5 ½

1.2K 114 4
                                    

-¡Yū-san! ¡Yū-san! ¡Espere, por favor! -pidió a gritos la pelinegra que corría detrás de una peliblanca para alcanzarla.

-Si no es más rápida, pienso acelerar el paso, Youzo-san. -Le gritó la ojivioleta, corriendo de forma moderada, sin dar siquiera un sesenta por ciento de lo que corría alrededor de la academia.

Las clases seguían su curso mientras ellas dos daban vueltas alrededor del edificio de la U.A.

-¡Ya le he dicho que puede llamarme por mi nombre! -Exclamó la pelinegra, la cual iba unos metros por detrás de su compañera.

-Si consigue hacer las últimas siete vueltas antes que yo, la llamaré por su nombre, ahora, ¡póngale más ganas! -regañó la peliblanca, haciendo que a la pelinegra se le pusieran los sentidos alerta.

-¡Lo haré! -Gritó con todas sus fuerzas, comenzando a ir más rápido, alcanzándola e incluso yendo por delante de esta.

Pero como se había dicho anteriormente, su compañera no había utilizado ni el sesenta por ciento de ella misma, así que aceleró el paso.

Estuvieron corriendo por quince minutos más, siendo la ojivioleta la ganadora sin resultar cansada, o no tanto como la pelinegra.

La más baja se acercó a la chica tumbada en el suelo, que estaba cogiendo bocanadas de aire y le ofreció una botella de agua, sonriendo.

-Lo has hecho bien, T/n. -Dijo, sentándose a su lado.

La joven nombrada abrió los ojos, sonriendo a más no poder y se colocó sobre sus rodillas, observando a su acompañante.

-Pero debes mejorar tu resistencia física, aún que con tu Quirk no lo veo algo tan necesario. ¿Por qué estás entrenando tanto? -La peliblanca de forma curiosa, observó a quien se encontraba a su lado.

A parte de querer ser su amiga, su propósito estába más allá de eso también. Sacarle información sobre ella para dársela a su querido hermano mayor, por dos minutos.

-Verás, Yū-san, me gustaría impresionar a un chico. Me gustaría llamarle la atención de la misma manera en la que él me llama la atención a mí. No sé si lo conoce, pero su nombre es Hitoshi Shinsō. Él es sumamente increíble, aún que parece ser muy cercano a tí, así que ha sido estúpido decir algo sobre si lo conoce. -La muchacha azabache suspiró, sonrojándose levemente por la pequeña declaración dada ante su ahora, nueva amiga.

A la joven peliblanca se le ocurrió molestar levemente a la contraria.

-Claro que lo conozco, es más, se muchas cosas de él que quizás te encantaría saber. Vamos juntos a casa y venimos a la academia de la misma forma. ¿No te parece algo increíble? -preguntó, queriendo picar a su compañera.

-Sí... Tiene toda la pinta de ser algo increíble. -Murmuró observando a un punto fijo.

-Sería más increíble si yo no fuera su hermana, T/n. -Aclaró la peliblanca, ahora observándola a los ojos.

Las mejillas de la nombrada enrojecieron de manera rápida.

-¿¡Qué?! -Exclamó, sorprendida.

-Exactamente lo que está escuchando pero, no se lo digas a nadie. -La señaló con el dedo de forma acusatoria.

-Está bien... Lo tendré en cuenta. -Asintió energética con su cabeza.

-Bien, sigamos entrenando, hay mucho que hacer con tu estado físico. -Suspiró la que parecía mayor por unos meses y se levantó del suelo.

-¡Oe! -Se quejó la contraria, haciendo mohínes y pucheros para ponerse nuevamente en pie.

Y así pasaron esas casi tres horas que aún les quedaban para acabar con todo eso.

Cartas. [Hitoshi Shinsō]Where stories live. Discover now