CAPITULO 16

729 67 1
                                    

Yago:

Me escabullo de la fiesta y salgo hacia donde se ha ido Paulina. No tenía claro si venir esta noche, hasta el último momento estuve dudando, y si vine fue precisamente por el motivo por el que dudaba, Paulina. El abrazo que nos dimos me impactó, deseé alargarlo, besarla y hacerla mía...hasta que me horroricé de mis pensamientos por la juventud de Paulina. Me enfurecí conmigo mismo, por ver deseo en un sencillo abrazo dado con el corazón y la inocencia, por haber querido abrazarla y no soltarla, para besarla hasta que ambos perdiéramos el sentido. Me estoy volviendo loco, pues por las noches sueño con su sonrisa, con su mirada y con sus besos aun no dados. Esto es una locura y tengo que ponerle fin cuanto antes, por eso estoy aquí, siguiendo el camino que tenía pensado antes de que Paulina irrumpiera en mi vida, pero cuando se abrió la puerta, lo que
menos esperaba era verla a ella, que estuviera aquí.

Al verla me costó reconocerla sin sus coletas, y así vestida tan elegantemente y con su precioso pelo castaño, suelto.

Me impactó, me quedé sin palabras y no sabía que decir para no parecer im.bécil por mirarla embelesado. Cuando Daniela llegó puede ver como sus ojos sinceros se tornaban tristes y supe que yo era el causante de esa tristeza. No sé que pasa entre nosotros, pero ahora sé que no soy el único que se ha visto arrastrado a esa locura.

La veo sentada en un banco, sus zapatos reposan en el suelo y mira la noche como si fuera parte de ella. Su vestido no es como el del resto, parece un hada escapada del jardín, que ahora, en la soledad de la noche, ha encontrado su sitio. Ella no encajaba en el salón, ni yo tampoco. No me he sentido a gusto en toda la noche y mi mirada buscaba la suya, deseaba ver su sonrisa, ver en ella que todo seguía como siempre. ¿Y para que? No lo sé, pero lo necesito. Tal vez lo más sensato sería irme, seguir con mi vida, no estar observándola...pero no puedo.

Yago: Hace buena noche—Paulina se sobresalta y baja los pies del banco.

Me percato que está llorando y se me parte el alma.

Pau: Sí.

Se gira para secarse las lágrimas esperando que no me dé cuenta, dudo si irme o no, pero finalmente me siento a su lado. Es como si una parte de mí no pudiera resignarse a dejarla en paz.

Yago: No me gustan mucho este tipo de fiestas—Paulina se gira y se mira los pies descalzos.

Pau: Yo las odio.

Yago: No sabía que eran hermanas.

Comento como si eso lo explicara todo, como si con esa simple frase ella entendiera cuando siento hacerla llorar.

Pau: No nos parecemos mucho.

Por la forma que lo dice sé perfectamente a que se refiere.

—Yago:Esta noche eras la más bonita en todo el baile, Paulina.

Me culpo por ser tan débil, por no callar y dejar de estropearlo todo aún más, pero cuando ella me mira con los ojos abiertos por el asombro y la duda de que lo que digo no sea cierto, sé que no puedo mentirla.

Yago: Pero no se lo digas a tu hermana.

Sonrío y espero que ella sonría y así lo hace. Me relajo, y al ver su sonrisa sé que llevo toda la noche echándola de menos.

Pau: No se lo diré, de todos modos no se lo creería. Yo no tengo gusto para ir a la moda.

Yago: Estabas pintando antes de la cena.

Pau: Se me olvidó lavarme las manos.

Sonríe y se las mira, las uñas las lleva muy cortas y con un color rosa claro pintadas. Recuerdo sus manos machadas y como ese olvidó me hizo ver a la Paulina que he conocido estos días. —Soy un desastre.

Yago: Eres tú.

Paulina me mira una vez más. La observo, y cuando siento otra vez este deseo equivocado me levanto. Esto no debería pasar, debería estar sintiendo esto por su hermana, no por Paulina.

Ella tiene una vida por delante para ser joven, para vivir...y yo tengo una vida por delante para ser responsable, Lilly ahora es una parte de mi vida y tengo que ser sensato. Ya no soy ese chico joven despreocupado, siento que desde que tengo a Lilly he madurado de golpe. Y Paulina aun tiene muchos años por delante para madurar sola...

Yago: Es mejor que regrese o tu hermana saldrá a buscarme.

Pau: Sí, ahora que es casi tu prometida no puedes hacerle ese feo.

Lo dice seria y la realidad me golpea, sabía que al venir aquí aceptaría una relación más seria con Daniela, pero ahora dicho por Paulina siento que me asfixia el aire...es lo que quería...lo que quiero. Me recuerdo.

Yago: Seremos cuñados.

Trato de sonreír, de poner un poco de cordura en todo este asunto, pero Paulina solo me mira con seriedad y asiente.

Pau: Sí. Bueno me subo a mi cuarto, nadie me echara de menos en la fiesta, Bianca y Albert ya se han ido. Buenas noches Yago.

Paulina se levanta y recoge sus zapatos para irse sin mirar atrás, y mientras la veo entrar por la puerta trasera en la casa, sé que ella no ha dicho toda la verdad, pues si hay alguien que la echa en falta ahora que no esta, ese soy yo.
Y esto no debería estar pasando. Ojala el tiempo me haga dejar de sentir.


****

Paulina:

Llego a casa de Yago y dudo si entrar o no. Me he pasado toda el fin de semana sumida en un estado de depresión. No he sido capaz de pintar, todo lo que me salía eran imágenes tristes, o mi propia alma llorando. Cuando por fin cerraba los ojos y trataba de dormir veía a mi hermana acariciándolo, besándolo...amándolo. Al final no me quedaba más remedio que levantarme y pasar las horas muertas sin hacer nada.

Lo mejor hubiera sido volverme a marchar, irme a buscar nuevos paisajes que pintar...pero no he podido, la idea de irme y no volver a verlo, no volver tampoco a ver a la pequeña Lilly, se me hacía aun más insoportable que la idea de saber que ama a mi hermana. Que ella puede darle los besos y abrazos que yo tan solo puedo soñar y anhelar.

Bajo de la moto y me quito el casco para dejarlo sobre el asiento.
Toco la puerta y agacho la cabeza para que mi largo flequillo me tape la cara. Hoy llevo el pelo recogido con dos ganchos para así poder usarlo para protegerme el rostro. Estoy aquí, pero no me creo capaz de mirarlo a los ojos como antes.

Yago: Hola—Noto sorpresa en la voz de Yago, como si no esperara que estuviera aquí.

No soy ton.ta, y sé que mi forma de mirarlo el otro día le delató lo que yo siento. Cuando vino hablar conmigo escuché sus palabras no dichas, y en todas podía sentir un, lo siento. No lo dijo, pero sin embargo no he dejado de pensar en él, en ese: lo siento, pero no puedo amarte a ti.

Pau: Estoy aquí.

Yago: Me alegra.

Entro en la casa incapaz de mirarlo y ver si dice la verdad.

Pau: ¿Esta Lilly despierta?

Yago: Sí, está en la cocina en su silla, le estaba dando el desayuno.

Pau: Ya sigo yo, termina de arreglarte.

Me voy hacia la cocina tras dejar mi mochila, pero Yago me sujeta del brazo y me vuelve a él.

Pau: Déjalo asi...—Le digo cuando me empieza a alzarme la cara hacia él y yo cierro los ojos.

Yago: Paulina...

Pau: No me has dicho nada pero lo entendido todo. Así que por favor...déjalo asi...

Yago: Eres muy joven...

Me duele su comentario, pues sé que en el fondo está diciendo: soy muy mayor para ti...¡¡Por dios solo me lleva cinco años!! Es de la edad de Albert. Y Albert y Bianca están juntos.

Pau: Si, lo soy, y pronto encontraré otro motivo para sonreír—No he dicho a otra persona, pero no hace falta y al abrir los ojos y mirar a Yago no comprendo porque su mirada
dorada esta endurecida.

Yago: Claro.

Me suelta la cara y se aleja.

Yago: Te he preparado el desayuno a ti también, deberías comer algo y cuando se acueste Lilly aprovecha para dormir. No tienes buena cara.

Pau: Me he quedado pintando, tengo que practicar para cuando me vaya...

Veo como Yago se detiene en mitad de las escaleras.

Yago: ¿Irte?

Pau: Sí. Irme.

Yago no dice nada y sigue hacia su cuarto. Entro en la cocina sintiéndome estú.pida por no saber fingir que no pasa nada, que no lo amo. Que no me duele verlo con ella...

Nunca he sabido mentir, pero ahora desearía poder saber cómo esconder mis sentimientos para que no me hagan más daño. Me es muy difícil esconder lo que siento con personas que no me son indiferentes, mi forma de ser me hace no saber mentir ante ellos.

Pau: Hola pequeña—Lilly me ve y alza sus pequeñas manos hacia mí, yo deseando un abrazo la cojo y la pequeña como si supiera que en estos momentos es mi único consuelo se abraza a mi cuello y mete su pequeña cabecita en el. No sé el tiempo que me quedo así con la niña sintiendo su corazoncito y su calor en mi pecho.

Pau: Te echaré de menos cuando me vaya...he llegado a quererte en este tiempo

"Enamorada del novio de mi hermana" ~ TERMINADA ~Onde histórias criam vida. Descubra agora