Capítulo 22

8.9K 468 10
                                    

Lo de anoche fue increíble. Estoy bastante cansada por eso pero no me arrepiento de nada. Iván me hace muy feliz en todos los sentidos. Si ya de por sí es guapo, dormido es otro nivel. Se me ocurre una manera muy especial para despertarlo.

Bajo dándole besos desde el cuello hasta su vientre. Iván recién despertado, deja escapar la respiración, sabe lo que tramo. Bajo un poco más hasta su miembro y para metérmelo en la boca. En dos segundos pasa de un estado al otro que me gusta aún más. Parece que le gusta por sus gemidos. Cinco minutos más y se corre encima mío. Me mira con cara de pervertido.

—No pensaba que te iban estas cosas de buena mañana. —Guiña un ojo y me atrae hasta él para besarme.

—Vamos, que llegamos tarde. —Rueda los ojos y se levanta de mala gana.

Nos vestimos con nuestros bañadores y con ropa cómoda para ir a la playa, en mi caso un vestido de flores blanco y mis sandalias. Salgo al pasillo y noto que no hay movimiento. ¡Se han quedado dormidos! ¡Malditos dormilones!

Primero entro en la habitación de Cloe que es la que está más cerca de la nuestra. Está super dormida, ronca muchísimo. Me acerco a la ventana y levanto un poco la persiana para que entre un poco de luz. Cojo el móvil y la grabo un poco, está muy graciosa. Al dejar de grabar, levanto lo que queda de persiana para que se despierte de una vez.

—Buenos días dormilona. —La sacudo un poco y retiro la sábana de un tirón.

—¡Qué frío!

Salgo de su habitación para ir a la siguiente, a la de los chicos. Estos comparten habitación por aforo de habitaciones. Abro un poco la puerta y me arrepiento al instante, huele fatal. Hago lo mismo como con Cloe, levanto la persiana hasta el final dejando entrar toda la luz del sol. Me tiro encima de Joe.


—¡Buenos días! —Está claro que este es el primo que me cae mejor. Al ser más o menos de mi edad, nos compenetramos más. Me atrapa con un brazo y me junta a él. —Hueles fatal Joe. —Nos reímos.

—Te odio. —Me susurra antes de girarse rápidamente y acorralarme para hacerme cosquillas. No sé que le da a todo el mundo por hacerme eso.

—¡Para! Me duele todo. —No podemos parar de reír. Zoe nos lanza un zapato.

—¡Callaos intento dormir! —Sonreímos con malicia y saltamos encima de su cama. —¡Dejadme par de locos!

—Deja de gritar Zoe. Vas a despertar a la tía. —Con cuidado nos bajamos de su cama y salgo fuera para que tengan más privacidad para vestirse.

Una vez en la cocina, Iván y yo nos encargamos de preparar la comida para llevárnosla a la playa. Cuando estuvieron todos listos, nos subimos al coche de Zoe, quien decidió conducir, a su lado Joe y detrás los que quedamos. Un poco apretujados pero bien. Llegamos después de media hora más o menos y yo como de costumbre, ya estaba muerta de calor con unas ganas inmensas de meterme en el agua.

Al aparcar a una calle de la playa, nos bajamos todos corriendo. A alguien se le ha escapado un pedo y ha apestado todo el coche en un segundo.

—¡Solo faltaba un minuto para bajarnos! —Dice Cloe malhumorada.

—¡Qué mal huele! —Digo tapándome la nariz.

—¿Quién ha sido de vosotros dos asquerosos? —Iván los apunta con el dedo. Joe parece que no puede aguantarse la risa.

—Has sido tú, cerdo. —Concluye Cloe asqueada. Joe no aguanta más y empieza a reírse a carcajadas.

Después de todo el follón, Iván y Zoe cogen todas las mochilas menos la de la comida que la lleva Joe para adentrarnos por fin en la playa. Tiendo la toalla con rapidez, me quito el vestido y salgo corriendo hacia el agua. Iván al ser más rápido que yo, me alcanza y me hunde entera. Que gusto da venir a la playa. Nos salpicamos y hundimos durante un buen rato hasta que llegó la hora de comer. Salimos del agua y nos juntamos de nuevo con los primos que ya tenían todo preparado. Unos bocatas de jamón, tortilla de patatas, ensaladilla rusa y cervezas a punta pala, todo buenísimo preparado por unos grandes chefs. No sé que le ha dado a Iván, pero no para de hacer fotos de cada acción que hacemos. He abierto la boca para decir algo y ya tenía una foto mía con comida en la boca. Asqueroso.

Antes de irnos, nos volvemos a meter en el agua para refrescarnos. Hace demasiada calor. Y vuelta a empezar, mi segundo día de trabajo me espera.

...

Las ocho en punto. Me encanta ser puntual y más si los siguientes minutos no los cobro. Hoy ha habido mucho más ambiente, creo que es porque es viernes. He lavado bastantes platos y vasos, el suelo también lo he tenido que fregar. Pero parte de la tarde la he pasado atendiendo y sirviendo a los clientes. Mañana me han dejado pedirme el día libre por las batallas. Tendría que ensayar por la mañana antes del concurso si quiero que todo vaya a la perfección. Iván no me ha recogido hoy, ya que tenía que ensayar su coreografía. Es mañana y se me está haciendo muy lenta la espera. Ahora que me acuerdo, tengo que llamar a Lore.

—¡Hola! ¿Qué pasa?

—Tía tenemos que ir a probarnos los vestidos para mañana. Que si nos tienen que coser algo es mejor ahora que no a última hora.

—¡Los vestidos! Ni me había acordado. ¿Dónde estás?

—Acabo de salir de trabajar. ¿Nos vemos en la tienda?

—En quince minutos estoy allí. Ves haciendo. Chao. —Cuelga antes de que le pueda decir algo. Siempre me hace lo mismo.

La tienda es pequeñita y está muy cerca de la cafetería. Saludo a la mujer y como ya me conoce, me tiende mi vestido. Suelo siempre venir aquí a que me arreglen los trajes o la ropa, lo hacen genial y son muy majos. Entro al probador y me lo pongo. Es un vestido blanco y rosa pastel de tirantes curvo y cada capa de la falda tiene volantes. El de Lore es muy parecido al mío pero ella lo combina con el lila y tiene otro corte. Escucho a Lore fuera del probador y lo abro para que me vea.

—¡Tía! Estás increíble. Que ganas de probarme el mío. —Le doy un abrazo.

—Va, pruébatelo y nos hacemos una foto. —Desaparece detrás del probador.

—Denise, ¿te va bien?

—Si, si señora Carmen. Todo perfecto y el corte genial. Gracias.

Cuando sale Lore con el vestido puesto, nos hacemos una foto. Esto quedará para el recuerdo. Nos los quitamos y pagamos antes de salir. La acompaño a su casa que queda de camino a casa de Iván. Pero al verme su madre, me hace entrar para que me vuelva a probar el vestido, pero esta vez para que ella lo vea.

—Ay mis chiquitinas. Como habéis crecido y qué guapas estáis. —Se seca una lágrima. —Brillaréis tanto mañana. —Al verla así, nos acercamos a abrazarla. —Parecía ayer cuando os conocisteis en la guardería. Os quiero mucho a las dos.

—Te queremos mucho. —Digo abrazándola aún más fuerte.

Ya es hora de volver a casa de Iván. Me quito el vestido y camino sin prisa hacia su casa que queda a unos veinte minutos andando. Necesito sacarme ya el carnet de conducir. Al entrar en su casa, veo luces en el jardín, están ensayando aún. Iván baila increíblemente bien y no sé como sus padres no se dan cuenta de que tiene un talento para la danza. Al verme, sonrieron todos a la vez. Les agrada mi presencia por lo que veo. Iván coge mi mano y me une junto con los chicos. Hago unos cuantos pasos con él pero al no llevar una vestimenta correcta, no puedo hacerlo del todo bien y encima para colmo, me he caído. Eso ha provocado las risas de todos, incluida la mía. Los fulmino con la mirada a cada uno de ellos.

—Lo siento, lo siento. —Dicen los cinco al unísono. Iván me ayuda a levantarme y aprovecho para darle un golpe en el hombro.

—Os odio que lo sepáis.

—Bueno, nosotros ya nos vamos que es tarde. —Chocan puños entre ellos. —Buena suerte mañana a los dos.

—Gracias Pedro. —Le doy un abrazo.

Esta noche cocinan los chicos. Perfecto, así podré relajarme en el sofá para ver "Sons of anarchy". Estoy a punto de acabármela y espero que no lluevan los spoilers, ya que Zoe se la ha visto.

—Espero que esta noche no se queme la cocina. —Me ruborizo al escuchar las palabras de Cloe.

—Menos mal que hoy no le toca a Deni si no ya estaríamos entre llamas. —Dice Joe a lo que todos reímos. Menudos cabrones son.

—Hoy prepararemos. —Iván mira a Zoe quien hace el sonido de unos tambores. —Espaguetis a la boloñesa y de postre. —Hace una pausa.

—Una "Panna cotta" típico en Italia. —No puedo parar de reír. Han puesto un acento demasiado gracioso y diferente al italiano.

Al acabar de cenar, subimos a nuestras habitaciones para dormir, mañana es el gran día y hay que estar descansados. Por cierto, estaba riquísimo todo. Yo creo que nos han engañado y lo han pedido porque estaba demasiado bueno. Solo era un dato.

...

¡El gran día ha llegado! Dios voy a morir. Cada año lo paso peor y tendría que ser al revés. Mientras más experiencia menos nervios. Son las siete de la mañana y las batallas no empiezan hasta las once. Tengo bastante tiempo para prepararme. Despierto a Iván a besos pero este no para de gruñir.

—¿Pero qué hora es? —Abre solo un ojo.

—Las siete.

—¡¿Pero estás loca?! Las batallas no empiezan...

—Hasta las once sí. —Acabo su frase. Él solo se digna a mirarme mal. —Vale está bien. Sigue durmiendo, pero no llegues tarde. —Me tira un cojín a la cara y el otro se lo pone encima de su cara. Ruedo los ojos. —Yo también te quiero.

Me doy una ducha rápida y me coloco algo cómodo. He quedado con Lore en su casa para ensayar y de ahí iremos directas a las batallas. Al llegar a su casa, voy directa a la cocina. La presión me da hambre.

—¿Qué pasa que no tienes casa? —Se frota un ojo mientras se sienta a mi lado.

—Cállate que tengo ansiedad. —Nos reímos.

Tenemos que llamar a Abel. No sé si vendrá y se va mañana. Lo echaré de menos, pero es lo mejor para él y para su hermano.

—Hola preciosa. —El altavoz está puesto y a Lore le incomoda bastante que me diga estas cosas, aunque solo sea un "preciosa".

—Hola Abel, estás en altavoz. —Dice Lore.

—Pues hola preciosas. —Se da una palmada en la cara después de rodar los ojos.

—¿Vendrás a las batallas?

—Obviamente, no me iría sin veros actuar. —Hace una pequeña pausa. Iré con mi hermano, últimamente no le gusta estar con la vecina.

—Perfecto. Cuando estés allí avísanos y nos vemos entre bastidores. —Lore me hace una seña para que corte. —Abel, hablamos luego que tenemos que ensayar.

—Vale Deni, te quiero. —Ahora vuelve a rodar los ojos.

—Te quiero igual Abel. —Cuelgo. —¿Pero se puede saber que te pasa? —Le digo.

—Qué te pasa a ti. Está enamorado de ti y tú le dices que le quieres. Pues buena ayuda la tuya amiga.

—Es mi mejor amigo y le quiero. Ya lo hablamos y no por eso voy a dejar de decirle que le quiero. —Me da una palmada en la espalda.

—Mejor vamos a ensayar.

A las nueve, decidimos ducharnos y prepararnos. Cada vez falta menos y mis nervios están a flor de piel.

Las diez. Creo que voy a vomitar. Estamos en el coche de su madre yendo al teatro donde actuamos. Falta una hora. ¡Solo una hora! Creo que soy la única que está así porque las batallas grupales empezaron hace una semana y yo no pude actuar por la operación. Lore ha salido al escenario ya con las chicas e Iván haciendo el número grupal. Por suerte o por desgracia para las demás participantes, al ser una de las mejores cada año, no me tendrán en cuenta la grupal.

Llegamos al gran teatro Liceo y vamos directas a bastidores. Tenemos que acabar de retocarnos el maquillaje, ponernos las zapatillas y calentar un poco. Y solo queda media hora, genial.

Al rato Iván aparece con su traje y las zapatillas. Me acerco a darle un beso.

—Pensaba que llegarías tarde. —Me abraza con cuidado de no despeinarme.

—Que fe tienes en mi cariño. —Me mira de arriba abajo. —Estás preciosa.

—Lo mismo digo. —Le guiño el ojo.

Se coloca a nuestro lado y empieza a calentar. A los cinco minutos, me llama Abel que viene de camino.

10 minutos. Abel se acerca y me abraza.

—Estás guapísima. —No puedo dejar de observar a Iván que está entrecerrando los ojos. Maldito celoso.

—Estoy muy nerviosa Abel. —Vuelve a abrazarme.

—Mírame. —Eso hago. —Lo vas a hacer de puta madre porque has nacido para brillar. —Sonrío. Me encanta este chico, siempre sabe sacarme una sonrisa. Se acerca a Lore y la abraza también. —Buena suerte chicas. Luego nos vemos. —Nos lanza besos al aire y desaparece por detrás de unas cortinas.

5 minutos. Lore y yo no nos soltamos la mano. Siempre hemos hecho esto juntas y como tradición, para darnos fuerza, nos damos la mano antes de cada actuación.

Las once. Ya es la hora. Un presentador da una charla antes de nombrar a cada una de las participantes en orden de salida. Salieron casi todas mis compañeras para hacer su baile, y ahora si, me toca a mi. Iván me da un beso antes de levantarme para salir. Me pongo recta y salgo por el pasillo oscuro que lleva al escenario. Al colocarme en el centro del escenario, un foco directo se enciende con una luz bastante cálida dejándome ver para el resto de espectadores. La sala está llena. A lo lejos puedo ver a mis tíos y a Shaina. Dios mío, se han acordado. En primera fila está Abel con su hermano quien me saluda y a su lado los primos de Iván. Respiro hondo y hago una señal para empezar. Estoy lista.

La música empieza a sonar lentamente y empiezo a bailar moviendo únicamente los brazos. Luego lo acompaño con unos pequeños movimientos con el cuerpo. Dejo que la música inunda mis oídos. Me pongo de puntillas y a continuación coloco la pierna en mi cabeza mientras giro lentamente. Dejo caer mi peso sobre ella para tumbarme de nuevo en el suelo y así poder subir más rápido y dar pequeños saltos. Extiendo mis brazos y muevo las piernas al compás de la música. Se me estaba olvidando la coreografía por lo que tenía que improvisar algo. Seguí moviendo los brazos teatralizando aún más los pasos. No paraba de tirarme al suelo y de dar giros sobre mi misma. Acabo el último paso de la canción dando el mejor salto de mi vida.

Encienden las luces y empiezan a aplaudir todos. Saludo cordialmente y vuelvo a los bastidores junto con Lore e Iván que me estaban esperando con una gran sonrisa en la boca.

Definitivamente, es el mejor día de mi vida.


Editado el 14/09/2020

Yo ballet y tú hip hopWhere stories live. Discover now