El Sith'ari- Una Historia De Star Wars

El Kyber parte II

Todos pasaron a los pasajes congelados de Ilum, inconscientes de las pruebas que la Fuerza les daría para ser merecedores del cristal.

El par de amigos de humano y togruta avanzó unido una considerable parte del camino, hasta que una dulce canción llegó a los oídos de la joven de 9 años que reconfortaba sus lekkus, indicándole esto a su amigo, Sidarth le dedico una sonrisa mientras colocaba su mano afectuosamente en la cabeza de su mejor amiga -Bien Ahsoka aquí nos separamos, la Fuerza te ha indicado ese sendero, yo debo encontrar el mío- se adelantó para buscar el Kyber indicado para él cuando una linda voz llegó a sus oídos -buena suerte Sidarth, que la Fuerza te acompañe- el devolvió la sonrisa y con mucha esperanza le respondió -la suerte no existe hermanita, tu la construyes y que la Fuerza te acompañe-

Ya llevaba un buen rato caminando sin sentir algo que le indicará una dirección a su cristal, si esto continuaba quedaría preso del muro de hielo por toda la noche en el planeta y considerando que la noche ahí duraba alrededor de 23 dias, esas no eran exactamente buenas noticias; solo siguió caminando tratando de enfocarse en su entrenamiento, pero a medida que el tiempo trascurría no podía sentir el Kyber, presa de la desesperación y la frustración solo se detuvo entre las rocas y los otros cientos de cristales que no lo llamaban.

Se colocó en postura de meditación tratando de encontrar guía en la Fuerza como sus maestros le habían instruido, pero no pudo: abrió los ojos pero ya no estaba en Ilum "una visión" razonó, pero de repente algo comenzó a llamarlo,un frío y un poder como nunca había sentido o conocido, -Darth- lo llamó una voz de ultratumba -no, no soy Darth, soy Sidarth así es como me llamo- respondió envuelto en una bruma oscura y roja, sombras y penumbras se alzaron frente de él -el Sith'ari- repetían cada una de esas figuras oscuras que lo rodeaban incrementando el tono a cada instante. La penumbra trascendió la mente del chico transmitiéndose al mundo real y esparciéndose a lo largo de las cavernas hasta llegar a dónde aguardaba el maestro Yoda, la padawan twi'lek y tres padawans iniciados ya con sus cristales; la joven Ahsoka incluída, todos vieron con temor la oscuridad que se acercaba a ellos -a los padawans aleja, a la nave llévalos, de los que están adentro me ocuparé yo- la joven guío a los jóvenes a la nave Jedi donde arribaron, pero a una no le gustó la idea, Ahsoka se separó del grupo y se internó a la cueva a buscar a su amigo, que era lo más cercano que tenía a un hermano.

-¡¡¡YA BASTA, SUFICIENTE!!!- salió de la visión y con un estallido de Fuerza abrió una brecha frente de si con una voz que la llamaba similar a la de su visión, se irguió, avanzó cautelosamente a la brecha y se internó más y más; el anciano maestro ya había encontrado a otros dos de los padawans que buscaban sus cristales, los acompaño a salir de las cuevas, pero preocupado por no dar con aquel que más le preocupaba, si está manifestación del lado oscuro era tan poderosa solo indicaba que el lado oscuro en aquel niño inocente comenzaba a despertar... Tendría que hacer lo necesario. Otra persona también transitaba por los túneles congelados del planeta: una niña de 9 años, la oscuridad poco a poco disminuía, su desesperación por dar con su amigo incrementaba hasta que finalmente lo encontró -hermano- dijo con los ojos empañados de lágrimas mientras saltaba sobre el para darle un abrazo -¿Qué pasó, como sucedió todo esto?- solo gritaba con desesperación la niña al no entender lo que había visto -no lo se Ahsoka, jamás había visto algo así, pero por el lado amable- llevo la mano al bolsillo de su abrigo mostrando un hermoso cristal de color azul zafiro -ya tengo mi Kyber, y ambos tendremos nuestros sables, pero de momento sugiero que salgamos de aquí para no preocupar al maestro Yoda- ambos niños fueron rumbo a la entrada de la cueva antes de que está se cerrará, pero en el otro bolsillo del abrigo de Sidarth había un bello Kyber carmesí.