Capítulo siete.

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— ¿Qué dijiste?

—Lo escuchaste bien.

Me dejé caer en el banquillo a mi lado y sujeté mi cabeza porque sentía que el mundo estaba dándome vueltas. ¿Siempre he tenido una manada?, ¿y resulta que soy la mate del alfa de mi manada? ¿Qué es todo esto?

Quise gritar, patalear y arrancarme el cabello, pero solo me quedé sentada en mi lugar intentando analizar todo el panorama que se acaba de abrir ante mis ojos, trayendo consigo nuevas preguntas como ¿por qué mis padres decidieron irse?, ¿acaso no fue una decisión y simplemente los expulsaron? ¿Mi desorden genético tiene algo que ver con su expulsión del clan? En definitiva lo que va de semana acaba de volverse aún más loco.

Sentí el calor del cuerpo de Darius a mi lado pero no lo miré, enterarse que ahora resulta que eres mate de un alfa es demasiada presión y una noticia muy grande como para digerirla rápida, aunado al hecho de que siempre tuve manada pero nunca supe cuál era o por qué no crecí en ella.

— ¿Estás bien?

—Mareada, pero bien. —Tomó asiento a mi lado y levantó mi mentón para que lo viera—. Es demasiado... mucha información junta.

—Por eso no quise decirte nada ayer. —Me tendió un vaso con agua y me lo bebí de un solo trago—. Lo tomaste mejor de lo que yo creía. —Le di una mala mirada—. Pensé que te desmayarías.

—Estuve a segundos de hacerlo sino me sentaba. —Tomé una gran bocanada de aire e intenté centrarme—. Bien, ¿y ahora qué? —Lo detuve antes de que hablara— Espera, ¿por qué dijiste que cuidara mis pensamientos contigo?

—Porque desde que llegué lo que has hecho es pensar en la llamada que posiblemente La Sombra te hizo —tragué saliva—. No sabes ocultar tus ideas de mí.

—No es como si tuviera experiencia en hacerlo. —Espeté con obviedad—. Nunca había compartido la privacidad de mi mente con nadie más.

—Entiendo. Pero con lo que respecta a esa llamada haré que rastreen el número para ver si consiguen su lugar de origen; con respecto a la primera pregunta que me hiciste hace unos minutos sabes cuál es la respuesta, tengo que llevarte a mi manada.

Solo me le quedé mirando fijamente sin saber qué responder ante eso. ¿Irme con él?, ¿acaso eso es lógico por más de que sea mi alma gemela?

—Estoy aterrada hasta la mierda. —Susurré.

Esbozó una pequeña sonrisa y extendió su mano hacia mí para que la tomase y eso hice.

—Anda a ponerte un par de pantalones para poder irnos.

Asentí con la cabeza y lo obedecí. Cuando estuve lista bajé con una pequeña mochila colgada a mi hombro con dos cambios de ropa más, puesto que no sabía si iba a durar muchos días en su... hogar.

Me estremecí al pensar que por primera vez en mi vida veré una manada de lobos, mi manada...

— ¿Lista?

Salimos de la casa, cerré con llave y abordé la camioneta color vino tino de la noche anterior. En silencio Darius nos sacó del bosque y emprendió camino hacia su casa.

—Estás muy callada.

—Sigo analizando toda la información con la que fui bombardeada, gracias. —Espeté ¿molesta? ¿Con él? No, no con él, con mi madre y padre por haberme alejado de mi manada.

El clan es la familia de un lobo, es lo más importante para uno, y sin el hay muy pocas probabilidades de que sobreviva en el exterior por los peligros que siempre nos rodean, como por ejemplo la muerte de mi padre por intentar salvarme y que mi madre haya tenido que recurrir a la magia para protegernos. ¿Había necesidad de ello? No si nos hubiésemos quedado en la manda.

Sangre mestiza.Where stories live. Discover now