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"¿Recuerdas cuando eras joven?
Brillabas como el sol."
Shine on You crazy Diamond (Part I - V)

1972

Celeste. Así se veía el cielo a las seis de la mañana y por la iluminación también se veía de ese color el cuarto en el que Syd y Frances dormían. Cada vez que el reloj marcaba esa hora, ahí estaba Syd, sentado a los pies de la cama viendo las cortinas entreabiertas, viendo el cielo y el techo de las demás casas. No había la bulla del tráfico, ni bulla de niños corriendo, solo el silencio, unos cuantos pájaros y él.

Syd y Frances empezaron a vivir juntos en 1968. A los padres de Frances no les gustaba la idea de que su hija menor fuese a vivir con un músico que para colmo habían visto solo en una navidad, que había sido despedido de su propia banda y que fuese el causante de que su hija se quedara sin un trabajo estable. A pesar de que estos no querían que Frances siguiese viviendo de esa manera, se opusieron rotundamente a la idea de que se casase con él, insistiendo en que si lo hacía, se olvidara de su familia. Y ella, aceptó. Por el lado de la familia Barrett, la madre de Syd y los hermanos de él, tenían simpatía y una ligera pena hacia Frances. Si bien, el hermano de Syd dijo al inicio de 1967 que este no tenía nada malo, sus compañeros de banda y Frances sabían que algo andaba mal pero no sabían cómo soportarlo, pues solo eran unos veinteañeros, ¿qué iban a saber ellos de enfermedades mentales? Por esa razón, la familia de Syd le tenía estima, porque desde el sesenta y siete, hasta el setenta y dos, todo se desmoronó, y ella siguió a su lado.

¿Y qué hay de los amigos de Syd? ¿Qué hay de Roger, Nick, Richard y David? No todos volvieron a hablarle. ¿Por qué le hablarían a alguien que ya no parecía ser el mismo de antes? Syd quería estar solo, los quería, pero necesitaba su espacio. Richard y Roger aportaron a lo lejos en una producción de su disco, pero David, que ocupó su lugar en 1968, sintió una culpa enorme, tanto que le produjo dos discos de solista, se encargó de que las regalías llegasen a su familia, a él y a Frances, y bueno, era el que más iba a su casa. Le tenía estima a Syd, aunque este rara vez volteara a verlo, pero siempre le iba a tener más apreciación a Frances. En 1971 la parejita pasó de vivir en un apartamento en un barrio de clase media, para vivir en una casa pequeña, pero en un barrio un poco mejor situado. El dinero no salió por parte de Frances, que ahora daba clases particulares de dibujo entre otros cursos, sino de Syd y de todo lo que había creado. Y bueno, quizá un poco de David.

—¿Syd? —despertándose, Frances vio a su prometido sentado con el torso desnudo.

—¿No es hermoso? —dijo sin dejar de ver la ventana.

—¿Otra vez no dormiste? —se acercó a él.

—Sí dormí —la miró.

—Esas ojeras me dicen lo contrario —preocupada, acomodó la tira de su bata que caía por su hombro.

—En fin, ¿no es hermoso? —volvió a ver la ventana, pero Frances seguía viéndolo.

—Claro amor —le dio un beso en la frente y apoyó su cabeza en su hombro. Syd siempre hacía la misma pregunta cada mañana.

—Hoy iré a visitar a mi hermana.

—Oh, genial. Le mandas mis saludos.

—Tal vez regrese tarde.

—¿Cómo a qué hora?

—No sé —se perdió en el azul del cielo.

Frances temía que Syd recayera en su adicción a las drogas. Hacer que las dejara fue todo un reto, pues era como hacer que un niño se olvidara de las golosinas. Su adicción hizo que casi terminaran su relación. Las malas influencias que rodeaban a Syd lo empeoraron y con ello su salud mental. Había mujeres que se acercaban a él quizá por diversión o un intento de fama, como una modelo que se coló en su viejo apartamento, se quitó la ropa y posó junto a él para la portada de su disco. Todo ello en ausencia de Frances que solo se dio cuenta cuando salió a la venta.

Wish You Were Here «Syd Barrett»Where stories live. Discover now