chapter n.1

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¿no querer o no ser querido?

La luz del amanecer entra justo después de los gritos de mi padre, y un segundo antes del golpe que recibe mi madre.
Mis oídos despiertan antes que mis ojos y antes de poder evitarlo me encuentro de nuevo a mí misma deseando haberme ahorcado con los auriculares mientras dormía. Abro los ojos lentamente encontrándome con la pared de mi habitación; solía ser blanca, antes de llenarla de mierda y pintadas. Me doy la vuelta y me quedo mirando fijamente a la puerta del cuarto, pasado el umbral se encuentra el yugo de mi familia, pasado el umbral hacia dentro, se encuentra el yugo de mí misma.
Me levanto cansada de la cama y salgo de la habitación, tengo el pelo enredado y un calcetín de cada color, por despistada; también la garganta seca y los ojos hinchados, por llorar.
Paso por delante del baño de la entrada y veo entre la puerta a medio cerrar a mi madre limpiándose las heridas, otra vez.

No estoy preparada.

Vuelvo sobre mis pasos y me meto en la habitación, del montón de ropa que tengo en el suelo cojo unos pantalones negros anchos y del montón metido de mala manera en el armario una sudadera tan ancha que entraríamos 3 yo.

Quizá estés demasiado delgada.
Te callas.

De debajo de la cama saco mis deportivas y me las pongo a toda prisa, una vez tengo los auriculares y el móvil, de la que salgo de casa me voy haciendo un moño, un intento al menos. Cojo la correa del perro y se la pongo haciendo el menor ruido posible, una vez termino, salgo de casa.
En el ascensor me miro al espejo, no por nada en especial, solamente siento que debo hacerlo; cuando por fin salgo a la calle siento el frío de la mañana calarme hondo. Respiro hondo y me dirijo a "no sé dónde".
Estoy muy cansada y me siento más activa que nunca, hoy tengo que ir a terapia por la tarde y me quedo sin silencios que dedicarle a mi psicólogo. No sé nada y cada vez tengo más claro que trato de no hacerlo.

O quizás sí.
Te callas.

Quiero irme muy lejos, pero a dónde iría, siempre vienen conmigo, incluso cuando no.
El instituto empieza en 2 días, creo que no podré soportarlo, demasiado hostil. Frío. Solitario. Mi casa es distinta, no la siento como un hogar, más bien como un campo de batalla, y mi habitación es la trinchera donde me escondo de las balas enemigas.

Aún así entran.
Te callas.

Noto una sensación rara entre los dedos, como si estuviera sujetando algo en la mano, miro desinteresada, pues no sería la primera vez que cojo un cigarro sin darme cuenta. Para mi sorpresa es un papel sin más, posiblemente el viento lo haya traído hasta aquí. Parece que tiene algo escrito y tengo el impulso de tirarlo y en su misma medida, de leerlo, mientras despliego el papel siento una corriente eléctrica por toda mi espalda. Hay un nombre escrito en una cuidada caligrafía, un poco confundida leo el nombre en mi mente una y otra vez.

Min Yoongi.
Min Yoongi.
Te callas.

Hago una bola con el papel y lo tiro a la papelera más cercana de vuelta a casa intentando pretender que no me ha resultado nada curioso, que todo está bien; sin embargo no puedo no pensarlo, antes de que mi mente consciente pueda pararlo, mi subconsciente está funcionando, demasiado deprisa, demasiado brusco.
Antes de darme cuenta vuelvo a estar en casa, entro intentando no hacer mucho ruido y antes de que el olor a jazmín me inunde, mis oídos escuchan una bofetada y un segundo después mis ojos ven a mi padre saliendo de la cocina con una mirada inyectada en odio. Está tan ensimismado con joder a mi madre que ni siquiera se da cuenta de mi presencia cuando rompe el marco de fotos donde sale mamá con su madre. Siento la sangre correr por mis brazos y calentar mi cabeza mucho más rápido de lo que puedo procesar.

Te callas. No quiero. Te callas. Cállate.

Mi padre desaparece demasiado pronto, o yo siempre me decido a hablar demasiado tarde. No quiero ver a mi madre de nuevo limpiándose las heridas, no puedo, no justo cuando las mías sangran de nuevo.
Me refugio en mi trinchera y cojo mi cuaderno, al cual, con 13 años y un brazo roto por culpa de mi padre, le llamé:
Pensamientos a medianoche (suicidaire).
Suena bonito, pero lo que hay dentro no lo es tanto, lo abro por una hoja en blanco y copio el nombre sin esa caligrafía tan fina. Mientras lo cierro veo de refilón una página que me llama la atención.
"De vivir nadie se ha muerto"
Leo una y otra vez las palabras que yo misma me escribí hace años.
Es cierto que la gente piensa que de vivir nadie ha muerto, sin embargo eso solo es hasta cierto punto verdad. Todo el mundo se muere por vivir hasta que vive lo suficiente como para vivir para morir.
El cerebro me retumba y ni siquiera puedo pararlo, siento que la vorágine me va tragando sin darme tiempo a respirar ni a ver de dónde viene.

— Supongo que a esto se refería Frank Sinatra cuando cantaba That's life. – Lo digo en bajo justo antes de que mi propio mar de males me trague y yo decida dormirme para no tener que remar en la tempestad.

Dolerte es peor que dolerle a otra persona, puesto que el dolor que nos hacemos a nosotros mismos es más profundo. Sabemos dónde tirar de forma certera y limpia, dejando un boquete irreparable.
Bam. Estás muerto. Bam. En el suelo.
Miras quién ha sido y te encuentras a ti mismo con el arma entre las manos.

SUICIDAIRE .-mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora