Capítulo 11

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Olivia tenía una maestría en el coqueteo incognito. Paraba su trompa levemente en un acto de desafió, miraba la entrepierna de Santiago y se humedecía los labios, rozaba su brazo como quien no quiere la cosa. La piedra que sentía en su pecho se había ido, dejándola más ligera que nunca: Santiago no la amaba, ella tampoco lo amaba a él, pronto se iría y todo quedaría como un bonito recuerdo. Santiago no podía dejar de mirarla, tenía el mismo traje anaranjado que le quito la primera vez que hicieron el amor y le quedaba mil veces mejor. Se amoldaba perfecto su cuerpo, combinaba con su cabello rojizo y sus ojos marrones. El pelinegro veía en ella la mujer ideal por fuera y por dentro.

Detrás de su coquetería podía ver a una mujer que estaba siempre ahí, cuidaba desinteresadamente y abrazaba con sinceridad. La miraba con dedicación, quería dejarle saber que solo tenía ojos para ella. Un desfile de mujeres lo habían felicitado, empero, Olivia permanecía a su lado piel con piel. Estaban parados frente a la barra, la pelirroja había debido como troquera y aun se encontraba en sus sentidos a la vez que Santiago tomaba agua. Él no iba a tomar por más ojitos que Olivia le hiciera, tal vez ella tenía razón y era aburrido.

Muy profundo de su ser sabía que la había jodido, había tenido la oportunidad perfecta, una pregunta directa que contesto con una mentira.

─Esta va por ti, mi amor─ chilla Olivia a través de la música. Estaba más risueña que nunca. "Mi amor, " la naturalidad con la que ella hablaba le resultaba arrebatadora porque en realidad, por más que el quisiera, no era su amor.

Era su amigo, tal vez, un ligue.

─ ¡Por el mejor hermano! ─ grita Daniela, secundando a Olivia y todos beben con pasión menos el homenajeado. La piel de Olivia estaba roja de tanto alcohol y Santiago no podía parar de mirarla, necesitaba tocarla. Con cada movimiento su traje se le subía un poquito, en síntesis, se la quería tirar ahora y eso lo estaba desesperando.

Pone una mano en su cintura y eso es suficiente para que ella le dedique una mirada gatuna. La pelirroja le sonríe, una mezcla entre sensualidad y dulzura que solo le queda a ella. Aprieta su cintura y ella pasa la punta de su lengua por su labio superior con malicia.

Santiago siente un jaque mate a la vez que ríe con timidez, nunca podría jugar con ella porque siempre ganaría, la chispa de esa mujer era indescriptible.

─Un dólar por tus pensamientos─ susurró Olivia divertida.

─Un dólar no es lo que quiero de ti en estos momentos, Liv─ responde con diversión, llevando su mano a la parte desnuda de su espalda.

─ ¿Ah no? Y que quieres, entonces─ inquirió ella coqueta, al ver que lo había dejado sin habla. El encanto, la chulería y la frescura que mostraba la pecosa era algo que creyó que estaba extinto. Con ella no tenía sonrisas clónicas, todas eran auténticas y se le notaba que surgían tan fácil como respirar.

─De ti, Olivia Fuentes, quiero tantas cosas que se me hace más fácil decir las que no quiero─ murmuró el ojiazul, despegándose un poco pues era lo más sano, un poco más y acabaría tocándola frente a toda la multitud.

Y otra vez, la miro tan profundo que se sintió desnuda. Y no es que tenía problema con estar como nació frente a él, más bien era otro tipo de desnudez, una desnudez que iba más de lo físico. Santiago últimamente tenía una forma de hacerla sentir chiquita y era porque él la miraba como si fuese grandiosa. Ese tipo de pensamiento sin hilo era lo que la estaba volviendo loca.

─Los antiguos sumerios decían que los ojos azules eran una señal divina─ susurró Olivia, sin dejar de mirarlo y es que no podía. Se iba muy pronto y le decía adiós a esa mirada. Santiago rodó los ojos agnóstico, no era supersticioso y el destino lo encajaba con una persona que traía un aire místico, una pelirroja que veía las casualidades como cosas del destino. ─Tranquilo, no me estoy enamorando de ti─ acordó segura, con una sonrisa tonta que podría afirmar lo contrario a cualquiera que no la conociera. ─Eres especial, asombroso, pero...─Olivia toco su pecho justo en el lugar en el que reposaba su corazón─ Estas roto y jamás me pondría en la posición de permitirme querer a un hombre cuyo corazón le pertenece a alguien más. Aunque quisiera, jamás me enamoraría de ti. Resulta que tengo un filtro selectivo para canallas y tú has resultado ser un total caballero.

Santiago no sabía que decir, principalmente porque estaba demasiado equivocada. Él estaba perdidamente enamorado de ella, daría todo por ella y ahí iba esa mujer suponiendo que aun amaba a Zoé. Que mierdas tendría que hacer para que se diera cuenta, ya estaba perdiendo la maldita paciencia.

Te quiero, estúpida, date cuenta.

De momento Olivia dirigió su atención al cantautor que acababa de llegar, su cara se puso roja de solo pensar que la última vez que lo había visto se habían besado hasta que los labios protestaron. Nicolás no dijo nada, simplemente se paro a su lado y extendió su mano señalando la pista de baile. Olivia la tomó sin chistar con una sonrisa. Estaba tan automática y dada al coqueteo que no repaso en pensar en el hombre que tenía al lado.

─Olivia─ llamó Santiago, haciendo que ella devolviera su atención hacía él y soltará la mano de Nick por instinto. Nunca lo aceptaría, pero en ese momento sintió como si la hubiesen cogido con las manos en la masa, como si tomar la mano de Nick fuese pegado capital.

El ojiazul se había metido en camisa de once varas porque sabía que no había vuelta atrás. Ya no iba a fingir, no iba jugar un juego a ciegas sin saber si tenía oportunidad de ganar. Tomó un shot de vodka sin apuros y agarró a Olivia por la cintura atrayéndola a su cuerpo.

No fue dulce ni utilizó fuerza bruta, fue suficientemente fuerte como para dejarle saber al mundo que Olivia era su mujer, y por si no quedaba claro, puso su otra mano detrás del cuello de ella y la besó. No engañaban a nadie, a leguas se notaba que esos besos tenían historia. La forma en que se apretaban tenía historia.

Santiago la besaba con pasión, movía sus labios como si la boca de Olivia fuese el manjar de los dioses porque para él, lo era. Mordió su labio inferior levemente y Olivia lo abrazo para tenerlo mas pegado a ella.

En medio de toda la gente, tirando el anonimato de hace semanas a la basura. Aleluya por el vodka que le había dado la valentía. Fue un beso riesgoso y ya que estaba al final de la plancha, no tenía nada que perder. Olivia correspondió por inercia, ajena a todo lo que estaba pasando por su cabeza. En todas las películas la escena iba de que no veían a nadie mas en el mundo mas que ellos dos, la realidad era que aun con sus ojos cerrados podían sentir las miradas y no importaba.

Porque se sentía malditamente bien.

Porque la estaba besando como si el próximo paso fuera subirle el traje y metérselo ahí mismo, tal vez por esa misma razón Santiago supo que era el momento de detenerse. Olivia respira profundo y mira a Nick y antes de que pueda decir algo, Santiago habla.

─No puedes estar más equivocada, Olivia Fuentes. Anda, ve a bailar.

...

No voy a negar que este capítulo es de mis preferidos :)

Diez vecesWhere stories live. Discover now