea ignorada. Puedo llenar su espíritu, porque ahora ella me ve, y finalmente, después de todo, estamos juntos. Ella es libre, su alma brilla y yo soy feliz.


FIN


N/A: Espero esto les pueda servir a algunas personas que la lean que se sientan en una situación similar, nunca están solas. 

Está escrita de modo muy ambiguo intencionalmente para que ustedes la interpreten como ustedes quieran, pero independientemente de ello les pondré el significado a continuación, el cual estoy segura muchas de ustedes van a deducir. (Aviso: si no estás de acuerdo con lo que pienso yo o alguien más en los comentarios estás en todo tu derecho de opinar y hablar pero por favor no ofendan a nadie, sean comprensivos y apoyen siempre a quién lo necesita)

Y ahora si. La historia habla de una chica atrapada emocionalmente, que se siente sola, ignorada y desesperada y de como Dios la está escuchando en todo momento y esperando a que se de cuenta que está ahí para ella.  

Muchas veces puedes sentirte muy mal y necesitar ayuda. Pero más de lo que nos gustaría admitir, las personas fallamos brindando ayuda. Tal vez intentaron hablar con su familia o amigos cercanos que son los que deberían estar ahí para apoyar pero estos no lo entienden o no los ayudan como necesitan, y ahí es donde entra Dios. Él es incondicional y su amor es increíble. Está esperando que aceptes su ayuda para que no tengas que volver a pasar por esos momentos sola. Claro que habrá problemas, llanto y dolor, pero ya nunca más sola porque Él estará ahí.  

Por favor voten y comenten si les gustó y díganme si quisieran que escribiera de algo en específico. 

Gracias!




Luminiscencia - One ShotWhere stories live. Discover now