¿Divorcio por boda?

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Los rayos de sol entraron por la ventana. Entre abrí mis ojos, miré hacia el balcón, vi a Paul fumando.

Me fue inevitable sonreír. ¡Dios moría por un cigarrillo! Llevaba casi 6 meses sin fumar, pero con todo lo de Julie, necesitaba dar al menos una calada. 

Me levanté de la cama, me puse un poco de ropa y me dirigí al balcón. Paul miraba pensativo a quien sabe donde. Me acerqué a él.

—Buenos días, princesa —dijo sonriendome y me besó.

—Buenos días —dije yo. Le quité el cigarrillo de la mano y antes de que pudiera pensármelo dos veces di una calada. —Empezaba a olvidar lo relajante que es —dije exhalando el aire con los ojos cerrados.

Abrí los ojos y me encontré con los de Paul, y su cara desconcertada. Le entregué el cigarrillo para no poder llevarmelo nuevamente a la boca. Paul dio una calada.

—¿Qué fue eso? —preguntó con una pequeña risita.

—Lo necesitaba —me excusé. —Hay un lindo día —dije apreciando la vista.

—Ideal para hacer las maletas —dijo Paul, lo miré confundida. —Para ir a Italia ¿acaso lo olvidaste? El vuelo es mañana.

—Claro que no lo había olvidado —mentí. —Es que...

—Lo habías olvidado —rió tiernamente Paul. —No mientas, no sabes mentir —se burló.

Lo miré haciendome la molesta y le enseñé la lengua.

—Que maduro de tu parte, Caroline —dijo en tono irónico y con una voz refinada.

—¡Quién habla de madurez! —reí. —¿Me va a dar lecciones para madurar el chico que comenzó una pelea por un sándwich hace unos días? —dije alzando una ceja.

—¡George se había comido como  cinco, y yo moría de hambre! —se defendió. —Además...—me apegó a él— cuando quiero puedo ser muy maduro.

—¿Sí? Demuéstralo. —Lo miré  desafiante.

Se acercó a mis labios y me dio un largo beso.

—¿Ves?

—No. Eso no fue maduro —dije haciéndome la desconforme.

Paul me miró. Levantó sus cejas y sonrió.

—¿Con que no? Bien. —Me tomó en brazos y me llevó a la habitación.Me acostó en la cama y comenzó a hacerme cosquillas. —Veamos si cambias de opinión...

—¡No! ¡Paul, por favor no! —gritaba entre risas. —¡Para por favor! —Y volvía a reír.

El muy maldito sabía que tenía muchas cosquillas y lo utilizaba siempre que quería que yo aceptara algo. Paul paró un instante.

—¿Soy maduro? —preguntó él mientras yo me tranquilizaba.

Yo negué con la cabeza, y él comenzó a acercar nuevamente sus manos para proseguir con las cosquillas.

—¡Está bien, está bien! —grité desesperada, él se frenó. —Sí...

—¿Sí, qué? —preguntó él, yo no respondí y me hizo cosquillas.

—Sí, eres...maduro —dije entre risas, él me miró insistente—, mi amor —añadí finalmente.

Paul al fin me dejo libre. Yo recobraba el aire.

—Eso es trampa —me quejé.

Él se encogió de hombros y se dirigía al baño. Tomé un cojín y se lo lancé. Él se giró lentamente. Me paré lo más rápido que pude y comencé a correr escaleras abajo.

Words of love.Where stories live. Discover now