T R E S

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Los pupitres se iban ocupando con el transcurso de los segundos. Algo curioso de mi salón es que la mayoría de las chicas se sientan en los asientos de la derecha mientras que los chicos en los izquierdos. Y en tanto a mí, a mí me gusta sentarme entre los dos géneros.

Durante el Domingo y hoy Lunes ha estado lloviendo, demasiado a mi gusto.

—Eli!

Sé que tal vez exagere un poco al haberme enojado con Carla por haber hecho esa llamada, pero fue inevitable.

—Hola, Carla, —tome una inhalación —siento haberme enojado contigo, no debí de hacerlo.

—Oh... No te preocupes. Se que la llamada fue tonta.

—Bueno! Ya quedó todo resuelto.

—Si! Arreglado!

—Entonces, qué sucedió ayer? Con lo de tu hermano?

—El hijo de puta me echó harina en el cabello. Fue imposible sacar la harina!

—Ja!

Empecé a sacar el libro de la materia, pues no faltaba mucho para que el maestro llegase. Y en lo que el maestro llegaba yo estaba realizando un trabajo atrasado.

—Hey! Chicos! Habeis escuchado! El profesor ha tenido un accidente ayer por la noche.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, tal cual como el que sentí al recibir la llamada de Carla.

El salón entero guardo silencio al recibir la noticia.

—¿Cómo sabes eso? —pregunto una compañera,  rompiendo el silencio.

—El director me ha hablado a la oficina. Me comunico acerca del accidente!

—Y exactamente qué le ha pasado? —pregunte, —¿Fue grave?

—El iba en camino a su casa, y perdió el control del auto.  Y no, no fue tan grave —contesto.

—Menos mal... —dijo un compañero.

La jefa del grupo se levantó del pupitre y camino al frente del salón.

—Bueno... Chicos! —alzo la voz para llamar la atención —Menos mal que el profesor está  bien. Y en lo que alguien venga a darnos razón, hagan algún trabajo atrasado o tarea de otra clase.

—Claro...

•••

La hora de receso era lo que más me gustaba del día. Y no por convivir con compañeras, si no por los aperitivos que venden en la cooperativa, osea, vendían hielitos de galleta oreo, mi favorito.

Nos encontrábamos caminando por toda la escuela. Carla y yo acostumbramos a caminar por la escuela, lo cual me es satisfactorio, pues no me gusta quedarme sentada, me aburro fácilmente.

—Hola, chicas!

—Hola, Martle.

—Se enteraron lo que pasó con el profesor?

—Si, el profesor de historia tuvo un accidente, —suspire —nos dijeron hace rato en el salón.

—Qué? También el profesor de historia tuvo un accidente, —Levanto una ceja —nuestro profesor de Informática tuvo un accidente.

Ok, ok, ok. Hoy es día de que los maestros tengan accidentes, o qué?

—Dios mío. A qué horas fue eso?

—Los que atendieron el caso dicen que fue en la madrugada a las tres y quince. —nos volteó a ver — La hora del diablo —solto una carcajada.

Simples Miradas [En edición]Where stories live. Discover now