4: Piel alta y extremadamente sensible.

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—¡Ay! ¡Jin! ¡Esto no me gusta! —grité horrorizada cuando comenzó a pasar las pinzas por mis cejas. 

Era como si te diesen pequeñas punzadas por la parte superior de mis ojos, haciendo que estos me lloriqueasen. 

—Deja de quejarte, hay que hacer sacrificios en esta vida para obtener resultados —chistó él, cogiéndome de la cabeza para que me estuviera quieta. 

Estábamos en mi habitación. Yo aun tenía el albornoz puesto y la toalla en la cabeza por la ducha purificante con un montón de productos que Jin me había dado para que utilizara. Y yo no sé si los había utilizado bien, solo sé que mi baño se ha quedado con un fuerte olor a especias, flores y jabón femenino. Mi amigo había insistido en que mis cejas de Grinch tenían que desaparecer, según él no era ninguna cuestión estética de belleza, sino porque le daba la gana o escuchando sus propias palabras: "Siempre tengo necesidad de hacer cejas, así que tú como eres mi amiga me vas a dejar". 

Cinco minutos después, ya había terminado y yo respiré tranquila. Puso un espejo pequeño delante de mis narices y yo pude observar que la diferencia de antes y ahora no era exagerada, solo que se me notaba más el puente de la ceja y ambas las tenía más perfiladas. 

—Mh, me gusta —murmuré con la esperanza de que no me escuchara. 

Soltó un par de risas mientras negaba con la cabeza, rebuscando algo en la enorme bolsa que traía consigo. 

—Te lo he dicho. Lo que pasa que eres una quejica... En fin; ahora toca el bigote y las piernas. —Levanta sus manos con unas tiras de cera fría. Las de la mano izquierda eran más pequeñas y las de la derecha largas y anchas. 

Tragué saliva mientras negaba con la cabeza y llevaba las manos a la parte de mi bigote, donde este era apenas perceptible. 

—¿Que dices? No pienso dejar que pongas eso en mi cara —aclaré señalando primero las tiras y luego mi cara. 

Rodó sus ojos. 

—Yuri solo será un momento. 

Sí, era cierto, fueron instantes durante veinte minutos donde estuve gritando como una posesa. ¿Que queréis? Soy de piel extremada y altamente sensible. Al menos, después me mimó el cabello mientras me lo arreglaba y a su vez me daba un masaje en las hebras del pelo. Después vino el maquillaje, dónde a poco más y estuvo a punto de sacarme un ojo con el rimel, y por último eligió mi ropa. 

Aquí es donde me entró el pánico. 

—No puedo ponérmelo —concreté mirando la falda larga azul clara y floreada con una obertura en la pierna. 

—Justamente la he elegido para ir poco a poco, Yuri. Te quedará genial —me alentó. 

Mordí mi labio, e indecisa cogí la ligera prenda de ropa, la cual iba conjuntada con un top de manga corta blanco y ajustado. En la vida pensé ponerme algo así. Miré hacia el armario, dónde estarían mis cómodas sudaderas y pantalones de chándal. 

—No sé Jin... —dije dubitativa. 

Puso el top también en mis manos, y señaló mi baño. 

—Por lo menos te lo pruebas. 

Finalmente, entré en el baño, e inevitablemente me miré en el espejo, dónde me quedé asombrada. Mi cabello, ahora brillante y sedoso caía en hondas por mis hombros y espalda, con mi flequillo recogido hacia un lado con una bonita horquilla grande de pequeñas perlas. Mis mejillas estaban tintadas por un ligero tono rojizo, así como el brillo de labios que traía en estos. Mis pestañas ahora se observaban a plena vista, negras, rizadas y largas, con una raya en el ojo que me lo agrandaba. 

Prohibido enamorarse;; P.jm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora