8. Miradas solares

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—Mi familia me odiaría si le dijera que me gustan las chicas —confesé

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—Mi familia me odiaría si le dijera que me gustan las chicas —confesé.

El subte iba lleno y estábamos tan cerca que la visera de su gorra presionaba mi frente. Sentía su aliento a tutti-frutti en la cara y el calor de su cuerpo, que a diferencia de la calidez que emanaban los que nos rodeaban, este tenía un efecto diferente en mí. Me calmaba. Llegaba con su perfume.

—Pensé que...

Estaba tan sorprendida que no supo cómo continuar la oración durante un minuto entero en el que nos miramos a los ojos. Ninguna lo había dicho en voz alta, pero en el fondo sabíamos que lo nuestro tenía la energía inagotable de todos los trucos de magia que ella leí en sus fanfics y de todas las bebidas con cafeína que yo consumía. 

Pronto íbamos a empezar a hacer las preguntas que nos llevarían a introducirnos en la vida de la otra para siempre. Éramos conscientes y estábamos emocionadas.

En algún momento, nuestra historia continuaría fuera del metro.

No podíamos estar toda la vida bajo tierra. Por más seguro que se sintiera, allí no llegaba la luz del sol y estaba harta de esconderme, pero tenía miedo.

A veces pasaba tanto tiempo en las sombras que me acostumbraba al frío, y no era hasta que alguien me tomaba de la mano y nuestras temperaturas contrastaban que lo recordaba.

—Soy extrovertida y no temo enfrentarme a los extraños que se adueñan de los asientos con sus penes falsamente descomunales. Visto los colores de nuestra bandera y me muestro segura. Lo sé —aseguré—. Sé lo que asumen de mí. Ojalá fuera lo suficiente valiente para serlo.

Lo meditó durante un segundo. Me miró con la calidez de ese sol que tanto hacía falta ahí abajo.

—Mi familia me ama.

Me confundió.

—Me alegra saberlo, pero... ¿Eso qué tiene que ver? 

—Soy todo lo opuesto a ti, y si me aman por lo que soy, a ti también pueden y deberían amarte por lo que eres. Por ahora no puedo hacerlo, pero hay una alta probabilidad de que un día te ame, y lo haré justo por eso.









Chica amada, chica odiadaWhere stories live. Discover now