Capítulo 4

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Jey

El destierro de Perséfone me tenía mal claramente ella no podía salir bien librada pero no cambiaba el hecho de que la seguía amando, esa mujer fue mi mayor perdición le di todo y la ame como a nadie y ella sólo jugó conmigo. Era ambiciosa y déspota siempre quiso poder y yo siendo un simple semidiós no podía dárselo, el día que Perséfone y Hades se casaron sentí como si me hubieran arrancado una parte de mí, ellos eran en los que más confiada, antes de eso odiaba todo lo que tenía que ver con dioses después de eso más, mi padre siempre espero grandeza de mí pero yo sólo quería ser normal Hades fue como el tío divertido cuando era chico y cuando crecí se convirtió en mi mejor amigo para luego apuñalarme por la espalda iba a pedirle a Perséfone que se casase conmigo quería que fuéramos una familia pero ella sólo se burló de mí.

Nunca quise escucharlos me fui permanentemente del Olimpo, nunca volví hasta hoy, Aunque técnicamente estoy en el Inframundo cuando papá quiso que cuidara a Tara él tuvo que ir a buscarme porque me negué rotundamente a volver aquí él estaba decepcionado de mí lo sé por la forma en la que me miraba, pero no podría importarme menos él no fue el mejor padre del mundo para el soy un trofeo que presumir con los demás dioses ¿Cuál hijo tiene más hazañas? ¿qué hijo es más fuerte? ¿Cuál tiene más descendencia? Harto de todo eso sólo me alejé de él, de este mundo que no ha hecho más que dañarme pero se me hizo imposible negarme a su pedido cuando supe que alguien tenía que cuidar era a Tara.

Esa chica se adherido mi corazón como una garrapata a un perro desde la primera vez que la vi supe que era, en sus ojos había un destello muy difícil de confundir, note después de nuestra primera charla que ella no sabía que era y no me extrañó muchos dioses bajaban a divertirse y luego desaparecía, qué suerte tienen pensé.

_Gracias por tu ayuda- dice Zeus

_No hay de que - digo devolviéndole el salido, da media vuelta toma la mano de Hera y desaparece

_Hiciste en gran trabajo - dice papá palmeandome el hombro, no le contestó trato de alejarme de él y de su hipocresía pero me detiene me molesta, odio que me hable como si nada como su el no fuera un mal padre, como si el enrealidad me quisiera

_Gracias - digo seco

_En algún momento vas a tener que cambiar esa actitud conmigo

_Tal vez en dos, no mejor en tres milenios - digo alejándome, estoy distraído ¿Como lo notó? Choco con alguien en mi intento de huida unos brazos me agarran con firmeza antes de de caer al suelo

_Gracias--digo enderezandome rápidamente

_A ti, me salvaste allá afuera

_Eres inmortal así que no hice mucho

_Inmortal pero no indestructible- dice riendo - si no hubieras llegado - continua en un tomo bastante raro, levantó una ceja - quise decir tu y Hefesto hubiera terminado muy herido

_Si tu lo dices - digo encogiendome de hombros - en mi opinión parecías tenerlo todo bien controlado

Él sonríe y cuando va a hablar tu hermano interrumpe son tan iguales que si ellos se vistiesen igual no los reconocería

_Hermano es hora de irnos - el asiente

_Un gusto concerté - dice extendiéndome su mano

Sonrió _Igual - digo devolviéndole el gesto, una extraña sensación me recorrió el cuerpo pero la ignore.

. . .

_No, el cargamento de armas llegará mañana sobre las doce, perfecto adiós - cuelgo el teléfono y me recuero en el sillón, el trabajo me tiene estresado un cargamento de armas se retrasó tenía que llegar hoy sobre las doce y terminará llegando mañana el cliente y no deja de quejarse y pide un descuento en el pago final claramente no lo haría sería una gran pérdida Hefesto me mataría.

Ardiendo por un deseo |2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora