Enkidu O El Lirio Del Valle Sacudido Por La Tormenta

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Mi dedos pasaron sutilmente por la piel que se escapaba de las blancas sábanas. Tocaba con delicadeza la espalda de mi amigo como si fuera la flor más hermosa y delicada del mundo.
Ya la mañana se hacía tarde, el sol claro entraba con fuerza por mi ventana y aunque ya había despertado del todo, no podía moverme ni un centímetro, estaba encandilado por la sutil belleza de Enkidu y su fragante aroma después de una noche inquieta.
Aquel ser frente a mi era sin duda la cosa más bella alguna vez creada, tan perfecta que casi parecía una ilusión creada por mi soledad y que me aterraba perder.
Era por eso que, y a pesar de ya el tiempo que estaba a su lado despierto, me entró la duda de despertarlo ¿que pasaría con el si lo despierto? ¿Desaparecerá de mi vista como un sueño en una noche calurosa?
Como un nostálgico recuerdo sus ojos se abrieron y se clavaron en los míos con la expresión de alguien que no creía lo que estaba viendo.
- Buen día
Finalmente dijo él y yo le respondí con una sonrisa y un beso que fue uno suave al principio, un segundo un poco más intenso y un tercero algo desesperado, como si soltarlo lo hiciera alejarse de mi para siempre.

O al menos así se sintió cuando se levantó sin nada más que decir y se vistió.
No sabía que hacer, quería retenerlo para mi toda la vida, pero Enkidu cada vez se me escapaba como el agua, para luego volver como una fugaz llovizna.

-¿Vas a volver?
Le dije despidiendolo de la puerta, sentía mi corazón romperse como su estuviera predicho que algo cruel nos pasaría.

-Claro, no podría dejarte solo mucho tiempo.

Y se marchó como si nunca hubiera estado a mi lado.

Terminé iniciando mi día sin la voluntad real de seguir mi rutina, pero nada más podía hacer con aquello si mi deber estaba ahí. Y tal como me propuse hice todo mi trabajo hasta entrada la noche, tan concentrado estaba en ello que no había notado la tormenta que comenzó. Pero no dejé de trabajar y estudiar, si no era aquello lo único que me quedaba hacer era esperar por Enkidu, impaciente frente a la puerta, como un cachorro abandonado que ya no sabía hacer nada si su amo no estaba cerca.
¿En qué momento Enkidu se volvió todo para mi?
Me dejé consumir por aquel chico hasta el punto de perderme de vista a mi mismo si el no estaba cerca.

En blanco frente a una computadora vacía, con todo ya realizado, ahí estaba yo plantado sin poder hacer nada más. La noche ya estaba en su pleno apojeo, pero la unica luz que entraba por mi ventana era la de los rayos que caían en esa tormenta.

Consumido por el silencio me quedé esuchando la lluvia, que caía tan fuerte sobre la tierra como si la ira de alguien se derramara y quisiera partir el mundo.
Mi pecho de apretó con fuerza ante un mal recuerdo que no podía descifrar, tenía una añoranza sobre algo así pero no había forma de saber que me hacía sentir tan mal. Pero mi mente enredada se despejó al oír los golpes de la puerta.
Corrí a ella, comi si un instinto más grande me dijera quién estaba al otro lado.
La abrí con tanta fuerza que golpeó la pared, pero ni pude escuchar ningún sonido, ni de la puerta, ni del rayo que  caía, ni de la bolsa que Enkidu dejaba caer al suelo antes de lanzarse a mi, completamente empapado, tan frío como si hubiera estado horas bajo la lluvia, para abrazarme con tanta fuerza que sentía el dolor de sus uñas en mi espalda, pero no me importaba.

Solo pude abrazarlo de vuelta...

-Había comprado algo para comer...
                                  
Pero ya no sirve...
                                              Se arruinó...

Su voz era tan suave y melancólica que me hacía pendar que esas gotas que caían de su cabello, por sus mejillas y empapaban mi ropa... No fuera por la lluvia.

-Esta bien, no me importa...

Palmeé du cabeza con cuidado, estaba tan enfadado que solo quería acabar con el mundo porque alguien había hecho llorar a Enkidu.

Nunca le había visto tan triste, ni tan enfadado, ni tan silencioso.
Enkidu se sentía como un mar de emociones nuevas, un mar donde quería ahogarme para saber todas esas emociones que no me ha mostrado aun.

El héroe de la bestia  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora