Crímenes de la escritura (Parte 1)

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La palabra crimen suena fuerte. Lo sé. Pero las cuentas claras y el chocolate espeso, como dicen en mi país.

Querido lector, los crímenes que voy a enumerar no tienen nada que ver con las ideas o los temas sobre los que decidas escribir. Como dije desde un principio, mi lugar no es decirte si tus ideas son buenas o malas, si el libro que leíste te debe gustar o no, lo único que quiero es guiarte para empezar a escribir, lo que sea que quieras escribir. Pero crímenes hay, y quiero mencionarlos del menos peor al más terrible, como los infiernos de Dante. Lo siguiente sigue mi criterio personal, pero deja tu comentario si crees que algo falta o estoy exagerando.

Inverosimilitud

Conozco unas cuantas personas que elegirían este punto como el primero de la lista. Personalmente, creo que hay cosas peores. Pero, si la Ciencia Ficción y la Fantasía son géneros literarios por sí mismos, ¿a qué nos referimos con "inverosímil"? Bueno, el problema no es querer enfrentar a un hombre contra una ballena gigante que además lo persigue en plan naturaleza vengativa, o que una mujer entre a las llamas de una hoguera con tres piedras y salga viva con tres dragones al hombro, sino cómo lo explicas. Por ejemplo, y el libro que voy a citar no lo elegí porque me parezca malo, pero siempre he creído que hay un hueco argumental en él. ¿Por qué un dictador, con todos los recursos además, dejaría vivir a una muchachita que le jodió el concurso anual de adolescentes y niños luchando por sobrevivir a una matanza con formato de reality show? Imagino que saben de qué hablo. Los libros me parecen entretenidos, acabé los tres en menos de una semana, pero siempre me molestó ese pequeño "hueco argumental". Para ser un tipo tan calculador y precavido, al punto de darse cuenta que un gesto de humanidad podía levantar una revolución, ¿cómo le cupo en la cabeza que dejarla viva con una advertencia/amenaza medio floja sería suficiente? Es más, el libro constantemente nos recuerda lo terca e impetuosa que es la protagonista, pero el todopoderoso y supremamente inteligente dictador la pone a su nivel con el único propósito de hacernos creer que él mismo fue artífice de su propia caída. Como he dicho a lo largo de estas entradas, es mi opinión personal. Sin embargo, este punto me lleva derecho al siguiente crimen.

Perder el control sobre la historia o controlarla demasiado

Soy creyente fiel de que escribir es un proceso de descubrimiento propio. Lo más normal del mundo es que tus primeros personajes tengan aspectos de tu personalidad o la de quienes conoces. También es normal encariñarse con ellos. ¿Y para que lo voy a negar? Cuando tenía 15 años cree un personaje con el aspecto y personalidad de mi crush.

Cuando creamos un personaje, sobre todo cuando es el o la protagonista, ponemos empeño y características que nos gustan de manera que nos sintamos cómodos pensando como ellos. Esto es normal, pero como el gran George Martin nos enseñó, todos los personajes deberían estar en peligro de morir, de desaparecer, de irse de viaje y no volver. La muerte de Romeo y Julieta podría ser el punto de partida para otra historia. A veces me gusta leer foros y grupos de discusión sobre libros y en muchos veo la misma queja: ¿por qué Tris muere? Hombre, que Tris viviera se salía de todo lo que su personaje era. De muchas cosas que pasan en esos libros, la decisión de dejar que Tris muriera me parece, de lejos, la mejor.

Además del descubrimiento propio, cualquiera que lleve algo de tiempo escribiendo te va a decir lo mismo: después de un par de hojas, el personaje toma la pluma y sigue su camino. La primera historia que subí a internet (Friends with Benefits) es el mejor ejemplo que puedo dar, al menos en mi caso. Si alguien encuentra la versión original (y no los múltiples plagios y versiones "adaptadas"), por allá en los rincones de Amor-Yaoi publicada hace poco más de diez años, es posible que encuentre un comentario, si es que no se perdió cuando borré la historia por accidente, en el que digo que todo empezó por un sueño y una idea que dejé fluir con entera libertad. Y miren, soy muy honesta cuando digo que no estoy orgullosa de cómo escribí esa historia, porque es inverosímil, es inmadura, tiene una redacción espantosa, está llena de lugares comunes, raya en lo exagerado y tiene sus momentos patéticos, pero tengo claro que todo eso pasó porque Danielle tomó la laptop y escribió lo que le dio la gana y yo no puse ningún filtro. Es decir, era mi intención inicial, el arrepentimiento vino después.

El trabajo de un escritor es dar vida a las ideas de sus personajes, ellos no existirían si no fuera por nosotros, pero debemos detenerlos antes de que vayan demasiado lejos. Quiero ser clara, no estoy hablando de censura, sino de algo más abstracto. El personaje está dentro de la historia, y a menos que ese personaje sea Dios o el Doctor Manhattan, no lo sabrá todo, y las decisiones que tome pueden llevar la historia a puntos sin salida. Luego nos sentimos bloqueados, no sabemos qué hacer. Es frustrante. Por el contrario, nosotros los escritores vemos todo desde arriba, como el laberinto en el periódico, y debemos tomar decisiones para encaminar la historia hasta el final.

Ahora, y sé que suena complicado, pero hay puntos intermedios. Una cosa es poner distractores que lleven el o los personajes por cierto camino, otra muy distinta es ir modificando el laberinto con la intención de aumentar el drama o hacer lo que los lectores piden. Aquí es donde los personajes pierden personalidad, se vuelven superficiales y no generan recordación alguna. Si lo piensan bien, los personajes superficiales son los que muchos usan de relleno, precisamente porque así como puede ser ese, puede ser cualquier otro.

Querer decir todo al mismo tiempo

El mejor consejo que pude recibir durante todos los años que llevo escribiendo es: a veces hay que dejar que los hijos mueran. Hay ideas de ideas. A veces vamos por ahí y vemos algo que nos llama la atención, nuestro cerebro trabaja a toda máquina y de repente una idea nace. A mí me encanta tener esa capacidad, pero no todas las ideas tienen futuro. Yo sé que es tentador, yo sé que hay escenas que ni Shakespeare hubiera imaginado, pero cuando empiezas a embutir todas estas ideas en una sola historia va a quedar como una sopa con muchas cosas pero sin sabor.

Cuando empecé a escribir, hace unos 19 años ya (Dios bendito), lo hacía a toda máquina. Día tras día, sin parar, a mano o en computador. Tenía muchas ideas y también mucho en qué inspirarme. ¿El resultado? En seis meses saqué un bloque de 6000 páginas de una historia sobre la vida de ocho brujos y sus respectivas parejas que convivían a lo largo de mil años con encuentros y enredos amorosos con dioses griegos, vampiros, hombres lobo, hechiceros, multimillonarios que hacían experimentos en instalaciones con lo último en tecnología, viajes en el tiempo, maldiciones, adicciones y un largo etcétera. Nada de esto salió a la luz, por supuesto, pero con el tiempo he aprendido a separar las ideas.

Una recomendación que le puedo dar a aquellos con neuronas extremadamente activas como las mías, es escribir cuentos. No se preocupen por la estructura, si es largo o corto, si empieza en la mitad de una escena o si no saben cómo luce un personaje, lo importante es sacar la idea de sus cabezas, como Dumbledore con sus recuerdos, y dejarlos en otro lado. Pueden volver a ellos cuando quieran, o descartarlos, o usarlos en otra historia, o dejarlos tal y como están. Escribir es un placer, no lo olviden.

Voy a dejar esta entrada hasta aquí, para no abrumarlos. Cualquier comentario será bien recibido.

Besos y abrazos

Consejos para escribirWhere stories live. Discover now