Kylo Ren, quien comenzó siendo el temido y poderoso comandante de la Primera Orden, vive inmerso en una misión tras otra, siguiendo sin cuestionamientos los oscuros designios que su destino le impone.
Durante una incursión a D'Qar, Kylo se encuentr...
┌──────── ∘°❉°∘ ────────┐ Segunda al mando. └──────── °∘❉∘° ────────┘
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Había pasado cierto tiempo desde que la ahora llamada Ariel Ren llegó a la Primera Orden. No era muy querida entre los demás miembros, solo hablaba con Kylo, el General Hux y en ocasiones con el Líder Supremo Snoke. Pero eso no le importaba, ya que ella estaba allí para cobrar su venganza, no para hacer amigos. Todos los días entrenaba en el cuarto de simulación. Tenían uno para los Caballeros de Ren solos, pero estos junto a Kylo se encontraban ausentes. Según le comentó Hux, fueron a una misión. No quería entrenar sola, así que se unió al entrenamiento de los troopers con el consentimiento de su líder, así que nadie objetó nada al respecto cuando la vieron entrar, sólo murmuraban entre ellos. Asriel le restó importancia al cuchicheo de los soldados, así que entrenó como de costumbre. Una y otra vez, todo lo que ya sabía y todo lo que Kylo perfeccionó en ella. Había mejorado radicalmente, era más agresiva y calculaba cada movimiento. Eso sumado a que todos los días tenía una breve plática con su abuelo Palpatine, quien la alentaba a esforzarse cada día más. Se sentía bien, agradecida, como si alguien por fin se preocupase por ella. Escuchó la voz de la feroz mujer que dirigía a los soldados, indicando que la última ronda de entrenamiento había terminado y todos podían retirarse. Los cientos de agujeros que cubrían las paredes, el techo y el piso ya no proyectaban las imágenes que habían logrado que el entrenamiento pareciera tan real. La joven azabache caminó directo a sus pertenencias para marcharse a sus aposentos. Pero una serie de comentarios fuera de lugar la pararon. Se quedó estática escuchando a los troopers hablar.
- ¿Quién es ella?.- Preguntó uno mientras la miraba de pies a cabeza repetidas veces.
- No la mires tanto. Ella es la puta del Comandante Ren.- Comentó otro soltando una risita molestosa.
- ¿Cómo me llamaste?.- Asriel se acercó a los hombres, estaba ofendida.
- ¿No es así? Pues nunca se vio a una mujer entre los Caballeros de Ren, además el comandante parece dedicarte bastante tiempo.- Dijo soltando otra vez esa escandalosa risa. Los demás se le unieron al circo. Asriel perdió la paciencia. Ella no era ni sería la puta de nadie. Jamás.
- Claro. Como eres un simple stormtrooper quieres sentirte mejor rebajandome a tu nivel de inutilidad.- Contestó la joven retandolo con la mirada mientras sonreía con malicia.
- Puedo asegurarte de que soy mucho mejor que tú, niña. - Se defendió el soldado de asalto, acercándose a ella.
- Pues demuéstralo.- Propuso tomando una de las baras de metal que se utilizaban para la lucha cuerpo a cuerpo.- Veamos qué tan lamentable eres, soldadito.
- Lo lamentarás luego, debilucha.- Afirmó acercándose para atacarla pero lo detuvo esa característica voz modulada, seguida del saludo al unísono de los troopers allí presentes menos del suyo, este ni se inmutó.