𝑼𝒏𝒆

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Esconder aquel cuaderno dentro de sus sacos caros no había servido de nada, su "padre" lo descubrió, obligando a aquel rubio a quemar aquel cuaderno, seguido de más golpes en su brazo y palabras hirientes.

Ahora ya no tenía nada ni nadie con quien desahogarse. Ahora estaba solo, teniendo que arreglárselas el solo, aunque claro, no funciono.

Pasaron algunos años, se las había ingeniado para ocultar un nuevo diario, que le costó un "Perdí mi cuaderno", seguido de más golpes y más sangre derramada.

Aunque claro, según él, valió completamente la pena.

Fueron solo dos libretas perdidas, después de eso, se las ingenio para comprarse sus propios cuadernos, algunas veces robándole algo de dinero a su padre, y otras veces con el dinero que lograba encontrar en la calle.

También había comenzado a construir su modelo de aquella no tan grande, ni tan pequeña ciudad.

Si tan solo pudiera ir un poco más allá del parque...

Estaba comenzando a entrar a la etapa en la que la curiosidad emanaba en su ser, curiosidad de tan solo probar algún dulce, una paleta, algo que lo hiciera sentir un niño, y no un adulto en el cuerpo de un adolescente de trece años.

Lo único dulce que había probado eran los pasteles de cumpleaños que su padre solía prepararle (o simplemente comprar) a su hermana cada cumpleaños, o aquellos horrendos postres que, tenían una buena pinta de saber exquisitos y un olor que lo hacía querer comerse ese postre entero, para que al dar el primer bocado se diera cuenta de la completa porquería que estaba comiendo.

Tenía curiosidad de tantas cosas que pudo hacer de niño y que ahora no podía hacer.

Todas esas cosas que no podía hacer porque según su padre, "un Shvagenbagen no es digno de hacer esas cosas que solo los mal vivientes hacen"

Prefería ser un malviviente a ser un adulto cuando aún no era tiempo.

Y nuevamente, la regla impacto su brazo.
En esos días era su examen de ingreso al conservatorio, vaya que se había esforzado, esforzado tanto como para que su padre golpeara nuevamente su brazo con fuerza, y sin piedad.

-- Ve a tu habitación -- Ordenó mirando a su único hijo varón con desprecio y seriedad, Sebastián, sin poder hacer mucho, simplemente obedeció.

Aún le sorprendía como de tantos años que esa regla impacto su brazo, su brazo aún no era prácticamente amputado.

Se recostó en la cama, no sin antes escribir algunas estrofas en su diario y hacer ciertos ajustes a su modelo, escribiendo acerca de todo lo que quería hacerle a su padre, y finalmente, cayó en brazos de Morfeo.

Finalmente el día llegó, desde el primer segundo en que abrió los ojos, su día comenzó con el pie izquierdo.

Práctico solo unos minutos, siempre con la atenta mirada de su estricto padre, después de eso, almorzó, y esa pequeña escena termino con su hermana anunciando que iría a la audición de su "querido" hermano.

Desde un primer momento, Sebastián se veía inconforme, pero como siempre, mucho no podía hacer.

Tomo su violín, y salió de ahí, quejándose en el camino.

Una bombilla rota se apareció en su camino, y eso lo hizo callar, mirando la bombilla con una sonrisa, con cuidado de no ser descubierto, comenzó a patear este a un callejón.

Y ahí empezó todo...

[☄️];; 𝙄𝙢𝙖𝙜𝙞𝙣𝙚 • 𝙂𝙡𝙖𝙢 𝙭 𝘾𝙝𝙚𝙨𝙨Where stories live. Discover now