El placer es todo tuyo.

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-¿Cómo has dicho? -Cuestioné con confusión.

-He visto como le miras, se te cae un pelín la baba, Scar.

Déjenme les explico algo, Joseph es el primer chico en él que me fijé, pero ¿Cómo puedes decir que te gusta alguien con tan sólo conecerle de dos semanas? Me agrada Joseph y me parece que sus ojos verdes son los ojos más lindos que me han mirado, pero ¿Qué tanto sé de él? Podría romperme el corazón en mil pedazos y luego solo decirme "Ha sido tu culpa por fijarte en mí" o podría quererme como nadie y hacerme sentir tan afortunada, pero sea cual sea el caso ¿Cómo podría saberlo en tan sólo dos semanas?

-No sé de que hablas, Mía. -Murmuré haciéndome totalmente la desentendida.

-Oh vamos, ¡Claro que si sabes!

-¿De qué hablaban, chicas? -Murmuró el rey de Roma, uniéndose a la mesa.

Se sentó junto a Mía y le sonrió con tanta dulzura ¿Y si quizás todo había sido percepción mía? Joseph era mi amigo, si, pero nada más; en cambio a Mía parecía quererle tanto. Se conocían desde quién sabe cuando y además se les veía tan lindos juntos, ¿Cómo te metes en medio de eso?

-Cosas de chicas solamente, Joseph -Mía me guiñó un ojo.

Solté un largo suspiro y decidí que por primera vez en mi vida, me iba a relajar, no sé si lo han notado, pero siempre estuve llena de dudas y en mis ganas de lograr las cosas aveces las forzaba y me podía volver algo pesada con eso.
Le extendí mi mano a Mía, a través de la mesa, en señal de respaldo.- Así es, princesa rusa.

No les diré que instantáneamente Mía me agradó y todo fue color de rosa, seguía poniéndome algo incómoda la idea de sentirme el mal tercio, pero comprendía por completo que ella no tenía la culpa de lo que ocurría.
Esa noche, en especial, reímos mucho y descubrimos que los tres teníamos algo en común, eramos simplemente torpes. Joseph había golpeado accidentalmente a un niño cuando se levantó para ir al baño, el niño cayó sentado al suelo y no hacía más que mirar a Joseph con desconcierto. Mía se quemó con el mozzarella caliente, pero como ella es... pues Mia, no lo ha escupido pues sería de mala educación, se había aguantado todo el rato con eso en la boca, no hacía más que abanicar con su mano intentando enfriar el queso. ¿Qué he hecho yo? Oh, si, claro que en mi torpeza me he dejado caer el refresco encima, lo moví con mi codo y ha caído sobre la falda de mi uniforme.

-¡Oh! No, no no. -Chillé dando un brinco para evitar que la falda se emparara del todo, pero fue en vano.

Ya de pie intenté sacudirla, pero estaba toda la falds impregnada de aquella gaseosa y si no se lavaba quedaría tan pegajosa. Consideré sólo chasquear los dedos para limpiarla, pero Mía no sabía que yo era un ser sobrenatural y de seguro haría preguntas como Joseph las hizo.

-Ay, Scarlett ¿Quieres que te ayude a limpiarte? -Ofreció Mía.

-No, no te preocupes, preferiría tomar una larga ducha y de igual manera ya es bastante tarde, debería regresar a casa.

-Oh, eso es una pena. -Se paró de un salto y me dio un abrazo, no le importó lo pegajosa que estaba.- Espero verte pronto.

-Oh, si claro. -Bufé en mi interior.- quizás nos veamos pronto.

-¿Enserio debes irte, rubia?

-Si, Joseph, pero ha sido divertido.

Me despedí con una sonrisa y salí del local, estaba en plena calle y habían demasiadas personas, ¿Como haría para chasquear los dedos y teletransportarme?

-Scar, ¡Espera! -Gritó Joseph apartando la puerta para poder salir.

Sólo le dediqué una pequeña sonrisa hasta que se acercó a mí.

ScarlettWhere stories live. Discover now