Dejarlo todo y huir a una cuidad del otro lado del mundo, fue lo que hizo Gabrielle Evergarden tras la muerte de su madre, para poder cumplir su sueño: ser diseñadora de modas.
Sin embargo, al llegar a Cuidad Cristal pierde toda su inspiración. Aun...
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— Deberías tomar el curso. Estoy seguro de que te ayudara en crear tu colección.
José colocó un platón rojo con palomitas de mantequilla frente a Gabrielle, ella tomó un par con sus dedos y se los llevó a la boca.
— Velo de este modo, tendrías competencia y eso podría ser un detonante que necesites — añadió José antes de comer palomitas.
— Tienes un buen punto a favor — respondió Gabrielle — pero no me gustaría llegar a un sitio en el que hay principiantes y tenga que esperar a que estén listos.
— Trae el folleto — ordenó José.
Gabrielle tomó unas cuantas palomitas antes de ir a buscar el folleto que había dejado en su habitación. Cuando lo tuvo entre sus manos, se sentó en la orilla de su cama y lo abrió. Ella no había notado que el curso que le ofrecían era un nivel avanzado, consistía en crear una colección la cual sería presentada en el museo de arti giovanili. La colección más inspiradora ganaría una beca por un año en la prestigiosa casa de moda REALITÀ del diseñador Shawn Royal.
Leer aquel nombre dio un poco de alegría a Gabrielle. Podría cumplir su sueño.
— ¿Tan mal está el plan de estudios que estás con esa cara? — José estaba recargado en el umbral de la puerta, en sus manos tenía el plato medio lleno de palomitas.
— No es eso — Gabrielle le extendió el folleto a José, él le entregó el tazón para poder acomodarse los lentes — Lee la última parte.
José miro con asombro el folleto, sabía que, si Gabrielle recuperaba su motivación e inspiración, podría ser la ganadora de esa beca. Ella podría colaborar con un diseñador de prestigio, y que mejor que su viejo amigo de la infancia, Shawn Royal.
— Esto es increíble, pero... — hizo una pausa para quitarse los lentes — Sabes que Shawn te daría una oportunidad si solo lo llamarás.
— Lo sé, pero sería por nuestra amistad, no porque me lo haya ganado.
— En eso estamos en desacuerdo — José se apartó del umbral para irse a sentar junto con Gabrielle — Eres una bruja con el lápiz, y fuiste la mejor de tu generación.
— Pero eso no me basta — confesó Gabrielle — Quiero saber de qué más soy capaz.
José chasqueo la lengua. Gabrielle dejo escapar un largo suspiro, si había estado indecisa, ahora más que nunca se había convencido de que tenía que tomar esa oportunidad.
— Las clases son los sábados — continuó leyendo José en voz alta para Gabrielle — Tendrán una duración de dieciséis semanas, con un horario de 9:00 a.m. a 15:00 p.m.
— Son seis horas, por cuatro meses — calculó el tiempo que le tomaría.
Gabrielle comenzó a jugar con sus manos por los nervios. Quizás se tome uno o dos meses más de lo que había planeado.
