Capítulo 1. Fantasmas del ayer.

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El sonido de la música alta hacía eco en sus oídos, las luces de colores le encandilaban la vista, estaba rodeado por montones de gente bailando. Era una buena fiesta.

Se acercó a la barra en busca de una bebida, luego buscaría a sus amigos ahora sólo quería hidratarse.

—Una cerveza, por favor —pidió de manera amable al camarero.

—Que sean dos... —habló un voz más grave —y anotalos a mi cuenta.

—¿Puedo saber a que se debe está amabilidad? —preguntó el blondo con una sonrisa burlona.

—¿Podré saber tú nombre si te lo digo? —cuestionó del mismo modo, mientras le tendía la mano.

—Naruto, Naruto Uzumaki —respondió, y aceptó el saludo.

Una pequeña descarga eléctrica les recorrió el cuerpo.

—Un lindo y poco común nombre —aún sostenía la mano contraria.

—Bueno, creo que lo normal es que ahora tu me digas el tuyo, ¿cierto?

—Cierto — sonrió de lado —mi nombre es Sasuke Uchiha.

▪▪▪

—¡Papá, despierta! —gritaba una pequeña de apenas cuatro años y medio.

—¿Qué hora es? —el mayor se restregaba los ojos, en un intento por despertarse. Otra vez había tenido el mismo sueño

—Son las... ¿cómo se lee esto? — con curiosidad movía de un lado a otro el reloj, tratando de adivinar como funcionaba.

Naruto rió para después tomar el aparato.

6:15.

¡Era tardisímo!, y su primera clase iniciaba a las ocho en punto.

—¡Mierda! —alzó la voz, asustando un poco a la niña de cabellos azabaches —no, no, no llores bebé, lo siento. Ve a despertar a tu hermano, los tengo que dejar con su abuela Kushina —la abrazó y comenzó a repartir besos en toda su cara, haciendo que la niña sintiera cosquillas y comenzará a reír.

—¡Sí, papá!

Una vez que estuvo sólo en su cuarto volvió a maldecir. Era su primer día, todo tenía que salir más que bien. No perdió el tiempo y corrió a bañarse, una ducha rápida, tomó lo primero que encontró, guardó sus libros y ya estaba listo.

Bajó de manera apresurada a la cocina, topándose con una tierna escena. Sus hijos estaban recostados en el sillón, recargados uno con el otro en un intento por no dormirse.

"Todo lo que haces, lo haces por ellos", se animaba él mismo.

—Niños, es hora de irnos —dijo al ver la hora en su reloj de mano, le quedaban cuarenta y cinco minutos.

No espero respuesta de los más pequeños y los tomó en brazos. Con un par de maniobras logró cerrar la puerta principal, sujetó bien a los mellizos y comenzó a caminar a casa de sus padres, la cual no estaba muy lejos, pero si tenía que darse prisa.

Diez minutos y ya se encontraba tocando el timbre de su antiguo hogar. Espero unos segundos hasta le abrieron, una mujer de cabellos rojizos lo recibió con una sonrisa.

—Hasta que por fin llegas, ttebane —para ella siempre era una alegría ver a su único hijo, y más si venía con sus nietos.

Papá por dos. (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora