Capítulo 01 | Caminos cruzados

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The Walking Dead:
"Caminos cruzados"

—Tú eres extraño, ¿lo sabías? —susurró en un tono bajo viéndolo curvar los labios con sutileza—

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—Tú eres extraño, ¿lo sabías? —susurró en un tono bajo viéndolo curvar los labios con sutileza—. ¿Quién se alegra por estar en un mundo apocalíptico? —cuestionó molesta, posando las manos a cada lado de la cadera.

Luego tomó asiento en una silla.

—¡Estás siendo un tanto aguafiestas, cariño! —proclamó divertido, a lo que, la menor, elevó ambas cejas con incredulidad.

—Pienso patearte el trasero hasta que recapacites —bramó cruzando los brazos por debajo del pecho—. Esto no puede estar pasándome, ¿en serio? ¿zombies? —musitó con paranoia a la hora de cubrirse la cara.

El contrario, carcajeó viendo a la adolescente murmurar a regañadientes, maldiciéndolo a él, estando sentada en aquella incomoda silla de habitación de hospital. Pero debe ser honesto y admitir que tuvo suerte al encontrársela, porque su existencia habría pasado a ser historia.

—Cuéntame, ¿qué hacía un niñita como tú en pleno hospital y en plena catástrofe? —cuestionó, sentándose a su lado.

—No soy una niñita, viejo —haciendo énfasis en sus palabras lo fulminó con fiereza—. Y eso no tiene nada que ver contigo —murmuró, desviando la mirada hacia la puerta cuando oyó varias azotes en ella—. Santa mierda.

El hombre la mira con los ojos bien abiertos, por lo que ella se encogió en el lugar.

—¿Qué? —preguntó abruptamente. —Tú dijiste cosas peores allí afuera, no pretendas ser un santo —corroboró con una sonrisa filosa, la misma que imita el de ojos marrones.

"Claro que sí las dije."

Pensó Negan con una sonrisa reluciente antes de sacarle una pata a la silla de fierro para defenderlos a los dos.

—¿No me digas que le darás a sus cabezas? —cuestionó asombrada—. Eres alguien demasiado sádico, en realidad —manifestó antes de señalar la puerta de la habitación—. ¿Comprendes? —preguntó, pero antes que el hombre abra la boca ella levanta la mano—. Fue una pregunta capciosa.

(...)

Ni una sola lágrima se deslizó por su mejilla bronceada cuando llegó a su hogar y, acompañada por ese extraño sujeto con boca de camionero, contempló el desastre que había allí.

Las paredes del salón, que tanto amaba su madre, se encontraban manchadas de sangre. Las manos son evidentes y no duda que ellas le pertenezcan a los guardias que solían cuidarla, es decir, digamos que su posición en la sociedad siempre fue alta y sus padres al tener trabajos «clasificados» para sí misma el riesgo era inevitable.

—Bien. Aquí no hay nadie. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Nana! —llamó a los gritos, registrando cada rincón de la mansión desastrosa.

My Favorite Girl | The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora